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sábado, mayo 17, 2025

«Sos muy flaquita, tu leche no alimenta»: las 10 barreras que hacen difícil dar la teta

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“Yo lloraba de dolor, él lloraba de hambre. Era desesperante”.

“Me dijeron: ‘sos muy flaquita, seguro tu leche no alimenta’. Me quedó esa duda siempre”.

Ambos testimonios reflejan algunos de los tantos obstáculos –muchas veces invisibilizados– físicos, emocionales, sociales y estructurales que suelen amenazar o interrumpir la continuidad de la lactancia materna exclusiva (LME), una práctica esencial para la salud del bebé.

La leche materna es fundamental en la nutrición y el crecimiento saludable de los bebés, por lo menos hasta los seis meses de vida. Pero sostener la lactancia exclusiva en el tiempo puede ser difícil debido a distintos factores. Así lo refleja un estudio del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) al que tuvo acceso Clarín y que será presentado este jueves a las 17 en el canal de Youtube de la UCA.

Las 10 barreras que obstaculizan la lactancia materna exclusiva

1) El sufrimiento físico al inicio de la lactancia acompañado de un fuerte impacto psicológico que puede incluir cuadros de ansiedad, dolores persistentes como grietas, mastitis o perlas de leche y, en algunos casos, depresión posparto.

“La percepción de tener ‘poca leche’ o que ‘no alimenta lo suficiente’ es una idea extendida que mina la confianza de muchas madres, especialmente en entornos con bajo nivel educativo, donde la presión familiar por introducir fórmula es mayor. En estos contextos, el entorno suele favorecer soluciones prácticas para liberar a la madre de tareas y permitir la participación de otros en el cuidado del bebé”, explica Tuñón.

2) La falta de información por parte del sistema de salud también puede actuar como una traba cuando ofrece leche de fórmula sin consultar o sin informar adecuadamente o cuando no garantiza un acceso oportuno a espacios de formación durante el embarazo. Por ejemplo, del informe se desprende que en Catamarca predomina una atención más paternalista con las madres ya que, en muchos casos, en el ámbito de los hospitales suele iniciarse a los bebés con lactancia alternativa.

3) Cuestiones neonatales. Algunas prácticas como el parto vaginal y el contacto piel a piel en la hora sagrada favorecen el inicio exitoso de la lactancia. En cambio, la merma del peso en las primeras semanas amerita que tenga fórmula, un parto por cesárea también dilata la probabilidad de que el niño tome contacto con la mamá en la primera hora de vida. “La cesárea me dejó muy dolorida. No podía ni moverme para darle el pecho”, asume una de las 250 mujeres que participaron en la investigación.

4) “Volví a trabajar y no tenía dónde sacarme leche. Se me cortó de a poco”, ejemplifica otra de las voces participantes. Otro factor que cobra fuerza es la falta de políticas laborales que permitan extender la lactancia, como licencias más amplias, la posibilidad de hacer home office, horarios flexibles y espacios adecuados en los lugares de trabajo (exclusivos, higiénicos, y con lugar de almacenamiento y refrigeración leche).

Muchas mujeres no encuentran espacios para sacarse leche en el trabajo. Foto Shutterstock
Muchas mujeres no encuentran espacios para sacarse leche en el trabajo. Foto Shutterstock

5) La estigmatización de amamantar en público que todavía perdura en ciertas regiones, especialmente en algunas ciudades del interior del país como en la provincia de Catamarca. “Me sentía observada todo el tiempo. No podía relajarme ni disfrutar”, “en la plaza me miraban mal por darle la teta. Me daba vergüenza”, confiesan otras participantes del estudio.

6) Las diferencias del nivel educativo. Las primerizas con menor nivel educativo se enfrentan a mayores presiones externas, menor apoyo profesional, acceso limitado a servicios de formación profesional con respecto a la LME y más dudas sobre sus capacidades. En cambio, aquellas con secundaria completa tienden a estar mejor informadas, aunque también sienten el impacto de la vuelta al trabajo y el cansancio acumulado, lo que en muchos casos las lleva a introducir fórmula por las noches.

