El caos que está provocado Donald Trump con sus decisiones arancelarias ha despertado una gran conciencia mundial sobre que Estados Unidos ya no es un aliado de fiar. Ahora, medio mundo intenta reposicionarse en un nuevo orden geopolítico. El tópico que dice que de las crisis surgen las oportunidades. Puede que sea cierto en algunas circunstancias, pero las crisis también abren otras.
Ante este panorama de trumpadas , Europa tiene que cambiar el chip y rearmarse no solo en el sentido bélico, sino en otros muchos. Debe reindustrializarse para ser menos dependiente y, a la vez, tratar de mantener su papel de potencia. En esta batalla con múltiples frentes, a la capital catalana se le reserva un papel relevante gracias al Barcelona Supercomputing Center (BSC), una infraestructura clave para la innovación tecnológica que acaba de cumplir 20 años y que aloja ya la quinta generación del superordenador MareNostrum. Es una de esas maravillas desconocidas para el gran público.
El talento que EE.UU. va a desperdiciar originará un éxodo que tendrá entre sus destinos a Barcelona
Existen cinco supercomputadores en Europa conectados en red. Están en Finlandia, Italia, Alemania, Francia y en Barcelona. Es donde tienen lugar los grandes avances científicos y tecnológicos gracias a la capacidad de simulación que poseen y que no para de crecer. En una de las paredes del BSC, hay un chip de escasos centímetros cuadrados. Pues bien, él solo tiene más potencia que el primer MareNostrum, que ocupaba decenas de metros cuadrados en la capilla de la torre Girona. Hoy, todo aquel potencial que hace solo dos décadas nos parecía insuperable cabe en una caja de cerillas. Y va a más.
En el BSC, trabajan en la actualidad más de mil científicos, cada uno con un proyecto puntero. Los supercomputadores atraen talento de todo el mundo. Y como Trump también ha declarado la guerra a las universidades y aplicado severos recortes a la investigación médica que supondrán el despido de unos 10.000 científicos, todo este talento que Estados Unidos va a desperdiciar originará un éxodo que tendrá como uno de sus destinos Europa y, en especial, Barcelona, una de las ciudades preferidas por los investigadores por razones que van mucho más allá de su supercomputador.
El BSC va a abrir próximamente un superordenador para el uso de los departamentos de I+D de las empresas. Dejará de ser exclusivo para los científicos y va a ser un activo impagable. Además, ya de cara al futuro, han llegado ya a torre Girona dos ordenadores cuánticos para empezar a experimentar.
A esta tecnología aún le queda una década para que se noten sus capacidades, que se intuyen muy altas, pero Barcelona ya se prepara. Por todo ello, a la capital catalana le espera un papel clave en el futuro de una Europa que se aleja de su gran aliado desde la Primera Guerra Mundial. Puede que en este caso sí que Barcelona vaya a sacar petróleo high tech de las oportunidades que genere esta crisis.