Sebastián Moreno Cruz (Bogotá, 35 años) es un referente latinoamericano en educación y tecnología. Ha sido reconocido en múltiples ocasiones por la Andi, la Cámara de Comercio de Bogotá o el CESA, como un empresario que transforma a Colombia gracias al trabajo que ha hecho con su empresa Critertec, al cambiar la forma como las personas aprenden, enseñan y se desarrollan a través de programas de alfabetización y apropiación digital.
Moreno creció en Sopó, Cundinamarca, y es hijo de Tomás, un empresario, y Patricia, una docente, profundamente comprometidos con su crianza y con la labor social. Tras terminar el colegio, estudió administración de empresas en el CESA e hizo su práctica profesional en Adidas Colombia; aprendió inglés para negocios en Boston, Estados Unido; y se fue a vivir en una hacker house, en San Francisco, para familiarizarse con el espíritu emprendedor de Silicon Valley.
De esas experiencias le quedaron grandes lecciones. Por ejemplo, se declara en contra del emprendimiento tóxico. “Todo este modelo de Elon Musk de trabajar 19 horas, sin vida social y poca calidad del sueño es lo más antinatural y perjudicial que una persona tenga como modelo”. Considera que un empresario debe aprender a equilibrar las dimensiones que conforman su vida, a rodearse bien, a juzgar a las personas por lo que han logrado y a pasar rápidamente, y con asertividad, del dicho al hecho. Eso no significa que su camino haya sido fácil. Todo lo contrario.
Su primera empresa, Mett Colombia, surgió en 2014 con el fin de crear soluciones tecnológicas para centralizar y agilizar los procesos que intervienen en una venta: “Para aumentar los ingresos nos convertimos en un ‘acá se hace lo que el cliente necesite con datos y tecnología”, recuerda. Para 2016, la empresa estaba desenfocada y lejos de alcanzar un punto de equilibrio. Moreno colapsó de estrés y cerró Mett.
Después de asistir al World Business Forum en Nueva York, llegó una oportunidad que le cambiaría el rumbo. “Un primo, Santiago Arreaza, estaba buscando una empresa para desarrollar un proyecto con la Secretaría de Educación de Bogotá y vimos que podíamos hacerlo juntos. La idea era enseñar sobre realidad virtual a 80 niños de colegios públicos en contextos vulnerables. Resultó ser una experiencia espectacular”, recuerda Moreno.
En pocos meses, creó un modelo de negocio para el proyecto. En el camino, aprendió sobre enseñanza y contrató a un equipo de ocho profesionales de distintas disciplinas para crear un modelo pedagógico. Juntos desarrollaron rutas de formación que, en sus palabras, pudieran superar “diez generaciones de bloqueos mentales y pensamientos limitantes”, como “no soy capaz” o “eso es para personas con un mejor nivel educativo”. Así nació Critertec, una empresa que usa tecnología para resignificar el rol de estudiantes y maestros en el aula, impulsando sus capacidades para construir proyectos de vida.
En 2020, Critertec ya estaba compuesto por 100 personas, que enseñaban a 8.000 niños y jóvenes, de primero de primaria a noveno grado, sobre realidad virtual, realidad aumentada, contenido 360 y programación,. Loa hacen con el modelo de “educación experiencial consciente”, que promueve el juego y la experimentación para luego pasar a la comprensión de conceptos complejos. Paralelamente, tenían programas con cajas de compensación de todo el país y con empresas como Microsoft.
En otras palabras, Moreno condensó en un solo esfuerzo lo ha construido como persona: el empresarismo de su papá, el amor por la educación de su mamá, la labor social que creció haciendo con ambos y hasta los escape rooms y juegos de mesa que, cuenta, son sus grandes pasiones y la inspiración para apalancar parte del proceso en el juego, lo que se conoce como gamificación.
“Lo que aprendimos de este proceso es que una persona inspirada, sin ‘incompetencias aprendidas’, con un pensamiento posibilitante y con agencia, es capaz de superar esa cifra del Banco Mundial que dice que en Colombia se necesitan hasta 11 generaciones para que haya movilidad social en una familia”, señala.
Luego llegó la pandemia del Covid-19, que obligó a todos los clientes de Critertec a cancelar sus contratos, llevándolo a asumir pérdidas cercanas a los dos millones de dólares y la obligación ineludible de reinventarse. Moreno relata que todo esto pasó el 14 de marzo de 2020: “Mis clientes me llamaron a las 3:00 de la tarde para cancelar los negocios y me casé a las 5:00. Ana María, mi esposa, todavía se burla porque en todas las fotos del matrimonio aparezco muerto del miedo”. Ese día también pasó de 100 a 14 colaboradores.
La reinvención de Critertec
Curiosamente, el respiro llegó de la mano de Microsoft y de las necesidades que aparecieron con la misma pandemia. Conociendo el trabajo de Critertec, la seleccionaron para enseñar a 100.000 maestros a usar Teams para dar clases. Moreno decidió no caer en el mundo de los tutoriales tecnológicos y crear experiencias narrativas y educativas transmedia.
“Logramos pilotear 2020 después de muchas agrieras, muchos ataques de pánico y ansiedad. Para 2021 comenzamos a ser más estratégicos y a formalizar lo que habíamos aprendido”, recuerda. La empresa cambió su modelo de negocio. Dejó de trabajar directamente con colegios y cajas de compensación, y comenzó a crear programas y cursos por medio de alianzas con empresas y entidades públicas en México, Panamá, Perú y Venezuela. Se transformó en un estudio creativo que cambió la forma como las personas aprenden, enseñan y se desarrollan, a través de proyectos de alfabetización y apropiación digital. En esencia, Moreno puso en el centro de la operación a los docentes, transformándolos de dictadores de clases a diseñadores de experiencias educativas memorables.
Ese giro responde a las necesidades de las aulas modernas: despertar una curiosidad tan fuerte que la persona no pueda irse a dormir sin aprender algo nuevo; enseñar a aprender, para que la evolución constante y acelerada de la tecnología no sea una barrera; incentivar la autoestima para que realidades propias del mundo digital, como la pornografía o el cibebullying, no dificulten la construcción de proyectos de vida; y fortalecer las relaciones humanas para que la tecnología sea un potenciador de la experiencia y no el centro de la misma.
Critertec ya ha llegado a más de 500.000 personas en Colombia, Chile, Venezuela, Panamá, México y Europa. Y vienen una alianza que ya firmaron con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Instituto Dominicano de Comunicaciones para llevar habilidades digitales a otras 100.000 personas; otra que están a punto de comenzar con Canva, una de las plataformas de diseño gráfico en línea más reconocidas del mundo, para enseñar a maestros en toda América Latina a usar la herramienta para crear sus propios contenidos; y una más con iGravity, un fondo con respaldo del Gobierno suizo, para desarrollar herramientas de inteligencia artificial para docentes. Para enfrentar esos proyectos, cuenta con 65 colaboradores en Colombia, República Dominicana, México, Guatemala, España y Venezuela.
Moreno, que encuentra en su hijo Federico, de 3 años, la motivación para seguir trabajando por transformar la educación –al punto de escribir cuatro libros infantiles para él con apoyo de herramientas IA– habla claro sobre el futuro: “Critertec tiene que seguir siendo esta empresa multinacional que logre devolverle la esperanza a Latinoamérica. Existimos para que la región cierre la brecha que tiene con el resto del mundo y pueda tener a los mejores docentes, a estudiantes que tengan agencia en sus proyectos de vida. Ese va a ser nuestro norte en los próximos 20 años”.
