Foto: Estefanía Leal/Archivo El País.
Algunos de los métodos delictivos que se han reportado en las últimas semanas —secuestro con amputación de extremidades o la aparición de cuerpos calcinados—, no son nuevos, pero continúan llamando la atención de los investigadores debido a que son típicos de pandillas o cárteles extranjeros. Se trata de señales características del crimen organizado y tienen como objetivo servir de mensaje para los deudores.
El sábado a la noche, vecinos de Villa García escucharon gritos de auxilio, por lo que alertaron a la Policía. Sobre las 22:00 llegó un grupo del PADO a Ruta 84, esquina Los Castaños. Allí encontró a un hombre ensangrentado pidiendo ayuda.
Si bien el afectado no quiso realizar denuncia —lo que despertó sospecha—, brindó un relato primario a los funcionarios, aunque tuvo algunas contradicciones. Según dijo, se encontraba en su casa ubicada en la zona de la Laguna del Sauce, en Maldonado, cuando un grupo de hombres lo hizo subir a un vehículo por la fuerza.
Desde allí fue llevado a una casa ubicada en Toledo, en el límite entre Montevideo y Canelones, dijeron fuentes del caso a El País. Allí lo habrían obligado a consumir droga y torturado, lastimando varios de sus dedos y amputando dos de ellos: el meñique y el anular de su mano izquierda. La víctima —de 42 años y con antecedentes por tenencia de estupefacientes— declaró que el reclamo de los agresores fue por una carga de droga, pero que él desconocía sobre eso.
Los informantes señalaron a El País que la hipótesis principal es que efectivamente se trata de una deuda por drogas. «Quedó debiendo dinero a quien no debía. Es una clara señal para él, pero también para otros», afirmaron.
Si bien el hombre dijo no querer denunciar por «temor a represalias», Policía y Fiscalía comenzaron una investigación de oficio para dar con los responsables. Se trata de un caso en el que están trabajando reparticiones de Montevideo y Maldonado, en el que será clave una posible reconstrucción por cámaras de videovigilancia.
«Estas advertencias no son nuevas, pero se ven cada vez con más frecuencia en Uruguay. Un dedo cortado, un disparo en una extremidad. Son señales», indicaron los informantes.
Se trata de modalidades «importadas» del exterior, donde grupos delictivos han creado códigos de comportamiento, entre los que se encuentran este tipo de «avisos». Suelen aplicarse en caso de deuda o ajustes de cuenta, aunque también podría aplicarse el corte de dedos para obtener información.
En los últimos años se han registrado varios episodios de estas características. En 2019, un joven de 25 años fue secuestrado por una banda del Cerro de Montevideo. Los criminales enviaron a la madre de la víctima fotos de su hijo con un dedo cortado. Luego hicieron lo mismo con una oreja.
En 2023, una mujer que manejaba una boca de droga desde una vivienda de Maldonado, donde cumplía prisión domiciliaria, fue imputada por haber ordenado el corte de un dedo de un deudor. Lo hizo uno de sus «perros» —persona de la jerarquía más baja— con un machete.
Casos de tortura y crueldad sustituyen en algunos casos los homicidios, con el objetivo de dejar claro un mensaje a los deudores o «mexicanos» —ladrones de bocas—: no meterse con ellos.
La costumbre Yakuza de cortar dedos
Cortar dedos es una práctica que se ha adaptado en el mundo del narcotráfico como mensaje para integrantes de una misma banda o de sus contrarios, pero se trata de un accionar que tiene su origen cientos de años atrás.
El rito de yubitsume —acortamiento de dedos—, adquirido por la mafia Yakuza en Japón, consiste en que una persona se ampute a si misma un dedo, para entregarlo a un superior como una disculpa al fracasar en una misión o provocar una pérdida para el negocio. Esto surgió de jugadores ambulantes japoneses, quienes para cubrir una deuda económica entregaban un dedo. Por lo general era el meñique, lo que dificultaba el agarre de la katana, haciéndolos más débiles.
En Japón, debido a que los integrantes de la Yakuza quedan marcados de por vida luego de abandonar la mafia, hay personas que se especializan en la colocación de prótesis de dedos. De esta forma pueden reinsertarse en la sociedad sin ser identificados como exintegrantes de este grupo.
En pandillas o cárteles, esta práctica se aplica de forma diferente. En estos casos, suele ocurrir que un líder ordena cortar una extremidad a una persona de menor jerarquía debido a deudas o ajuste de cuentas. Arrancarle una falange de un dedo o una oreja a un adicto deudor o a un delincuente que robó dinero de una “boca” de drogas se transformó en un aviso.
Cuerpos con disparos y calcinados
Los investigadores policiales están detrás de múltiples episodios de violencia ocurridos en los últimos días, algunos tienen que ver con homicidios que terminaron con los cuerpos de las víctimas prendidos fuego.
Uno de ellos fue el del exjuez y abogado Luis Delfino. Sus restos aparecieron calcinados en el baúl de su propio auto en un descampado del barrio Flor de Maroñas. Fuentes del caso dijeron a El País que presumen que fue asesinado en un barrio cercano y luego trasladado. Estudian los últimos movimientos y vínculos de la víctima, para llegar a quién estuvo detrás de este asesinato.
Días después de la muerte de Delfino fue encontrado un hombre asesinado dentro de su casa, que había sido incendiada. Esto ocurrió el pasado jueves en la ciudad de Tranqueras, en Rivera. Testigos dijeron a la Policía haber escuchado más de cinco disparos. Todo indica que se trató de un ajuste de cuentas.
Investigadores de homicidios señalaron a El País que estos casos pueden ser una «señal para otros deudores», pero que principalmente responden a un «aumento generalizado de violencia», muchas veces replicando bandas de otros países mediante métodos «improvisados».
