Según un estudio de la organización Argentinos por la Educación, en la última década, la finalización de la escuela secundaria en Argentina experimentó un avance sostenido: la proporción de jóvenes de 25 a 30 años que tienen título secundario aumentó del 67,6 por ciento en 2014 al 74,2 por ciento en 2024. Si bien persisten desigualdades por género y por nivel socioeconómico, entre los jóvenes más pobres (los del quintil más bajo) el salto fue mayor: la terminalidad pasó de 41,5 por ciento a 60 por ciento.
Las cifras surgen del informe “Terminalidad educativa: foco en la secundaria”, de Argentinos por la Educación, elaborado por Viviana Postay (especialista en gestión educativa), María Sol Alzú y Martín Nistal. A partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del INDEC, el informe releva las tasas de finalización de los niveles primario, secundario y universitario en los jóvenes argentinos de entre 25 y 30 años en 2014, 2019 y 2024. Además, analiza las desigualdades por género y por nivel socioeconómico, entre otras dimensiones.
Uno por uno, los datos del estudio
Los datos muestran que la primaria (obligatoria desde hace más de un siglo) se encuentra universalizada, con una tasa de finalización del 96,4 por ciento entre los jóvenes y adultos de 25 a 30 años. En la secundaria (obligatoria desde 2006), tres de cada cuatro jóvenes (74,2 por ciento) obtienen el título.
Al poner el foco en la secundaria, se ve que los mayores avances en la finalización de este nivel, fueron en las edades más tempranas: entre los jóvenes de 19 años, la proporción de graduados pasó del 52 por ciento en 2014 al 71,2 por ciento en 2024. En tanto, entre los de 30 años, la tasa de finalización se mantiene estable en torno al 70 por ciento.
“No debemos olvidar que la escuela secundaria responde a un contrato fundacional elitista y expulsivo, tampoco que su obligatoriedad registra menos de dos décadas. Por lo tanto, el crecimiento de la terminalidad en este nivel es un logro democrático importantísimo que no debe minimizarse, en particular por el aumento registrado de estudiantes de sectores sociales empobrecidos e históricamente excluidos de este espacio de formación que están logrando completarlo. El desafío continúa siendo compatibilizar esta positiva expansión del nivel con aprendizajes reales”, afirma Viviana Postay, coautora del informe.
Al analizar las diferencias por género, se observa que las mujeres tienen niveles más altos de finalización que los varones, tanto en primaria (97,6 por ciento versus 95,1 por ciento) como en secundaria, donde la brecha se amplía: 77,4 por ciento de las mujeres de 25 a 30 años terminaron la secundaria, en comparación con 70,9 por ciento de los varones de ese rango etario.
Las desigualdades por nivel socioeconómico se redujeron, pero siguen siendo significativas. Entre los jóvenes del quintil más pobre, el 60 por ciento finaliza la escuela secundaria, mientras que la cifra asciende al 92,2 por ciento entre los jóvenes del quintil más rico. En la última década, el crecimiento de la terminalidad fue mucho mayor en el quintil de menor nivel socioeconómico (+18,5 pp.) que en el de mayor nivel (+5,1 pp.).




“El informe pone de manifiesto una deuda con los sectores de menores recursos: si bien mejoraron la terminalidad, aun cuatro de cada diez de estudiantes de los quintiles de menores ingresos tienen secundaria incompleta”, señala Romina de Luca, investigadora del Conicet y coordinadora del área de educación del Centro de Estudios e Investigación en Ciencias Sociales (CEICS). Y agrega: “Si bien los números hablan de la mejora en el desempeño de las escuelas, esto no puede interpretarse en ausencia de la modificación de los regímenes académicos del nivel secundario y de las flexibilizaciones en las promociones introducidas durante la pandemia”.
Más allá de la finalización de la secundaria, los autores señalan también el desafío de la calidad: como mostró un informe previo de Argentinos por la Educación, actualmente solo el 63 por ciento de los estudiantes llega en el tiempo teórico al último año de secundaria (es decir, sin haber repetido ni abandonado), mientras que apenas diez de cada 100 estudiantes lo hacen en tiempo y forma, es decir, con aprendizajes suficientes de Lengua y Matemática (según las Pruebas Aprender).





