A sus 39 años y con una altura de 2,26 metros, Sergio “Chiquito” Gómez regresó a Misiones para estar junto a su padre. Sin empleo y con problemas de salud, busca apoyo para costear su tratamiento y tener un lugar donde vivir.
“Vine de Buenos Aires a quedarme, estoy buscando un laburo, lo principal. No tengo nada”, expresó en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Sergio tiene una afección conocida como gigantismo a raíz de un tumor en el cerebro, y actualmente vive en la casa de su padre, en el barrio 13 de Julio de Candelaria.
Desde la infancia, su vida ha estado marcada por esta condición: “A los 12 años tenía 1,95 metros y ahí empecé… Me fui para arriba”, relató. Con el tiempo, sus necesidades se hicieron específicas y costosas, debido a que debe, entre otras cosas, vestirse con indumentaria con talles específicos: “Todo especial, calzo ahora 55. En Argentina hasta el Nº 45, 47 como mucho conseguís, después de 50 para arriba hay que pedir afuera”, comentó sobre una de las dificultades que enfrenta en cuanto a sus calzados.
Su enfermedad sigue avanzando y requiere tratamiento urgente. “Tengo gigantismo, exceso de hormonas de crecimiento. Me tengo que operar y hacerme un chequeo completo” expuso.
Asimismo, contó que hoy jueves mantuvo una reunión con el director del Hospital Madariaga para avanzar en su tratamiento. “Hoy vengo del hospital. Hablé con el director y me dijo que lo que pueda ayudar, me va a ayudar. Van a intentar sacar turno en el Madariaga para hacerme un chequeo completo”, informó.
A esto último, agregó que “no se mide más” porque no quiere saber que sigue creciendo. Hace algunos años atrás, había declarado: “No trato de pensar lo que tengo como una enfermedad. Yo tomo como ejemplo lo que fue el Gigante González, que llegó a medir 2,31 y vivió 44 años. Yo lo tomo con tranquilidad y con la alegría de que todavía me siento bien. Soy un grandote feliz. Todos en algún momento nos vamos a ir”,
El hombre más alto de Argentina
Con sus 2.26 metros de alto, “Chiquito”, es el hombre con vida más alto de todo el país y más allá de tener este “récord” su cotidianidad no es nada fácil. Su altura le provoca dolores, tiene dificultades para bañarse y dormir. Actualmente está durmiendo en el piso de la casa de su padre, y un vecino amigo, se ofreció a construirle una “cama XL” para que pueda descansar con comodidad. Sin embargo, para poder contar con esa cama, también necesita un espacio amplio, con el cual hoy no cuenta.
Un laburante más
A lo largo de su vida ha trabajado en diversos empleos, principalmente como seguridad. “Los fines de semana laburaba de seguridad. De lunes a viernes ayudaba a un amigo verdulero. También tuve la posibilidad de poner un vivero y vender plantas”, recuerda con orgullo. Sin embargo, su situación económica se complicó cuando perdió su pensión no contributiva al ser empleado formalmente.
“Me agarró la empresa de seguridad y al mes me blanqueó. Como tengo una pensión no contributiva, eso saltó y me la cortaron. Tuve que dejar la empresa para que me devuelvan la pensión”, lamentó.
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Además de los problemas de salud y que hacen a la vida diaria, Sergio también sufrió una reciente ruptura amorosa. “Estuve más de 16 años casado y nos separamos. No iba bien la relación y todo coincidió con mi vuelta a Misiones. Todo junto pasó. Entonces, ella hace su vida y yo hago la mía”, señaló.
Actualmente, su objetivo es conseguir un terreno para poder tener su casa. “Lo principal que necesito es el terreno para mi casita. Nací acá y quiero, como se dice, en pocas palabras, morir acá”, confiesa.
El impacto de su altura en la vida diaria es inevitable. “Para mí es normal, pero la gente se asusta cuando me ve por la calle. Vienen, me agarran el brazo o se ponen al lado mío para sacarse fotos. Me dicen ‘el obelisco’”, comenta con humor. “Pero soy carne y hueso como cualquiera, no muerdo. Pueden saludarme, pueden sacarse fotos, pero la gente a veces me mira de costado y no se anima”, agregó con una sonrisa.
Necesita la ayuda de todos
Para generar ingresos, Sergio está organizando una venta de comida frente a la casa de su padre. “Voy a hacer pollo con mandioca el domingo. Lo que se pueda ayudar, tienen que ayudarme”, anunció. El evento se realizará en el barrio 13 de julio, sobre la calle Salomón A. Miel, a una cuadra de donde tienen sede los Bomberos Voluntarios de Candelaria. “Va a costar 10.500 pesos y va a estar listo entre las 12 y las 12:30“, detalló.
Por último Sergio, habló de su paso fugaz por el deporte. “Jugaba en el Club Tokio, pero fue un tiempo nomás. Después me fui a Buenos Aires”, comentó sobre su incursión en el básquet. Por ello, mencionó a Ernesto “Finito” Gehrmann, comentó que lo conoce desde hace años “es un excelente tipo”, expresó.
Su historia es un testimonio de lucha diaria. “Siempre le doy gracias a Dios que me da un día más de vida”, concluye, con la esperanza de recibir la ayuda que tanto necesita.