Por Gabriel Alejandro López
Twitter: @cololopez74
Para sacar conclusiones, “parar la pelota”, agradecer a los clubes y su gente, o simplemente leer con una sonrisa y compartir la buena. Cada lector decide. Pero lo que el miércoles pasó en el estadio de Estudiantes de La Plata es una de esas acciones que hacen a la convivencia, al respeto y, en definitiva, al cariño por la camiseta que uno quiere. Se vivió uno de esos “momentos” que exceden a una jornada deportiva y al humor de un resultado pasajero (hoy juega Estudiantes ante Arsenal, segunda fecha de 2023, en Sarandí).
Estos son once nenes que acaban de ser nombrados socios, once, todo un símbolo, y estuvo presente Juan Sebastián Verón, el vicepresidente del Club. Quedará en el recuerdo como el primer día de febrero de 2023, cuando en la Sala de Conferencias, esos once corazones tuvieron en mano el carnet. Benjamín Cejas, Nicolás Cejas, Jazmín Rodríguez, Yasmín Carrillo, Isaías Rodríguez, Genaro Palacio, Tiano Palacio, Laureano Galván, Ambar Ruíz, Mateo Ruíz y Jonas Quinteros. Hermanos, primos y amigos, todos vecinos de la esquina que bautizaron El Puente, en 149 y 52, Los Hornos.
“¡Coty…! ¡Coty…!” La agarran de la mano a Constanza Tirao, una suerte de madrina de todos, criada con un papá que jugó en Villa San Carlos y dirigió las categorías de Centro Fomento Los Hornos. “Soy pincharrata por él, si habré cortado diarios y llenado bolsas de consorcio que capaz que ni podíamos entrarla a la cancha”, dice la mujer de 30 años, que gracias a estos colores conoció a otro hombre importante en su vida, Isidro Tebez, su pareja. “El Pela es más conocido que la Bruja” ríe y agradece a ese Día del Niño, que habían organizado agrupaciones: “Dale, llevá la maquinita de cortar el pelo y si querés copate con los pochoclos”, así empezó la relación que hoy es una convivencia.
Volvieron a UNO, pero no por un partido. Esto fue muy significativo y de hecho ya son parte de la hisotoria al quedar como los primeros de un programa muy importante.
“Ahí voy a jugar yo», se entusiasmó Laureano al pasar por un pasillo y descubrir el precioso escenario de básquet. Laureano tiene 10 años pero parece más grande y es uno de los que se encariñó con esa esquina donde no están los males, sino todas las buenas, porque los pincharratas de «El Puente» dan apoyo escolar, salen de excursión al Museo de Ciencias Naturales o pasan jornadas veraniegas en el Country de City Bell; próximamente, según consejo que Coty recibió de su papá, van a ver una función en algún cine.
“Infancias Pinchas, asociando a las niñeces”, así se denomina la propuesta que es una esperanza nacida del hincha mismo, que es una motivación y “una oportunidad” como remarcó Verón. Está dedicado a quienes no pueden pagar una cuota de socios, a quienes en casa las necesidades básicas de la comida, el estudio y el alquiler se llevan todos los gastos.
En esa esquina platense de 149 y 52, cercana a los talleres del Ferrocarril Provincial, la sana costumbre pasa por compartir alegrías y tristezas, lo que sobra y lo que falta, la creatividad de cada conforma un juego de «rompecabezas» viviente. Tras la pandemia se los vio entre ollas, al aire libre, en un vereda amplia donde el vecino no puso peros. “Hace un año y cinco meses, cada miércoles, hacemos una olla comunitaria, y gracias a la Fundación Estudiantes y a las Agrupaciones que siempre nos ayudan con mercadería”.
Esa «chapita» del carnet de asociado, que resume el sentido de pertenencia, no es tan común ni fácil de acceder en sitios donde se nota el número del cincuenta por ciento de pobreza, en un país que en el aspecto económico pierde por goleada.
Afortunadamente, están los clubes, los grandes y los chicos.
