– José Antonio Benito Rodríguez, Instituto de Estudios Toribianos
Santo Toribio Mogrovejo es patrono de los obispos de América Latina por decisión de san Juan Pablo II. El Papa Francisco ha denominado «gran evangelizador» al segundo arzobispo de Lima. Promovió la dignidad de los indios en América, y la liturgia le celebra el 23 de marzo.
Equiparación en América
Para calibrar la figura de Mogrovejo no basta con equipararla con algunos santos contemporáneos suyos, obispos (Tomás de Villanueva, Carlos Borromeo o Juan de Ribera). Sino con otras como la de San Ambrosio (no solamente por la modalidad inesperada y sorprendente de su elección).
O aquellas que han construido la Europa cristiana en momento de convulsión, como San Isidoro de Sevilla, San Benito o los santos hermanos Cirilo y Metodio. Así lo manifiesta el P. Fidel González (Diccionario de Historia Cultural de la Iglesia en América Latina).
Una experiencia personal
El domingo 29 de diciembre de 2024, me encontraba embelesado frente al lienzo de Ribera en la iglesia de la Purísima. Quería procesionar con los fieles de la diócesis de Salamanca para cruzar la puerta santa de la Catedral. Y lucrar la indulgencia del Año Jubilar 2025 de la esperanza.
Habían pasado 30 años de mi estancia en el Perú y casi 300 de la canonización de santo Toribio Mogrovejo. Y en este templo precisamente –por su proximidad al Colegio Mayor de Oviedo en el que se había formado–, Salamanca lo celebró. Hubo un concurrido octavario acompañado de cohetes artificiales y hasta dos corridas de toros en la Plaza Mayor.
La noticia conmovió
Cuando el 10 de diciembre de 1726 el Papa Benedicto XIII por la bula Quoniam Spiritus canonizó a Santo Toribio, la noticia conmovió la vasta sede metropolitana de Lima y a toda la Iglesia de Hispanoamérica.
Salamanca vibró de entusiasmo porque sentía vivamente la huella de su paso por las aulas. Y el Colegio Mayor de San Salvador de Oviedo con su rector, Nicolás Guerrero, al frente, celebró contó el acontecimiento. El 21 de julio de 1727 –-unos ocho meses después de la canonización, en diciembre de 1726– Salamanca organizó el más espléndido espectáculo académico de carácter religioso.
Prudente legislador y celoso pastor
Nuestro protagonista se ubica en la España de los Austrias, y más en concreto, en la de Felipe II. Parece que nace un 16 de noviembre de 1538, en la villa de Mayorga (Valladolid). Es una encrucijada de caminos entre las actuales comunidades autónomas de Castilla-León, Asturias, Cantabria y Galicia.
En 1551 inicia sus estudios de Gramática y Humanidades en Valladolid, capital del mundo hispánico. En 1562 acude a Salamanca donde enseña su tío Juan Mogrovejo, catedrático universitario. En 1569 obtiene el título de bachiller en Cánones y en 1571, peregrina a Compostela, y se licencia en Derecho.
Cuando cursaba estudios de doctorado en el Colegio San Salvador de Oviedo, en 1574, le nombran Inquisidor Apostólico para Granada. En 1580, arzobispo. Contaba 39 años y necesitó una apurada ordenación sacerdotal para la consagración episcopal.
Seminario, visitas pastorales
En 1581 llega a Paita y hace su entrada en Lima un 12 de mayo. En 1583 tiene lugar el Tercer Concilio Limense del que emanan tres grandes publicaciones en quechua, aymara y español: el catecismo, el sermonario y el confesionario.
En 1584 comienza su primera visita pastoral. En 1591 acomete una obra decisiva, la creación del Seminario que –dedicado en su día a Santo Toribio de Astorga– hoy lleva su nombre. Se siente, ante todo, pastor dispuesto a dar su vida por sus ovejas. A tal efecto crea nuevas parroquias.
