La desaparición y posterior hallazgo sin vida de Débora Damaris Bulacio, en Necochea, quedó rodeada de un detalle que heló a los investigadores: su pareja, Ángel Andrés Gutiérrez, y principal sospechoso del caso, le envió mensajes al WhatsApp de ella cuando la mujer ya estaba muerta. Los textos, que aparecieron en la madrugada del domingo, forman hoy una de las piezas más contundentes de la acusación en su contra.
Los investigadores determinaron que tras golpearla, estrangularla y enterrarla cerca del camping Miguel Lillo, Gutiérrez comenzó a escribirle como si desconociera lo qué había ocurrido. En el expediente figuran dos mensajes enviados a su celular: “Morocha, ¿me rompiste la carpa y no venís a dormir acá?” y “¿Dónde estás? Te busqué por todos lados”.

Para la Fiscalía, esos textos muestran un intento de construir una coartada y sugerir que la mujer se había ido por su cuenta. “Buscaba favorecerse ante una posible detención”, explicó el fiscal Walter Pierrestegui, quien además confirmó que la secuencia temporal de los mensajes es incompatible con cualquier explicación que no sea la simulación.
Gutiérrez fue detenido poco después, cuando intentaba abandonar la ciudad haciendo dedo en la ruta. Desde entonces permanece preso con prisión preventiva, imputado por homicidio doblemente agravado por el vínculo y por mediar violencia de género, una figura que prevé la pena más alta del Código Penal.
La reconstrucción del femicidio
La investigación confirma que Débora, de 38 años, fue atacada entre el sábado a la noche y las primeras horas del domingo. La autopsia reveló estrangulamiento manual, golpes y lesiones compatibles con arrastre. Su cuerpo apareció semienterrado en un sector próximo al camping donde había sido vista por última vez.

Una cámara de seguridad de la zona aportó un indicio decisivo: en las imágenes se percibe a una persona moviéndose con una linterna o un celular en dirección al área donde luego se halló el cuerpo. Para la Fiscalía, esa grabación ayudó a delimitar el punto exacto de búsqueda y a reconstruir el trayecto del acusado después del ataque.
Los análisis periciales se complementaron con testimonios del camping y con el trabajo de los equipos tecnológicos que rastrearon la actividad del teléfono de la víctima. Con ese material, los investigadores ubicaron la ventana horaria del crimen entre las 22 del sábado y las 5 de la madrugada del domingo.
Gutiérrez, en tanto, se negó a declarar ante la Justicia y también evitó someterse a pericias psicológicas y psiquiátricas, una postura que la Fiscalía consideró “llamativa”





