“El mejor infarto de mi vida” narra la historia de un escritor, Hernán Casciari, que sobrevive a un episodio cardíaco que tuvo en Uruguay, en diciembre de 2015, mientras estaba alojado en un Airbnb, en la casa de un matrimonio montevideano que no conocía. El evento, que inspiró el guión de la serie protagonizada por Alan Sabbagh en Disney+, dispara una cadena de interrogantes y dudas acerca de cómo se puede retomar la vida sexual después de un infarto.
Dice el filósofo Edmund Burke que «el miedo es el más ignorante, el más injusto y el más cruel de los consejeros». Por eso, los especialistas consultados por este medio insisten en la necesidad de recibir información médica que aclare los verdaderos riesgos y despeje las dudas sobre la actividad sexual luego de un infarto.
Mario Boskis es miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología (MTSAC). En diálogo con Clarín, refiere que el coito, como cualquier actividad física que aumente la presión arterial y la frecuencia cardíaca, puede desencadenar un infarto; pero la probabilidad es baja. “Aun en pacientes que han sufrido un infarto, si están compensados y sin síntomas, el riesgo de gatillar un nuevo evento cardíaco es bajo. Se estima cercano al 1% por año”, instruye.
En este escenario, Walter Ghedin, médico psiquiatra y sexólogo, señala que alrededor del 44% de las parejas ven afectada su vida sexual con una merma en el deseo, en la erección, en el orgasmo y en la baja frecuencia de encuentros.
¿Cómo influyen la edad y la condición física en la reanudación de la actividad sexual? La evidencia enseña, según refieren los especialistas, que tanto en hombres como en mujeres existe el doble de chance de tener algún tipo de disfunción al reiniciar la vida sexual.

“El gran nivelador es un estudio llamado ergometría que mide la capacidad funcional cardiovascular con una medida conocida como MET (la intensidad del esfuerzo físico más el consumo de oxígeno). Si alcanza al menos 4 Mets (que equivale a caminar 1.4 km en 20 minutos, sin síntomas), se da el visto bueno para retomar las relaciones sexuales”, razona Boskis.
El impacto de las emociones
Retomar el erotismo lleva tiempo. El temor por la sobrecarga física, la ansiedad por la posibilidad de desencadenar un nuevo episodio cardíaco, la inseguridad, la pérdida de disfrute (llamada anhedonia), el aislamiento social y la incertidumbre se apoderan de la mente del paciente que intenta retomar su actividad sexual. Así lo confirman las fuentes consultadas por Clarín.
Es que las emociones juegan un papel crucial y se diversifican a medida que la persona vuelva a tomar las riendas de su vida sexual. Según cómo se gestionen, pueden desencadenar la toma de conductas que faciliten o dificulten el proceso.
“El miedo a fracasar o a realizar un esfuerzo físico que ponga en riesgo la vida llevará a una ansiedad anticipatoria, desplegando pensamientos intrusivos de todas las fatalidades que podrían ocurrir. Esto hace que se el individuo se estrese, activando el sistema nervioso simpático que concluirá en una dificultad para tener una erección”, explica Alderete.
“Las parejas de quienes sufrieron un evento cardíaco también tienen temor a la hora de volver a hacerlo. Un estudio de una muestra de mujeres que padecieron un infarto reveló que el 57% sufre estrés antes de tener sexo y sus parejas o compañeros sexuales, un 47%”, ahonda Ghedin.

Otro sentimiento en que hacen hincapié los expertos es la culpa. Es que, según estudian, debido al evento coronario y a su consecuente proceso de recuperación, el paciente podría incurrir en la falsa creencia de que su condición de salud representa un obstáculo para su pareja.
Corazón medicado
Sin dudas, algunos medicamentos utilizados para proteger al miocardio, tras un ataque cardíaco, pueden generar disfunción eréctil en el hombre. Incluso, los antidepresivos, generar disminución de la libido en ambos sexos.
Por eso, los expertos consultados insisten en la importancia de conversar con el médico de cabecera ante la aparición de algún síntoma que altere la calidad de las relaciones sexuales. “No se debe abandonar ningún medicamento por cuenta propia”, pregonan.
De hecho, un tema polémico es el uso de fármacos para la erección o la clásica «pastillita azul» que no es ajena a la serie de Disney+: el protagonista, antes de sufrir el evento coronario, consume una de ellas para potenciar su desempeño sexual.
“Estos fármacos de uso frecuente dilatan las arterias coronarias. Existe evidencia de que sildenafilo (Viagra) o derivados podrían ser causa de infarto, pero los datos son controversiales. Aún así, la evaluación médica es fundamental a la hora de indicarlos luego de un período de estabilidad coronaria”, sintetiza Ghedin ante la consulta de Clarín sobre los posibles efectos sobre el corazón.
Y advierte que, muchas veces, la disfunción eréctil es el “síntoma centinela” de un futuro infarto, ya que indica que “el mismo factor que cierra los vasos del órgano genital masculino también podría estar afectando las arterias coronarias”.
Consejos para reanudar la vida sexual
En general, se estima que el paciente puede recuperar su vida sexual entre las dos y tres semanas de haber sufrido el evento cardíaco. Alexis Alderete es psicólogo y especialista en sexología clínica. Ante los avatares que pudieran presentarse a la hora de retomar la actividad sexual, recomienda reiniciar la “máquina” paulatinamente para que la ansiedad anticipatoria disminuya y la persona pueda ganar confianza en la intimidad.
“Comenzar con caricias y besos, concentrándose en las sensaciones y quitándole importancia al coitocentrismo para entender que la sexualidad se puede disfrutar desde una totalidad que atañe a cada pareja”, aconseja Alderete.
Si se presentan dificultades como una disfunción sexual, sugiere acudir a un urólogo o sexólogo clínico para despejar las dudas y que le brinde un plan acorde a su nuevo presente. Y repara en el esfuerzo físico: “es preferible elegir nuevas posiciones para evitar la fatiga. También es clave mejorar la comunicación en la pareja al momento de enfrentar los desafíos venideros».
Para perder el miedo y zambullirse en una vida saludable postinfarto, Boskis recomienda concurrir a un programa de rehabilitación cardiovascular, lo cual implica comenzar a realizar actividad física en un entorno controlado por cardiólogos, kinesiólogos y nutricionistas que incluye: entrenamiento de fuerza muscular y aeróbico, consejos alimentarios y asesoramiento en cambios de estilo de vida.
PS