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sábado, septiembre 6, 2025

Se volvió a estrellar el avión de guerra más caro del mundo: la misteriosa falla de software que desconcierta al Pentágono

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Un accidente en Alaska expuso cómo el hielo confundió a los sensores de su software. Desde 2018 ya se registraron once siniestros en distintos países y persisten dudas sobre su fiabilidad y sus costos de mantenimiento, que ya superan el billón y medio de dólares.

El F-35, el caza de quinta generación desarrollado por la empresa Lockheed Martin y considerado el proyecto militar más ambicioso de las últimas décadas, vuelve a estar bajo la lupa. A fines de enero, un informe oficial reveló que un F-35A de la Fuerza Aérea de Estados Unidos se estrelló en Alaska tras un error en los sensores provocado por la congelación del sistema hidráulico.

Aunque el piloto logró eyectarse a tiempo y sobrevivió con heridas leves, el avión, valuado en casi 200 millones de dólares, quedó destruido.

El caso expuso otra vez una pregunta que causa incomodidad en el seno del Pentágono y a los países compradores: ¿qué tan confiable es la tecnológica del F-35?

El accidente en Alaska y la cadena de errores tecnológicos

Foto: ReutersFoto: Reuters

El siniestro ocurrió a comienzos del año, el 28 de enero, en la base aérea de Eielson, Alaska, durante un vuelo de entrenamiento. El F-35A formaba parte de una escuadra de cuatro aeronaves cuando, poco después del despegue, presentó fallas en el tren de aterrizaje.

Según fuentes del New York Post, el piloto, en contacto telefónico por casi una hora con ingenieros de Lockheed Martin, intentó hacer maniobras para corregir el tren dañado. Pero la operación agravó la formación de hielo en los puntales principales, empeorando la situación.

Finalmente, ante la pérdida de control, el piloto se eyectó y sobrevivió.

El informe de la Pacific Air Forces señaló que la causa principal fue la congelación de fluido hidráulico contaminado con agua en los amortiguadores del tren. El hielo impidió que los puntales se extendieran correctamente y los sensores de peso sobre ruedas interpretaron que el avión ya había tocado tierra, cuando en realidad seguía en vuelo.

Ese dato erróneo desencadenó un cambio automático en el software de control, que activó el modo “on-ground” en pleno aire. El avión quedó prácticamente incontrolable. Tras varios intentos de corrección y hasta maniobras de “touch-and-go”, el piloto se vio obligado a eyectarse.

Fallas humanas y el software bajo la lupa

El modelo F-35B Lightning II en una sesión de entrenamiento. (Foto: AFP)El modelo F-35B Lightning II en una sesión de entrenamiento. (Foto: AFP)

El informe no solo apunta a un fallo técnico, sino también a deficiencias en procedimientos y mantenimiento. Se detectó una gestión negligente del fluido hidráulico, almacenado sin control y expuesto a humedad, lo que facilitó la contaminación.

Además, se ignoraron alertas previas: en 2024, Lockheed Martin había emitido boletines advirtiendo que, con temperaturas extremadamente bajas, los WoW sensores podían fallar y comprometer el control de vuelo.

Este episodio evidencia los riesgos de una automatización avanzada sin redundancias humanas o físicas robustas. En situaciones críticas, el software puede “colapsar” ante señales erróneas y desencadenar comportamientos inesperados que el piloto ya no puede controlar.

Asimismo, plantea un desafío para los futuros operadores del F-35 en regiones frías como Canadá o Escandinavia. No basta con hardware sofisticado: el protocolo de mantenimiento, la calidad del fluido y la confiabilidad de los sensores deben garantizar resistir climas extremos.

Una seguidilla de accidentes

Foto: ReutersFoto: Reuters

El de Alaska no fue un hecho aislado. De acuerdo con la Aviation Safety Network, fue el accidente número 11 de un F-35 desde 2018.

Algunos de los más relevantes en los últimos años:

  • Mayo 2024 (EE.UU.): un F-35 cayó en Albuquerque tras despegar; el piloto resultó herido.
  • Septiembre 2023 (EE.UU.): un F-35 de los Marines se estrelló en Carolina del Sur; el piloto se eyectó tras dejar el avión en piloto automático.
  • Octubre 2022 (EE.UU.): un F-35A se estrelló en Utah al aterrizar, por fallas en el sistema de datos de aire.
  • Enero 2022 (Mar de China Meridional): un F-35 impactó contra el portaaviones USS Carl Vinson y cayó al mar; siete marineros resultaron heridos.
  • Abril 2019 (Japón): un F-35A se precipitó al Pacífico durante un entrenamiento; el piloto murió.
  • Septiembre 2018 (EE.UU.): primer siniestro reportado, por una falla en un tubo de combustible.

Aunque la mayoría de los pilotos logró eyectarse, las aeronaves quedaron destruidas. El patrón preocupa a la comunidad militar: no se trata de un único desperfecto, sino de una serie de problemas que involucran desde software hasta mecánica y mantenimiento.

Fiabilidad en duda y costos exorbitantes

El F-35 nació en 1995 bajo el programa Joint Strike Fighter, con la ambición de convertirse en el caza estándar de Estados Unidos y de sus aliados de la OTAN. Sin embargo, más de 30 años después, las críticas persisten.

En enero de 2024, el Director de Evaluación Operativa del Pentágono publicó un informe lapidario: la disponibilidad de la flota es apenas del 51%, cuando el mínimo esperado era del 65%. En otras palabras, solo la mitad de los aviones estaba lista para volar en misiones reales.

La Oficina de Responsabilidad del Gobierno (GAO) también alertó sobre el aumento de los costos de mantenimiento: de US$ 1,1 billones en 2018 a US$ 1,58 billones en 2023. El incremento refleja no solo problemas técnicos, sino también fallas de confiabilidad que obligan a reparaciones constantes.

Incluso, para contener gastos, el Departamento de Defensa ya planea reducir las horas de vuelo proyectadas para el modelo.

El F-35 está considerado el avión de combate más avanzado del mundo, con tecnología stealth (invisibilidad), sensores de última generación y capacidad de operar en red con otras plataformas. Sin embargo, el accidente de Alaska y la larga lista de siniestros previos muestran que la alta automatización también puede convertirse en un riesgo.

“Es un recordatorio de que la complejidad tecnológica no siempre equivale a fiabilidad”, señalan analistas militares. Y agregan: “La clave será encontrar el equilibrio entre el control humano y el software, especialmente en entornos extremos donde los sistemas pueden ser engañados”.

Mientras tanto, los países que ya incorporaron el modelo —como Reino Unido, Japón, Italia o Israel— siguen con atención los resultados de las investigaciones. Otros, como Finlandia o Canadá, que operan en climas fríos, deberán considerar si las vulnerabilidades detectadas pueden mitigarse antes de desplegar el avión en misiones reales.

SL

Redacción

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