Este martes por la noche se vivió la gala final de Gran Hermano Argentina 2025 en la que con un porcentaje del 62,8 % de los votos, Santiago “Tato” Algorta, de 29 años y oriundo de Uruguay, se coronó campeón de la undécima edición, convirtiéndose en el segundo ganador uruguayo consecutivo del reality, al haberse consagrado tras el triunfo de Bautista Mascia en 2024.

Desde su ingreso a la casa el 2 de diciembre de 2024, Tato se destacó por un perfil estratégico y polémico. Arquitecto de alianzas clave dentro de su bloque “El Tridente”, supo combinar enfrentamientos directos con giros diplomáticos en debates decisivos. Su legado, mezclando agresividad calculada y capacidad de adaptarse, le permitió resistir los vaivenes del encierro y conquistar al público.
La final enfrentó a Tato con dos últimos contrincantes: Ulises Apóstolo, el cordobés politólogo de 26 años cuya honestidad le ganó la simpatía de muchos televidentes, y Luz Tito, la joven jujeña de 21, percibida como el alma sensible de la casa. Luz quedó tercera, mientras que Ulises alcanzó el segundo lugar, consolidando un podio que poco tuvo de previsible.
La gala, conducida por Santiago del Moro, tuvo momentos de alta tensión: el anuncio de Luz como eliminada abrió paso al mano a mano final entre Tato y Ulises. Con una diferencia abrumadora en votación –62,8 % contra 37,2 %–, Tato se convirtió en el protagonista de una edición cargada de escándalos, placas récord y debates sobre bullying, igualdad de género y estrategias de juego.
El premio que recibió Tato incluye 84 millones de pesos argentinos (con intereses acumulados), una casa prefabricada, una moto Motomel Skua 150 y un año gratuito de cerveza. Un botín nada despreciable para coronar sus más de seis meses de convivencia bajo cámaras. El subcampeón, Ulises, también se llevó un gran premio: 23 millones invertidos, una vivienda y una moto, junto a cerveza gratis por un año.
La repercusión fue inmediata. En redes, fans uruguayos celebraron la victoria como propia. Entre el público argentino, algunas voces atribuyeron el triunfo a la capacidad de Tato de sostener fortalezas sin perder oportunidades de mostrar empatía.
Ahora comienza el desafío post-reality para el campeón: trascender como figura mediática, definir su perfil profesional y artístico fuera de la casa y responder a las expectativas que genera su triunfo.