7) La falta de experiencia previa. En las no primerizas, la experiencia previa permite manejar mejor ciertos desafíos, pero la presión del sistema de salud, el cansancio y la necesidad de atender a otros hijos muchas veces las empujan a complementar con fórmula. “Con tres hijos no tenía tiempo para prenderlo bien, terminé con mastitis”, ejemplifica una de las voces participantes.

8) Presión social. “Me presionaron para dar el pecho, pero nadie me enseñó cómo hacerlo, suele escucharse por parte de mucha madres. Es que en los contextos en que se desarrollan los procesos de cuidado y crianza también hay una idealización de la lactancia como un mandato y en ese sentido hay poco acompañamiento en los entornos familiares y laborales.

“Es necesaria una estrategia de comunicación más amplia para que el conjunto de la sociedad comprenda la relevancia que tiene la LME para el niño como ciudadano. Sus beneficios redundan en el conjunto de la sociedad y también impactan en la salud integral de la madre”, expresa Tuñón, en diálogo con Clarín.

9) Falta de apoyo familiar. «Mi pareja no ayudaba. Todo recaía sobre mí. Me cansé”, es una de las tantas alocuciones relevadas en el estudio que justifica este punto.

10) Ausencia de políticas públicas y cuidado de otros .“Mi suegra le daba fórmula cuando yo dormía, sin avisarme. Me sentí desautorizada”, confiesa una de las participantes. “Cuando el niño queda al cuidado de otras personas, muchas veces se introducen leches de fórmulas alternativas”, explica Tuñón.

Facilitadores: redes de sostén y contención

Como contrapartida a estas barreras, el informe destaca aspectos facilitadores que resultan claves para que la madre pueda sostener la LME. ¿Cuáles son?

Entre las herramientas más valoradas por las madres se visibilizan los grupos de apoyo y el acompañamiento posparto mediante chats médicos. También, el uso de redes sociales como TikTok para buscar información lo cual consiste en seguir a pediatras u otros profesionales que aborden el tema de la lactancia y a otras madres que comparten sus experiencias. “Es una práctica extendida que no distingue entre estratos sociales”, marca Tuñón.

“Participé de varios vivos en Instagram, de pediatras, que me ayudaron muchísimo a entender lo que me pasaba”. “El grupo de WhatsApp con la puericultora fue fundamental, contestaba todo, incluso a la madrugada”. “Yo en TikTok veía pediatras que explicaban todo, eso me hizo sentir que no estaba sola”. Son algunos de los relatos recogidos por el estudio que dan cuenta de la importancia que estos facilitadores tuvieron a la hora de sostener la LME.

Para Tuñón, los programas en red impactaron de forma positiva porque permiten que las mujeres armen una red de contacto entre ellas para compartir dudas, angustias y aspectos que puedan facilitar la LME. “Participan profesionales, pero también se ha evidenciado que la conexión entre pares es fructífera para lograr mejores prácticas. Esto les ofrece bienestar psicosocial y confianza en el ejercicio de la maternidad”, amplía.

En el marco de esta investigación, también se destaca como una iniciativa exitosa al programa gratuito “Preparación Integral para la Maternidad” (PIM) del Hospital Perrando de Resistencia, Chaco. Otros recursos claves de formación y acompañamiento son los servicios de puericultoras y los de “enfermeras de enlace” de algunos hospitales y clínicas. Incluso, mensajes inspiradores como: “Mi pediatra me decía: ‘dale, vos podés, seguí dándole la teta, es lo mejor que podés hacer’”.

Promover la lactancia materna es un objetivo contante en la salud pública argentina. La premisa va en consonancia con las pautas de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En todas las realidades, el mensaje es claro: la LME es más que una decisión individual. Se construye en comunidad, con información, con apoyo y con políticas públicas activas.

Los desafíos de la lactancia exclusiva y su continuidad desde la perspectiva de las madres” es el nombre del extenso documento que se presentó el jueves. El trabajo se realizó durante 2024 con madres de hijos e hijas de entre 3 y 15 meses de distintas regiones del país.

La investigación deja en claro que sostener la LME va mucho más allá del deseo de la madre. Requiere de condiciones estructurales, acompañamiento emocional y políticas públicas que no la dejen sola frente a un sistema que muchas veces le exige sin brindarle la contención necesaria.

MG

Redacción

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