Los microestados que tachonan el mapa de Europa saben que la soberanía también se juega en las telecos . O al menos empiezan a tomar conciencia de ello. De todos los existentes –Andorra, Mónaco, Ciudad del Vaticano, Liechtenstein, Malta y San Marino–, solo los dos primeros cuentan con un operador de telecomunicaciones de propiedad pública y dueño de las infraestructuras del país. Fuera de la geografía europea, pero vinculada a Dinamarca, Groenlandia se encuentra en la misma situación. Es un modelo que garantiza el control de los activos y evita abusos de terceros en el manejo de antenas, redes y centros de datos, en un mercado muy reducido sin espacio físico para una gran competencia. Sea o no la solución ideal, gana interés como parte del debate sobre la soberanía de estos microestados, cuyos operadores de telecomunicaciones se reúnen una vez al año para tratar cuestiones como esta.
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