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martes, octubre 28, 2025

“Se aprovecharon de alguien vulnerable”: a dos años de la muerte de Matthew Perry, las revelaciones más impactantes sobre los responsables del trágico final de la estrella de «Friends»

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A dos años de su muerte, la figura de Matthew Perry (1969-2023) vuelve al centro de la escena. Y no sólo con un inmemoriam. Hoy, martes 28 de octubre, se estrena en América Latina Matthew Perry: A Hollywood Tragedy, una docuserie que investiga con precisión forense los días previos a su fallecimiento y desentraña el sistema que lo rodeaba. Dirigida por Robert Palumbo -conocido por series como World’s Most Notorious Killers-, la producción evita la nostalgia y apunta (sin anestesia ni manto de piedad) al corazón de una industria que a veces hace la vista gorda. 

El documental se apoya en material inédito, entrevistas con fiscales, exdetectives y figuras del entorno de Perry, quien falleció el 28 de octubre de 2023 tras ahogarse en un jacuzzi como consecuencia de los efectos agudos del consumo de ketamina. Ese anestésico de rápida acción, conocido como droga ilícita en fiestas, también se suele recetar para tratar la depresión y la ansiedad, que era el uso que le daba Perry.

A través de las voces de expertos, amigos y allegados, la producción de Universal+ reconstruye cómo la fama y la permisividad se cruzaron con la fragilidad de un actor que había intentado recuperarse una y otra vez de las adicciones. Su historia no solo expone un drama personal, sino cómo operó un entourage complaciente en medio de un sistema que lucra con la vulnerabilidad.

Tras protagonizar en 1993 la sitcom Home Free, le llegó el papel de su vida: el de Chandler Bing en Friends, rol que interpretaría por diez años y que le valió un premio SAG y una nominación al Emmy, galardón por el que también fue candidato por el drama político The West Wing

El recorrido de un actor marcado por el dolor mientras hacía reír a millones de televidentes

Matthew Perry nació en Williamstown, Massachusetts, en 1969, y creció entre escenarios y sets. Su salto a la fama llegó con Friends, donde Chandler Bing se convirtió en un fenómeno global. Detrás del humor y la ironía que lo consagraron, el actor enfrentaba una presión que pocos podían imaginar: ser parte del elenco más visto del planeta mientras lidiaba con una adicción creciente.

Perry comenzó a beber a los 14 años y más tarde desarrolló una dependencia a los analgésicos tras una lesión en un accidente acuático. En 2018, una perforación gastrointestinal lo llevó a estar dos semanas en coma y cinco meses internado, un episodio que describió como “una segunda oportunidad”. Sin embargo, la recuperación no fue lineal.

Su autobiografía, Friends, Lovers, and the Big Terrible Thing (2022), anticipaba un final que el propio actor parecía temer: “Me gustaría ser recordado como alguien que intentó ayudar”. En aquel libro exponía sin vueltas que, cuando Chandler tenía sobrepeso, Perry bebía, y que cuando estaba delgado, tomaba pastillas.

La despedida de Friends a Matthew Perry
Mientras que en TV brilló en Friends, en cine Perry se destacó en la comedia romántica Fools Rush In junto a Salma Hayek, en The Whole Ten Yards con Bruce Willis, y en 17 Again con Zac Efron.

La investigación que destapó una red de negligencias

Matthew Perry: A Hollywood Tragedy expone las pruebas que revelaron cómo el actor accedió a ketamina pese a su frágil estado de salud. Según la investigación judicial, cinco personas fueron imputadas por su muerte ocurrida en su casa de Pacific Palisades, Los Ángeles. Entre ellos, su asistente Kenneth Iwamasa, los médicos Mark Chavez y Salvador Plasencia, responsables de recetar y suministrar sustancias sin control, y un intermediario, Erik Fleming. Por su parte, Jasveen Sangha, conocida como “la reina de la ketamina” e integrante de una red que distribuía la droga entre celebridades, se declaró culpable de haberle vendido la droga mortal.

El fiscal federal Martin Estrada, entrevistado en el documental, señaló que “varios de los implicados deberían haber sabido más…» La producción muestra mensajes de texto, registros de pago y evidencia que explican cómo Perry accedía a dosis que debían estar estrictamente vigiladas. Más que un caso judicial, quedó al descubierto el doblés de un sistema que, incluso cuando falla, saca rédito.

La última foto del Instagram personal de Matthew Perry, antes de su muerte.

La reconstrucción de las últimas horas de Perry: «Los que lo querían sintieron que lo perdieron mucho antes»

El relato suma testimonios de Morgan Fairchild -quien interpretó a la madre de Chandler en Friends– y del ex detective Greg Kading, conocido por su trabajo en casos de alto perfil. Ambos coinciden en un punto: Perry estaba rodeado, pero no acompañado. La ausencia de contención real aparece como el elemento más repetido entre quienes lo conocían. Mientras tanto, los coprotagonistas de la sitcom más recordada eligieron no participar, aunque su presencia se mantiene a través de imágenes de archivo que marcan el contraste entre el éxito y el aislamiento.

Uno de los médicos supuestamente involucrados en la cadena de mensajes le dijo a otro: «Me pregunto cuánto pagará este imbécil… Vamos a averiguarlo». 

El documental alterna recuerdos luminosos con momentos de dolor. Como el de su amigo íntimo Hank Azaria, quien expone la otra cara de la historia. Con la voz quebrada, Azaria recuerda cómo Matthew hacía reír a todos hasta las lágrimas cuando estaba bien, y cómo muchos de los que lo querían sintieron que lo habían perdido mucho antes de su muerte, consumido por sus propios demonios.

