El papa Francisco, fallecido a los 88 años, será despedido con un funeral que refleja su deseo de humildad y sencillez, rompiendo con tradiciones centenarias del Vaticano. Según lo establecido en la nueva edición del Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, aprobada en 2024, el pontífice será enterrado en un único ataúd de madera con interior de zinc, eliminando el uso de los tres ataúdes tradicionales de ciprés, plomo y roble.
El cuerpo de Francisco será expuesto en la Basílica de San Pedro sin el catafalco ni el báculo papal, permitiendo a los fieles rendir homenaje de manera más cercana y sencilla. Además, el papa será enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor, en lugar de las Grutas Vaticanas, siguiendo su devoción personal por la Virgen María.
Estas modificaciones reflejan el compromiso de Francisco con una Iglesia más cercana a sus fieles y alejada de la ostentación, destacando su deseo de ser recordado como un pastor humilde y no como un poderoso de este mundo.
Proceso de conservación del cuerpo del Papa Francisco
El cuerpo de Francisco será sometido a un proceso moderno de embalsamamiento, adaptado para preservar los restos durante los días de velatorio. Este procedimiento incluye el drenado de sangre, seguido por la inyección de una mezcla de productos químicos conservantes que incluyen tintes, alcohol, agua y formaldehído.
El formaldehído juega un papel clave en este proceso, ya que elimina las bacterias restantes y se une a las proteínas de las células para evitar su descomposición natural. Esto garantiza que el cuerpo pueda ser expuesto durante tres días, permitiendo que cientos de miles de fieles se despidan del pontífice sin evidencias de deterioro.
Aunque los detalles pueden variar con respecto a papas anteriores, esta técnica asegura que el cuerpo de Francisco se mantenga en condiciones óptimas para las ceremonias de homenaje.