Formación
De igual modo, impulsará instituciones destinadas a la formación de líderes espirituales, académicos y sociales. En monasterios como el de Santa Clara, hospitales como el de San Pedro, la Universidad de San Marcos, la Casa del Divorcio…. En 1593 inicia la segunda visita y en 1605 la tercera. Y fallece en 1606, un 23 de marzo, en Saña. Al año siguiente, 1607, un 27 de abril, es enterrado en Lima. En 1679 fue beatificado y en 1726, canonizado.
Inspiración de pastores
El Concilio Plenario Latinoamericano de fines del siglo XIX es una buena muestra de la alta estima que le tiene el episcopado latinoamericano. Tuvo lugar al reunirse en Roma, por vez primera en su historia, obispos de Hispanoamérica, con el deseo de preparar el nuevo siglo cristiano de América.
Los obispos le otorgan esta consideración en la tercera conferencia del CELAM, en 1978, en Puebla: “Un obispo, santo Toribio de Mogrovejo, es factor de primer orden en ese jalón fundamental de la Iglesia latinoamericana; por su libertad ante el Estado, su inteligencia y voluntad de servicio, es modelo e inspiración de pastores”.
Cinco años después, el 10 de mayo de 1983, el Santo Padre Juan Pablo II le otorgó el título de Patrono de los obispos de América Latina. De igual modo, es propuesto como paradigma de los pastores del Perú y de América.
El mensaje pronunciado por el propio Santo Padre a todos los obispos del Perú, en 1985, lo refleja así. Su gran tarea consistió en realizar, iluminado por el Concilio de Trento, la primera evangelización del Mundo Nuevo en cuatro dimensiones. Evangelización para la santidad, para la unidad en la fidelidad, para la dignidad de la persona, y en constante sintonía con la Sede Apostólica.
Vida y misión, santidad
San Juan Pablo II llama la atención acerca de lo esencial y fundamental para la auténtica renovación: la santidad. Reconoce que “el mayor don que América ha recibido del Señor es la fe, que ha ido forjando su identidad cristiana […] La expresión y los mejores frutos de la identidad cristiana de América son sus santos” (Ecclesia in America nn.14 y 15).
Cuando visitó el Perú (en 1985 y 1988), centró sus mensajes a los obispos en recrear la vida y misión de Santo Toribio como modelo de santidad. El primero enfatiza su espiritualidad intercultural, la coherencia de una vida santa, impulsor de los derechos humanos, forjador de comunión entre ellos y sintonía con Roma.
Benedicto XVI, con motivo del cuarto centenario de su tránsito a la gloria en el 2006, destacó “su abnegada entrega a la edificación y consolidación de las comunidades eclesiales de su época…”.
Una vida de película
Por su parte, el actual Papa Francisco, en su visita al Perú, en enero del 2018, señaló que el obispo, al igual que Moisés, es el pastor valiente al conducir su pueblo hacia la “tierra prometida”. Supo cruzar orillas, las geográficas, culturales y, sobre todo, la del amor fraterno: “Es el pastor que ha sabido cargar ‘su valija’ con rostros y nombres. Ellos eran su pasaporte al cielo”.
Dos años después, al concluir el Sínodo de la Amazonía, lo propondrá nuevamente como modelo de evangelizador. “Así, el kerygma y el amor fraterno conforman la gran síntesis de todo el contenido del Evangelio que no puede dejar de ser propuesta en la Amazonia. Es lo que vivieron grandes evangelizadores de América Latina como santo Toribio de Mogrovejo o san José de Anchieta” (Querida Amazonia nn. 62-66).
Todavía casi desconocido
De modo providencial, el documento más importante del magisterio del Vaticano para la evangelización y catequesis –el Directorio general para la catequesis– fue publicado el día de su fiesta el 23 de marzo del 2020, tal como reconoce en su presentación.
“Por un hecho completamente fortuito, la aprobación del presente Directorio tuvo lugar en la memoria litúrgica de Santo Toribio de Mogrovejo (1538- 1606). Entendió su ministerio episcopal como evangelizador y catequista” (Congregación para el Clero, Vaticano, 2020).
A pesar de reconocer tan magnos valores, y dedicarle a su vida y obra miles de horas de investigación y divulgación, siento que santo Toribio Mogrovejo es casi desconocido en el mundo civil y religioso.
El autorFrancisco Otamendi