Las cosas mejoraron y mucho en el vínculo bilateral entre la Argentina y España, afectado desde aquellos chisporroteos personales de mayo de 2024 que incluyeron acusaciones de “corrupción” de boca del presidente Javier Milei hacia Begoña Sánchez, la pareja del presidente español Pedro Sánchez, en pleno congreso del partido de ultraderecha Vox. Antes y después, aparecieron respuestas no menos contundentes de ministros del gobierno de España.
Pero la reconstrucción de las relaciones, normalizadas en lo formal con el intercambio de embajadores en Buenos Aires y Madrid, no alcanza aún a los presidentes. La prueba: mientras atraviesa una delicada etapa de su gestión, con acusaciones de corrupción que recaen sobre miembros del gobierno y del Partido Socialista, Sánchez iniciará el sábado que viene una gira sudamericana con tres paradas: Santiago de Chile, Montevideo y Asunción.
Buenos Aires, que seguramente será sobrevolado por el avión que utilizará el socialista español, no figura como parada en el plan de vuelo.
Habrá en Chile el 21 de julio un encuentro progresista de alto nivel entre Sánchez, el anfitrión chileno Gabriel Boric, el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el colombiano Gustavo Petro. Luego están previstas reuniones bilaterales de Sánchez con el presidente de Uruguay, Yamandú Orsi, en la capital uruguaya, y con Santiago Peña, presidente conservador de Paraguay, antes del regreso del mandatario español a Europa.
¿Y Argentina? “Las relaciones están bien, se privilegian los vínculos entre los pueblos y hay muchas inversiones españolas en el país”, contestan voces autorizadas a uno y otro lado del océano. Las gestiones para un encuentro cara a cara, siquiera informal, brillaron por su ausencia esta vez, a pesar de la cercanía física.
Sánchez estuvo en la Casa Rosada en junio de 2021, e incluso compartió una conferencia de prensa en plena pandemia y al aire libre con el entonces presidente Alberto Fernández.
Por otro carril, los diplomáticos hacen lo suyo para que la sangre no vuelva a llegar al río. Un dato alentador: desde que estallaran las acusaciones contra ministros y partidarios de Sánchez por casos de corrupción en la obra pública e incluso acusaciones de presuntos escándalos sexuales, no hubo desde el gobierno de Javier Milei una ola de críticas hacia el gobierno español. Un silencio que se sostiene también en la embajada argentina en Madrid, que lidera el empresario Wenceslao Bunge, cercano al canciller Gerardo Werthein, con un perfil alejado de las disputas y posicionamientos políticos del pasado reciente, y centrado en “conseguir inversiones” españolas para la Argentina.
La salida de Teherán, a las apuradas y con riesgo cierto y concreto en plena guerra, del encargado de la representación diplomática en Irán, Jorge Mariano Jordán, tuvo ribetes cinematográficos y aún no se ha contado el capítulo final.
Es que Jordán, diplomático de carrera, encargado de Negocios y en Irán desde el último tramo del gobierno de Alberto Fernández, debió ocuparse de su dramática salida y la de otros argentinos (entre ellos el cónsul en la capital iraní), unos 500 kilómetros por tierra en tiempo récord, mientras los misiles israelíes e iraníes surcaban el cielo en Medio Oriente.
En Azerbaiyán desde hace semanas, Jordán comparte oficina con la embajadora argentina en ese país, María de los Ángeles Bellusci, mientras espera nuevas instrucciones. Las perspectivas de retorno a Irán no son, por cierto, las mejores. A pesar de la tregua vigente desde el 25 de junio entre Irán e Israel −ambos se adjudicaron la victoria− las perspectivas de un retorno al conflicto bélico son palpables.
Y fuentes diplomáticas aseguran que nada garantiza la seguridad de los argentinos en ese país, menos con la perspectiva del comienzo del anunciado juicio en ausencia para los exfuncionarios iraníes acusados por su participación en el atentado a la AMIA, del que en estos días se cumplen 31 años.
Ubicado en un inusual (para él) y discreto segundo plano en el mundo libertario, y mientras Karina Milei privilegia apoyos y fondos para la Agencia Argentina de Inversiones (ex Marca País), Daniel Scioli hace los deberes sin hacer ruido desde el edificio de la calle Suipacha, donde tiene su sede la Secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes.
Cerca del “Pichichi” hablan de una motosierra propia, con un 43 por ciento de reducción del personal de toda la secretaría, supresión de cargos jerárquicos, transferencia a Seguridad del manejo del fuego y varios alquileres menos, como los dos pisos del edificio, con los que se ahorran en conjunto $350 millones.
Se cortaron, comentan por lo bajo en la secretaría, algunos gastos “exagerados” como la fotocopiadora −por la que se iban unos $54 millones−. Llegado a La Libertad Avanza con el apoyo del jefe de gabinete, Guillermo Francos, el exgobernador repite sus rutinas hiperactivas con viajes al interior, en busca de más ingresos por turismo. Aunque algunos hicieron circular su nombre como candidato, cerca suyo hacen silencio.
Juntas y distanciadas una y otra vez, los caminos de Elisa Carrió y Margarita Stolbizer vuelven a unirse, esta vez en la provincia de Buenos Aires. La semana pasada, el cierre de alianzas bonaerense encontró a la CC-ARI y al GEN en el mismo espacio, Somos Buenos Aires, que anotó a catorce fuerzas bastante heterogéneas, donde conviven peronistas como Florencio Randazzo, el exgobernador cordobés Juan Schiaretti y el (¿ex?) radical Facundo Manes.
De todos modos, el vínculo personal entre ambas sigue siendo de frialdad, con facturas no saldadas desde ambos búnkeres. En la ciudad de Buenos Aires, y ya pensando en octubre, las dos se movieron rápido. La hoy diputada nacional bendijo días atrás el hotel Querandí la candidatura a diputado nacional de Sergio Abrevaya, hoy presidente de GEN.
“Acuerdos, no extremos. Ni Estado ausente ni Estado corrupto. Un Estado que te sirva”, dijo Abrevaya, felicitado por la legisladora de Carrió, Paula Oliveto, a través de un video. Carrió “contestó” esta semana a través de fotos e imágenes junto al legislador porteño Hernán Reyes, candidato de la CC-ARI a diputado nacional, también en octubre.
En la calle Uspallata hay, por estas horas, una sensación de alivio. “Lo peor ya pasó”, dicen cerca del jefe de gobierno porteño, Jorge Macri, que retomó recorridas y actividades, luego del golpe que significara la derrota en las elecciones legislativas a manos de La Libertad Avanza.
El campamento macrista porteño, según cuentan protagonistas de la trama, espera el resultado de las negociaciones por las listas bonaerenses, que culminan el sábado, para definir un plan de acción para los próximos dos años, incluidas las elecciones de octubre. “Hay que repensar un frente. Si los libertarios son generosos en provincia, distribuyen lugares como corresponde y todo va bien, es un panorama. Si no lo hacen, pensaremos en otras confluencias”, susurran, discretos, desde el gobierno porteño.
Con la misma discreción, y con la hipótesis de un mal cierre bonaerense, el jefe de gabinete porteño, Gabriel Sánchez Zinny, y el jefe de asesores de Macri, Ezequiel Sabor, sostuvieron diálogos exploratorios con otras fuerzas “de centro”, como la CC-ARI, Confianza Pública y la UCR, que en la ciudad maneja Daniel Angelici. Nada dejado al azar, cuentan desde Pro porteño.