El legendario cantautor cubano Silvio Rodríguez regresó a la Argentina después de siete años para ofrecer un recital cargado de emoción, poesía y contenido político en el Movistar Arena. Aunque el músico se disculpó por estar visiblemente afectado de la voz, esto no impidió que el concierto fuera una celebración atemporal de su obra. El show, enmarcado en su gira sudamericana, sirvió para presentar su último disco, Quería saber, y hacer un extenso recorrido por su rica historia musical. Desde la primera canción, «Ala de colibrí», el trovador esparció un «conjuro mágico» que se sintió como un respiro frente al contexto social y político actual.
Un mensaje que trasciende generaciones
Una de las características más notables de la noche fue la confluencia de generaciones en el público: padres con hijos, y abuelos con nietos, todos unidos por canciones que, como «Sueño con serpientes», «Pequeña serenata diurna» y «Te amaré», vencen el paso del tiempo.
La música de Silvio resonó en clave de época, ofreciendo una poética que dialoga con valores como la solidaridad, la esperanza y la ternura frente al individualismo contemporáneo. En un momento de gran emotividad, el cubano se solidarizó con el pueblo de Palestina en la Franja de Gaza. Además, le dedicó la canción «Más porvenir» a Pepe Mujica, el expresidente uruguayo, a quien admira por su negativa a ceder al odio.
Homenaje a la trova cubana y la poesía
Silvio Rodríguez dedicó un mini set a sus compañeros de la trova cubana, compartiendo versiones íntimas de «Te perdono» de Noel Nicola y «Créeme» con su hija, Malva Rodríguez González, en el piano. El momento más significativo en este segmento fue la bellísima interpretación de «Yolanda», de Pablo Milanés, un compañero de generación recientemente fallecido.
El concierto también tuvo un quiebre de la mano del poeta y periodista Jorge Boccanera, invitado al escenario para recitar poemas. Boccanera generó un «paréntesis de silencio» y dedicó su poema «¿Será posible el sur?» a los trabajadores del Hospital Garrahan, apelando a la ilusión y el futuro, temas que sobrevolaron toda la noche.
La velada se acercó a su fin con clásicos como «Canción del elegido», la potencia de «El necio» —una oda a la perseverancia y los ideales—, «Historia de las sillas» y «Rabo de nube», interpretada solo con su guitarra, dejando en claro que, aunque la voz del trovador se sienta cansada, su poesía es invencible y eterna.