La Fundación Estudiantes, nacida casi a la par del nuevo Estadio UNO Jorge Luis Hirschi, ofrece programas y alternativas como el de “Pibas y pibes a la cancha” o el de «Cumpliendo sueños», organizándose entre los propios socios de experiencia para que vivan de locales un encuentro de la Liga Profesional. ¡Un verdadero placer!
Este programa de inclusión «Asociando niñeces» no solo tiene repercusión social, sino deportiva. “Quién te dice que en el futuro” se oyó a Verón. “La idea es que vengan a practicar el deporte que más quieran”. Lo dice desde la experiencia del pibe que fue, el que al llegar a la mayoría de edad se fue de Estudiantes a Boca, de Boca a Europa y de Europa a la Selección; el que fue trazando su propio camino de superación a través del fútbol, desde el fútbol infantil.
Los profesionales que conforman la Fundación, a través de los asistentes sociales, seguirán el desenvolvimiento de cada uno. Y ya están respondiendo en otros espacios de la ciudad, donde harán entrevistas en forma particular.
“Cada niño o niña tiene su respectiva evaluación con un trabajador social que es quien avala que no puede pagar la cuota. Tratamos de dar las mismas oportunidades a los que se les hace imposible pagar, en eso se basa fundamentalmente el programa”, expresó el doctor Federico Cicora.
Verón y Cicora se conocieron hace cuarenta años, justamente en la niñez compartida en 1 y 57, siendo dos chiquitos que corrían por la pelota y un sueño de jugador. En 1990, Federico había jugado dos fechas del torneo de Quinta, pero ya había empezado a estudiar medicina y algo le dijo que las dos cosas iban a ser difíciles. Decidió dejar el fútbol ante la sorpresa de su padre y abuelo; en ese año 90 Sebastián debutaba en Octava. Quizás la relación Verón-Cicora nació mucho tiempo antes del nacimiento, allá por los sesenta, cuando sus padres también se ponían la rojiblanca y se cruzaban en el entrenamiento de las divisiones menores, el «Huevo» Roberto Cicora (clase 1942) y la Bruja Juan Ramón Verón (nacido en 1944).
Con el devenir de los años, el actual vicepresidente se vio impresionado por el trabajo en el mundo de las ciencias médicas que llevó adelante el doctor Cicora en la Fundación FINAER, promoviendo el acceso a la salud para pacientes con necesidad de un trasplante renal. La vida misma en juego. El Pincha propició el reencuentro ya cruzando el umbral de los cincuenta.
Leonardo Valente es otro orgulloso integrante de la Fundación. Tiene el ojo criterioso en el oficio del dirigente y lo heredó de su papá, ex Presidente del club entre 1997 y 1999, don Edgardo Valente. “Este es uno de los logros más importantes, un programa por el que laburamos mucho tiempo. Nos sentimos muy apoyados por el club que bonifica la o las actividades que quieran hacer los chicos. Ya están los primeros once y vamos a ir sumando todos los meses, orgullosos de poder hacerlo por y para los chicos. Nos interesa sacar a los chicos de la calle. Que la igualdad de oportunidades no queden palabras”, aseguró Leo, quien supo mamar el trabajo de equipo desde el jugador amateur que fue en Saladero FC de Berisso, la Asociación Coronel Brandsen y Defensores de Cambaceres.
Pues bien. ¿Cuánto es el valor la cuota de adhesión a Estudiantes en categoría infantil (3 a 11 años)? El valor asciende a 2.200 pesos, y a la hora de practicar una disciplina el interesado debe abonar otro arancel.
Con satisfacción y expectativa, las y los profesores de cada deporte empiezan a palpitar la llegada de más chicos. Para Julieta García Aparicio, coordinadora de gimnasia artística, “saber que mi querido club ofrece una posibilidad de ser socios a los peques en situación de vulnerabilidad y ofrecerles un espacio de contención y recreación, me parece genial, porque los clubes no deben olvidarse que tenemos una obligación social”.
Seguramente varias niñas y algún niño se interesarán por practicar esas volteretas, entre vigas y colchonetas, en uno de los espaciosde la Sede de calle 53 número 620. Allí están la natación, el judo y la gimnasia artística; en 1 y 57, es el lugar del vóley, el básquet y el boxeo; y en City Bell, hay lugar para el hockey, el handball y el fútbol.
