En el restaurante Can Narra de Llançà, en la pared que separa los dos comedores –el interior, con la barra y el que tienen instalado frente a la gran vidriera– había dos peces naturalizados, de formas ondulantes, como si estuvieran nadando. Estaban desde hacía años y tenían un color dorado, de pescadito frito. Cuando era pequeño, mi hijo se aburría en los restaurantes y quiso saber cómo se llamaban. Se lo pedí a Vicenç, el camarero de toda la vida, que entró en la cocina a preguntárselo a los propietarios, Montse y Josep. Salió diciendo: “ És una gata paira: un tauró ”. Ah, vale, el famoso gat .

Peces en el océano
CC0
Hace años, en el Museu de la Ciència de la Fundación La Caixa había uno, en una pecera, que tuvo una cría: el huevo parecía un hueso de ciruela. Los del comedor de Can Narra eran mucho mayores: por eso las hicieron naturalizar. Debía saberles mal que, a medida que pasaban los años, se encogieran un poco. Hasta que llegó un momento en que no quedaba nadie que recordase aquel palangre excepcional en el que salieron aquellos peces memorables. Me gusta que en un restaurante, además de comer muy bien, te sirvan una lección de memoria y de vida. De las dos gata pairas solo queda una: la otra se debía estropear.
Mira por dónde, leyendo Albi , una novela de Juli Vallmitjana de los años treinta ambientada en un pueblo de la costa que podría ser Cadaqués, Vallmitjana habla de un chaval que no tiene padre ni madre y que vive en una casa en ruinas. Un hombre viejo, Neli, instalado en una barraca de pescadores en una cala, se ocupa a ratos de él. El chico tiene ansias de saber. Dice Albi, que es quien narra la historia: “Tornà a entrar amb un gat vaire, el posà pla al pedrís del llindar i amb tota cura li anava traient la pell. Jo el volia ajudar i no ho volgué dient-me que em convenia estar quiet o se’m remouria altra vegada el ventrell (el chico se había caído en un lavadero y estaba medio mareado: por eso Neli le albergaba en su casa). Quan el va tenir ben escorxat el penjà davant d’una finestreta.- Així l’aire el ressecarà i quan estarà bem ressec el guisaré amb patates, no hi ha peix en mar que m’agradi més.”
Salió al comedor de Can Narra: ‘És una ‘gata paira’: un tauró’. Ah, vale, el famoso ‘gat’
Oooooohhhhhh. ¡La gata paira de Can Narra que Neli ponía a secar como hasta hace poco se dejaban secar congrios y peixopalos, para poder guisarlos! Albi de Vallmitjana es un libro extraordinario y, juntamente con los cuentos de Ruyra, All i salobre de Sagarra y algunas páginas de Pla ofrece un testimonio vivo sensacional de los peces y la forma de pescarlos, con descripciones formidables de reflejos y colores. Dentro de poco, cuando del mar se sacarán solo medusas, estos libros serán como la gata paira de Can Narra: el testimonio de un mundo fabuloso que existió.
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(La gata paira de Can Narra, que medía más de un metro, era un Scyliorhinus canicula, mientras que el gat del Museu de la Ciència –dos palmos– era un Scyliorhinus stellaris , pero no cambia nada).