El intestino delgado tiene bacterias, pero no tantas como el intestino grueso. Por eso, el exceso de bacterias en esta sección del sistema digestivo puede agotar los nutrientes que necesita el cuerpo y producir desnutrición.
El crecimiento excesivo de bacterias ocurre, en general, como resultado de una cirugía o de padecer una enfermedad.
Entonces, “ralentiza el paso de alimentos y desechos en el tubo digestivo y crea un caldo de cultivo para las bacterias”, según explica la Clínica Mayo, de Estados Unidos.
Conocer cuáles son los síntomas de esta dolencia resulta fundamental para recurrir al médico, quien hará diversos análisis para corroborar la existencia de sobrecrecimiento bacteriano en el intestino delgado, o SIBO, por sus siglas en inglés.

“El SIBO se produce cuando hay un aumento anormal de toda la población bacteriana en el intestino delgado, en particular de los tipos de bacterias que no se encuentran comúnmente en esa parte del tubo digestivo”, informa la Clínica Mayo.
Aclara que, aunque el SIBO es, a menudo, una complicación de una cirugía abdominal, también puede ser el resultado de problemas estructurales y algunas enfermedades.
Los principales síntomas de la afección son: pérdida del apetito, dolor abdominal, náuseas, hinchazón, sensación incómoda de saciedad después de comer, diarrea, flatulencias, pérdida de peso involuntaria y malnutrición.
Como la distensión, las náuseas y la diarrea son síntomas comunes a varios problemas intestinales, habrá que consultar el médico, en especial, si la diarrea es persistente, si la pérdida de peso es acelerada o si el dolor abdominal dura más que unos cuantos días.
“Para diagnosticar el SIBO, es posible que se te hagan estudios para comprobar si hay un crecimiento bacteriano anormal en el intestino delgado, una mala absorción de grasas u otros problemas”, dice la Clínica Mayo.
El especialista puede recurrir a una prueba de aliento, que mide la cantidad de hidrógeno o metano que se exhala después de beber una mezcla de glucosa y agua. Un aumento rápido del hidrógeno o del metano puede indicar la existencia de SIBO.

Otra prueba consiste en el aspirado del intestino delgado y el cultivo de líquidos. Para obtener la muestra del líquido, los médicos pasan el endoscopio por la garganta y a través del tubo digestivo superior hasta llegar al intestino delgado. Allí extraen una muestra del líquido intestinal que luego se analiza en el laboratorio.
Cómo se trata el SIBO
La manera inicial de tratar el SIBO es con antibióticos que, en poco tiempo, reducen significativamente el número de bacterias anormales. Pero las bacterias pueden reaparecer al suspenderse la administración del antibiótico.
Además, como los antibióticos eliminan la mayoría de las bacterias intestinales, tanto normales como anormales, pueden causar algunos problemas, como aumentar la diarrea. Por eso, los médicos optan por alternar diferentes fármacos.
Una parte fundamental del tratamiento es eliminar las deficiencias nutricionales que causa el SIBO. Por ejemplo, mediante suplementos de vitamina B-12, calcio y hierro.
En cuanto a la alimentación, si bien no se conoce una dieta específica para curarlo, algunos cambios ayudarán a reducir los síntomas. Estas son algunas recomendaciones del sitio especializado Tua Saúde:
- Hacer pequeñas comidas a lo largo del día, evitando platos abundantes
- Descartar alimentos y bebidas con alto contenido de azúcar
- Evitar productos con gluten y con lactosa