La creación del futuro parque natural de las Muntanyes de Prades en uno de los espacios de mayor valor medio ambiental del interior de Tarragona, detrás de la Costa Daurada, es una larga promesa que han mantenido viva los distintos gobiernos de la Generalitat en los últimos veinte años. Tras superar múltiples etapas y vicisitudes, si no hay un descalabro, por fin se hará realidad (2026) el que se convertirá en el segundo parque natural más grande de Catalunya: 43.700 hectáreas y 24 municipios del Baix Camp, Alt Camp, Priorat, la Conca de Barberà y les Garrigues, ya en Lleida. Solo el parque natural del Alt Pirineu es más grande.
El actual Govern, con el Departament de Territori a la cabeza, asegura que ya no hay marcha atrás. Para el Govern, en un contexto de crisis climática imparable, con temperaturas cada vez más extremas en verano y períodos de sequía más largos y recurrentes, la creación de un parque natural como éste es considerada estratégica. Una “red de infraestructura verde” entre los espacios prelitorales del Camp de Tarragona y las llanuras de Lleida. Un enorme desafío (95 hábitats y 4.000 especies distintas) entre espacios naturales muy singulares como las Muntanyes de Prades, los bosques de Poblet, declarados desde hace 40 años como paraje natural de interés nacional y con su propio órgano de gestión, o la sierra de Montsant, con un parque natural propio creado en 2002.
Tras una larga espera, el Govern asegura que no habrá marcha atrás a pesar de algunas voces contrarias en el territorio
Se trata de un enorme reto a nivel de gestión que hace imprescindible el diálogo y el entendimiento entre múltiples actores en un territorio amplio y diverso, y humanizado. El proceso de creación del futuro parque natural, reactivado hace un lustro, se encuentra ahora en medio del proceso participativo con la presentación de las alegaciones. Como ha sucedido históricamente con la creación de cada nuevo parque natural, emergen voces discordantes, algunas muy contrarias. El último parque se creó en 2015 (parque natural de las Capçaleres del Ter i del Freser).
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En el Priorat, algunos municipios alertan del perjuicio que podría crear al sector agrícola y ganadero la nueva delimitación y figura de protección, por lo que han presentado alegaciones. Ven un exceso de restricciones y limitaciones para un colectivo, el de los agricultores, contra las cuerdas después de la histórica sequía y de una crisis permanente. Colectivos como Revolta Pagesa alertan ante un posible incremento de la burocracia.
En la Conca de Barberà también han surgido voces contrarias. En Montblanc se reunieron esta misma semana unas 300 personas, muchos agricultores y también propietarios forestales, bajo un lema unitario: “parque natural sí, pero no así”. Exigen al Govern que se les tenga en cuenta y se busque el consenso.
Una de las dificultades está justamente en la diversidad territorial del futuro parque natural, ambicioso porque quiere incluir un enorme corredor natural. Algunas de las alegaciones pedirán justamente esto, un trato diferenciado en función de cada territorio y una delimitación distinta a la puesta sobre la mesa.
Otra de las dudas está acerca de los recursos que se destinarán para preservar y gestionar el nuevo gran parque natural. Casi todos los espacios medioambientales que serán incluidos ya disponen de figuras de protección, como la Xarxa Natura 2000, pero la oportunidad emerge al entender de los valedores del proyecto en la dotación por fin de recursos económicos. Se exigen compensaciones y ayudas directas a los agricultores y ayuntamientos implicados.
No todo han sido actos a la contra. Cerca de cuarenta entidades de Tarragona y de la parte de Lleida (Plataforma Cívica pel Parc Natural de les Muntanyes de Prades) reivindicaron hace unos días el nuevo parque por ser una “oportunidad única” para la conservación del patrimonio natural y cultural, y el desarrollo socioeconómico de un territorio diverso.