Hay grupos y solistas de rock que a lo largo de su carrera tienen solamente un gran hit, a veces anecdótico, a veces pintoresco, a veces genial. Por eso se las denomina «one-hit wonders» (maravillas de un solo hit).
En el otro extremo están aquellos artistas que consiguen tener éxito una y otra vez, hasta acumular 10-15 canciones icónicas que convierten a sus recitales en un desfile de temas clásicos y en toda una fiesta inolvidable.

Simple Minds, aquella icónica banda de los años ’80 que por momentos parecía competir palmo a palmo con colegas como U2, se ubica en el medio. No tiene solo un hit sino varios, pero tampoco lograron la continuidad de -justamente- U2.
Sin embargo, su tercera visita a la Argentina (1995 en Obras y 2005 en Costanera Sur/Personal Fest) resultó impecable y las 10 mil personas que llenaron el estadio Movistar Arena lo disfrutaron de punta apunta, bailando, saltando, haciendo coros y generando fuertes ovaciones.
Un estilo épico y grandioso
La clave del gran recital de Simple Minds está en la unión de sus buenas canciones, el sonido preciso de la banda actual y el desempeño escénico y vocal de Jim Kerr, cantante de 65 años y uno de los dos miembros originales de la formación que nació en 1977 (el otro es el guitarrista Charlie Burchill).

A lo largo de una hora y media, el grupo desplegó temas conocidos por todos como Someone somewhere in summertime, Waterfront, All the things she said, Sanctify yourself y Ghostdancing, pero increíblemente consiguió la misma respuesta entusiasta con el resto del material, sin que el show decaiga en ningún momento.
Hasta fue llevadero el solo de batería de Cherisse Osei, que derrochó carisma y talento a lo largo de todo el set.
Con simpatía e histrionismo, Kerr se comunicó con una combinación de inglés e italiano (ya que vive en Sicilia actualmente), mientras que promediando el concierto el bajista Ged Grimes dijo en castellano «Vamos a pasar una noche muy copada».

Párrafo aparte para (Don’t you) Forget about me, su mayor hit, que insólitamente no fue compuesto por el grupo sino por el productor Keith Forsey para la banda de sonido de Nosotros cinco. El público repitió una y otra vez el estribillo, logrando una versión entendida. Antes de los bises ocurrió algo similar con el coro futbolero de Sanctify yourself. Y en See the lights prendieron espontáneamente las luces de sus teléfonos.
El cantante presentó a la banda, subrayó que provienen de Glasgow, Escocia, y elogió al público con un elocuente «You sing beautiful!». No era para menos: la audiencia sorprendió al conjunto y brilló a la par.