Entre las ficciones que lograron instalarse en la conversación global de los últimos años, Anatomía de un escándalo ocupa un lugar destacado. Estrenada en 2022, esta miniserie británica de seis capítulos cautivó a millones de espectadores por su intensidad dramática, sus giros judiciales y su retrato descarnado de los abusos de poder en la política. Basada en la novela homónima de Sarah Vaughan, plantea una reflexión tan actual como necesaria: la del consentimiento en las relaciones y las consecuencias del privilegio en un mundo donde las apariencias lo son todo.
La trama se centra en James Whitehouse (Rupert Friend), un ministro del Parlamento británico con una carrera en ascenso y una vida familiar aparentemente perfecta junto a su esposa Sophie (Sienna Miller). Todo se derrumba cuando estalla un escándalo que lo coloca en el centro de una acusación de violación por parte de una de sus empleadas. A partir de allí, el matrimonio se enfrenta a un juicio mediático y judicial que amenaza con destrozar no solo su reputación, sino también su intimidad más profunda.

En el otro extremo está Kate Woodcroft (Michelle Dockery), una abogada con gran prestigio profesional que lleva adelante la acusación y que ve en este caso no solo una oportunidad de justicia, sino también un ajuste de cuentas personal. El choque entre ambos mundos —la política y la justicia— se convierte en el corazón de la serie, que tensiona en cada episodio la línea entre verdad y poder.
La producción, escrita por David E. Kelley (responsable de éxitos como Big Little Lies) junto a Melissa James Gibson, y dirigida en su totalidad por S. J. Clarkson, logra combinar la elegancia de un drama británico con la tensión de un thriller psicológico. La puesta en escena, sobria pero contundente, refleja el contraste entre la fachada de la élite londinense y la oscuridad de los secretos que intenta ocultar.

Con un elenco sólido que incluye también a Naomi Scott, Josette Simon, Geoffrey Streatfeild y Joshua McGuire, Anatomía de un escándalo no solo atrapa por su guion y actuaciones, sino también por la capacidad de abrir debates en la sociedad. En un momento en que las discusiones sobre consentimiento y violencia sexual atraviesan la agenda pública, la serie propone un espejo incómodo pero necesario.
Breve, adictiva y provocadora, la miniserie confirma por qué Netflix sigue apostando a producciones que, con apenas seis episodios, logran tanta repercusión como temporadas enteras de otros títulos. Anatomía de un escándalo es de esas historias que no se olvidan fácilmente: obliga a pensar, incomoda y mantiene atrapado hasta el final.