Esa dualidad -el Chandler sarcástico (cualidad que el actor reconoció como un «mecanismo de defensa» que desarrolló desde su niñez ante el divorcio de sus padres) y el Perry vulnerable- se convierte en la metáfora más potente del documental.

Morgan Fairchild, quien interpretó a la madre de Chandler, Nora Tyler Bing, en Friends, forma parte de los testimonios de la docuserie que captura el lado más oscuro e investiga la red de facilitadores que llevaron a Perry a su trágico final.

El valor real de la docuserie radica en cómo una historia individual -la de un hombre con éxito que parece tenerlo todo pero se sentía solo- se espeja colectivamente. Y, lógicamente, quedan expuestas preguntas clave: ¿Cómo una estrella con tan delicado historial público en relación a las adicciones pudo acceder libremente a drogas controladas? Más allá de que los facilitadores hayan asumido su culpabilidad, el diagnóstico se vuelve más complejo cuando entra en juego, como marca el documental, «todo un sistema entero que lo dejó morir».

La mañana del 28 de octubre de 2023, Matthew Perry pidió a su asistente (Kenneth Iwamasa) que le inyectara ketamina. Horas más tarde, solicitó una nueva dosis mientras miraba una película y una tercera antes de entrar al jacuzzi. “Disparame con una grande”, dijo el actor, según consta en los documentos judiciales.

Quién es la «reina de la ketamina» y responsable del «bienestar químico de Hollywood»

Durante años, Jasveen Sangha fue una figura difusa en el submundo de los tratamientos alternativos de Hollywood: joven, glamorosa y conectada con el ambiente de las celebridades que buscaban “sanar” fuera del sistema médico. Hoy, esa misma mujer de 42 años enfrenta hasta 65 años de prisión tras declararse culpable de distribuir la ketamina que mató al actor.

Según documentos federales del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Sangha operaba desde una casa en North Hollywood que funcionaba como laboratorio y centro de distribución de drogas sintéticas. Allí, en marzo de 2024 los agentes encontraron 79 viales de ketamina líquida, metanfetamina prensada, MDMA, pastillas falsas de Xanax, y máquinas para contar dinero y para empaquetar drogas.

Los fiscales describieron su negocio como una red de “clientes VIP”, entre ellos músicos, actores y empresarios del entretenimiento. La prensa la bautizó “la reina de la ketamina”, un apodo que ella misma alimentaba en redes privadas con fotografías en autos de lujo y fiestas en Malibú.

Según la investigación, Jasveen Sangha no es sólo una proveedora para celebridades, si no «una arquitecta de una red» que terminó cobrando la vida de uno de los actores más queridos de su generación. «Sabía que algunas iban a ser para él, sí», sostuvo acerca de los viales de ketamina.

La conexión con Matthew Perry comenzó a mediados de 2023, cuando el actor (que ya recibía tratamiento médico supervisado con ketamina para combatir la depresión) buscó dosis adicionales fuera del circuito clínico. Su intermediario, Erik Fleming, lo contactó con Sangha, quien ofrecía el mismo anestésico en presentaciones no reguladas. De acuerdo con la acusación, la traficante vendió 51 viales de ketamina al entorno del intérprete de Friends durante octubre de ese año. El asistente personal de Perry, Kenneth Iwamasa, habría sido quien le aplicó las últimas inyecciones.

El 28 de octubre de 2023, Perry fue hallado sin vida en el jacuzzi de su casa en Los Ángeles. El informe forense determinó que murió por “efectos agudos de la ketamina”, agravados por una enfermedad coronaria y el uso de buprenorfina. Para los fiscales, la cadena es clara: Sangha suministró el fármaco, Fleming intermedió, Iwamasa lo administró y el resultado fue letal. La acusada incluso habría pedido borrar mensajes comprometedores al día siguiente de la muerte del actor.

La de Sangha no fue una incursión aislada. En 2019, vendió viales de ketamina a un joven llamado Cody McLaury, que murió de sobredosis pocas horas después. Ese antecedente, sumado al hallazgo de grandes cantidades de droga y dinero en su casa, fortaleció la imagen de una proveedora sistemática, no de una facilitadora ocasional.

Operaba desde un domicilio en North Hollywood, California, que la fiscalía califica como un escondite para drogas ilegales. En su declaración de culpabilidad admitió que desde al menos junio de 2019 usó esa residencia para “almacenar, empaquetar y distribuir” narcóticos. Enfrenta una posible condena de hasta 65 años de prisión.

Su caída terminó por exponer a médicos, asistentes y dealers que orbitaban el bienestar químico de Hollywood. Aunque todos enfrentan procesos federales aún abiertos, en el caso del deceso de Perry, Sangha está más complicada porque aceptó responsabilidad directa por distribución con resultado de muerte.

A la espera de su sentencia -prevista para diciembre de 2025-, Sangha se mantiene bajo custodia federal. En su confesión, admitió haber “almacenado, empaquetado y distribuido narcóticos a clientes de alto nivel”. Para el Departamento de Justicia, su negocio prosperó en la frontera entre lo médico y lo ilegal, donde tratamientos experimentales se confunden con tráfico de sustancias. Lo que ocurrió con Matthew Perry muestra un costado incómodo de Hollywood: la búsqueda desesperada por calmar el dolor a cualquier precio, incluso cuando el remedio termina siendo el veneno.

Fotos: gentileza Universal+, redes y archivo Atlántida.

Redacción

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