En Tandil, la apicultura no es solo una tradición centenaria, sino una actividad que crece con fuerza gracias al empuje de productores comprometidos. En el marco del Día del Apicultor, que se celebra cada 21 de junio, Micaela Christensen -una de las referentes de Alfa Apicultura- reflexiona sobre el camino recorrido y el lugar que la miel empieza a ocupar en el universo de los productos típicos de la ciudad.
«Es una fecha especial para todos los apicultores de Tandil, que somos muchos, estimamos 200 registrados, así que somos bastantes los que festejamos», señala con orgullo Christensen, poniendo en valor a una comunidad que no siempre tiene la visibilidad que merece.
En los últimos años, ese colectivo se consolidó, y no solo desde la producción: «Creo que buscándole la vuelta a la actividad para que sea redituable, estar más acompañados y enriquecerse de la experiencia de otros, todo el trabajo grupal va tomando fuerza. Desde hace muchos años hay cooperativas o agrupamientos de productores y también se va viendo en otros eslabones de la cadena, como el grupo de fraccionadores de miel, que organizaron la Fiesta de la Miel de Tandil en mayo».
Alfa Apicultura es una de las principales marcas locales del rubro y, desde hace 25 años, sus impulsores vienen transitando un recorrido integral. «Primero como productores, después asesorando y dando servicios a los apicultores, fuimos armando la empresa. Desde hace un par de años, logramos armar nuestra planta propia, donde ya instalamos la sala de fraccionado, lo que nos ha permitido más visibilización con nuestra miel a nivel local», cuenta Christensen.
Esa expansión vino acompañada de una apertura hacia el resto de los productores: «Nuestra idea siempre fue la de compartir conocimientos. Los apicultores son muchos, porque siempre a nivel local, provincial o nacional, el mayor volumen de producción proviene de pequeños y medianos apicultores, que tienen otras actividades. En general, el apicultor está interesado en mejorar, capacitarse, compartir soluciones con otros. Hemos podido ir abriendo este caminito donde nos han tomado como referentes, lo que no quiere decir que sepamos todo, sino que uno va armando una red de apoyo para poder consultar».
La miel de Tandil empieza a reclamar un lugar entre los clásicos de la región. «Estamos trabajando para que así sea, soñamos con ser el producto que acompaña a los quesos y salamines, que también se piense en miel. Tandil tiene una historia de 100 años de apicultura y producción, la idea es seguir visibilizando y de a poco vamos logrando los objetivos», afirma.
Pero no se trata solo de tradición: la apicultura está íntimamente ligada al ambiente y a la ciencia. «Todos los cambios que se van viendo también cambian la manera de producir, así que estamos en contacto con gente del INTA y distintas entidades que se dedican a la investigación para darnos una mano», explica. En ese contexto, Alfa también incorporó nuevas unidades de negocios como una cabaña apícola y la gestión comercial de la miel. «Todo de la mano de cambios que hubo y se necesitaba ese apoyo. Ojalá podamos seguir creciendo y afianzándonos», desea.
La miel tandilense ya no es solo un complemento en la mesa: es el reflejo de un trabajo constante, silencioso y en red, que este 21 de junio tiene más motivos que nunca para celebrarse.