Repasando el circuito, en este nuevo camino que se inicia, es la Fundación la que genera los recursos que permiten asociar a las y los niños, y es el Club que los respalda con una beca en el deporte favorito.
Un día antes de la final mundialista Argentina-Francia, finalizaron los trámites del grupo de adultos que hacen a El Puente. pero la sorpresa es muy grande y todavía no caen. “En los primeros días de diciembre, mientras seguíamos cada miércoles con las ollas, se venía el verano y con las ideas de ir al Country. Cuando nos llamaron de la Fundación pensábamos que la reunión venía por ese lado. Pero Federico Cicora nos da esta noticia. Creo que la Fundación hace rato veía lo que estábamos haciendo”, reflexiona Constanza.
“Miren bien el micro, el 214, la letra A y B, los deja en la puerta del Estadio”, les decía Coty mirándolos a los ojitos. Fue este miércoles que pasó, cuando se organizaron en un solo auto apretados y otros fueron en el colectivo. A las 15.30 empezó a vivirse el sueño. Y conocieron al fenomenal Verón, el pelado de la copa que ven todos los días en el mural de El Puente.
La familia de Estudiantes crece en base a la unidad, un valor humano muy preciado en estos tiempos. Así es que entre grupos de socios e hinchas donan recursos para determinados festejos, por ejemplo, “recibimos dibujos para que los chicos pinten, un inflable o una parrilla; yo tengo mi taller de serigrafía y sublimación, y también colaboro cuando otros precisan una mano. Te doy una primicia, ésta es la bandera que estrenamos el domingo en el Country porque vamos a festejar esto que nos pasó”.
A poco de haber nacido, desde la Fundación se informa que habrá entrevistas para evaluar los casos de donde surgirán más beneficiarios. El trabajo no es difícil, pero requiere de un estudio previo por parte de los asistentes sociales. “No es inmediato el proceso. Y en los casos a los que se le dice que no, vemos cómo acercarlo a algún deporte o llevarlos a la cancha”, explica Cicora.
El Puente, así se conoce al lugar donde se encontraron estas voluntades y donde se hace honor al dicho de que “en la vida hay personas que son verdaderos puentes”. María José Galván, Cristian Carrillo, Carlos García, Juan Calderón, Pamela Zugnoni, Julieta Fonseca, Julio Fonseca, Nazareno, Abel «Ruso» Carrillo, Ignacio Marchetti, Gonzalo, Macarena Menescardi, Isidro Tevez, Constanza Tirao. Todos y todas vienen pulsando el sentimiento en este barrio. Abriendo las puertas desde la Fundación hay otros seres que dan su tiempo (¡pongámosle nombres!): Martín Aldacourrou, Marcos Vasile, Gonzalo Rodríguez, Augusto Pérez… Paradoja, a medida que se agrega uno y otro, más clara reaparece la sabiduría del Profesor Alejandro Sabella hecha frase: «Más nosotros y menos yo…»
Por esta forma de ser, por estas actitudes se merecían la copa del mundo. A su manera, Estudiantes les dio una. La que significa un cambio en los hábitos.
Las instituciones son una eficaz herramienta para salvar a los niños de las amenazas que los rodean. El deporte rompe cualquier diferencia de estatus social-económico, poniéndolos a aprender un deporte y a trabajar en equipo. “Justamente pensamos en ahora llega el tiempo en que un profesional del deporte les cuente cómo es, que los incentive para tener una constancia y seguir…” dice Coty que saliendo de UNO se largó a llorar. Los más grandes la cargaban y después la abrazaban. Esta vez le tocaba llorar a ella, la que le armaba pelotas con trapos y medias. En breve les toca entrenar en Estudiantes. Y tal vez, dentro de unos cuantos años, vaya a saber si juegan en una Primera, de vóley, de básquet, de handball, o sacará una medalla en natación o judo. O nada de eso, pero seguramente ya se habrán convertido en líderes positivos, que las calles del barrio los honrará con un saludo.
“Nos aceptó en Instagram la Bruja…! ¡Nos sigue la Bruja Verón!”, pegaron otro grito, como un gol. Un golazo social que ya tiene once corazones contentos.