Después de casi dos décadas juntos, Nicole Kidman (58) y Keith Urban (57) sorprendieron al mundo al anunciar su separación. La noticia, adelantada por TMZ y confirmada luego por medios como Daily Mail, generó un fuerte impacto no solo entre sus fanáticos, sino también en la industria del entretenimiento, donde ambos eran considerados una de las parejas más sólidas.
El anuncio llegó en un momento inesperado: en junio habían celebrado con una publicación conjunta sus 19 años de casados y, apenas un mes antes, se mostraban sonrientes y cómplices en los Premios de la Academia de Música Country.
Sin embargo, fuentes cercanas revelaron que la decisión de poner fin al matrimonio no fue mutua. Kidman estaría “desconsolada” y habría intentado mantener en pie la relación principalmente por sus hijas, Sunday Rose (17) y Faith Margaret (14).
Una historia marcada por luces y sombras
El romance entre la actriz australiana y el músico de country comenzó en 2005 y se consolidó rápidamente: en 2006 celebraron una boda en Sídney rodeados de estrellas. Ese mismo año, Urban ingresó a rehabilitación para tratar sus adicciones, un episodio que la pareja describió como una prueba que, lejos de separarlos, los unió más.
Con el tiempo, se transformaron en uno de los matrimonios más fotografiados de Hollywood. Juntos brillaron en alfombras rojas como los Globos de Oro, los Oscar, la Gala del Met o los Grammy. Urban llegó incluso a dedicarle canciones desde el escenario, mientras Kidman hablaba públicamente de él como su “profundo, profundo amor”.
La distancia y el final de una era
Detrás de las cámaras, la historia era más complicada. Las apretadas agendas profesionales —los rodajes de Kidman y las giras internacionales de Urban— fueron generando una distancia difícil de remontar. Según allegados, el músico habría sido quien dio el primer paso hacia la ruptura. La compra de una nueva residencia en Nashville, a la que ya se habría mudado, fue interpretada por muchos como el gesto definitivo de que el final era inevitable.
“Su vida se movía en direcciones diferentes y, una vez que instaló en silencio su propio lugar, dio la impresión de que la escritura estaba en la pared”, aseguró una fuente cercana al entorno del artista. En los círculos íntimos de la pareja ya se hablaba desde hace tiempo de que llevaban vidas por separado.
Un divorcio con millones en juego
Más allá del aspecto emocional, la separación abre un complejo capítulo legal y patrimonial. Kidman y Urban construyeron juntos un imperio inmobiliario valorado en más de 280 millones de dólares, con propiedades en Australia, Estados Unidos y Nueva York. Entre ellas, una finca en los Southern Highlands, un lujoso dúplex en Manhattan, una mansión en Beverly Hills y hasta seis apartamentos en un exclusivo rascacielos de Sídney.
El reparto de estos bienes promete ser un proceso largo y minucioso, ya que muchas de las propiedades están registradas a nombre de distintas sociedades. Por el momento, ni la actriz ni el músico han hecho declaraciones públicas sobre cómo resolverán este tema.
El apoyo más cercano
En medio de este escenario, Nicole Kidman atraviesa un duro momento personal. Según trascendió, su hermana Antonia se ha convertido en un sostén fundamental en este tiempo, acompañándola mientras asimila el final de una relación que ella no quería soltar.
Aunque el divorcio tomó por sorpresa a muchos fanáticos, las señales ya estaban presentes. Hoy, tras 19 años de matrimonio, complicidad y una historia compartida que parecía indestructible, la pareja cierra un capítulo que había marcado tanto sus vidas como la de toda una generación de seguidores.
Fotos: Fotonoticias
