Todavía siento un poquito de pena por Olivia Nuzzi

Olivia Nuzzi siempre ha sabido identificar una buena historia, especialmente cuando puede ponerse en medio de ella. El ahora infame periodista, que perdió un codiciado puesto como corresponsal en Washington para Nueva York revista el año pasado, cuando surgieron detalles de que había tenido un romance de sexting con el ahora secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy Jr., después de perfilarlo, está de regreso con un nuevo libro, canto americanoy una gira publicitaria sobre toda la sórdida situación. Principalmente sobre ella misma.

Pero llamó la atención nacional por primera vez cuando escribió un contarlo todo para Nueva York Noticias diarias sobre la fallida campaña de Anthony Weiner para la alcaldía de 2013 (por su propio sexting y más), desde el punto de vista de la pasante de campaña de 20 años que había sido durante aproximadamente un mes. (¿La principal revelación? La llamó a ella y a varios otros pasantes por el nombre de “Mónica”. Sin comentarios).

Tengo un vago recuerdo de haber defendido a Nuzzi en Twitter y haber recibido un agradecimiento digital de su parte, cuando el director de comunicaciones de Weiner vino tras ella en términos crudos y sexistas, llamándola «perra», «puta», «imbécil» y «coño», prometiendo arruinarla en Nueva York. No necesitaba preocuparme por ella; Nuzzi pareció tener la última palabra, por un tiempo, convirtiendo su nueva fama en un trabajo como Nueva York primer corresponsal en Washington a la edad de 22 años.

Habiendo perdido esa prestigiosa posición el año pasado por su romance secreto con Kennedy, Nuzzi podría haber pensado canto americano le daría otro última palabra. Por desgracia, no es así. Incluso antes de que se publicara el libro, su ex prometido, Ryan Lizza…él mismo se dejó ir El neoyorquino sobre lo que la revista llamó “conducta sexual inapropiada”—usó el surgimiento de su ex del exilio para acelerar su decepcionante Substack, con una exposición hasta ahora de cuatro partes de las fechorías románticas y periodísticas de Nuzzi, que, de ser ciertas, van mucho más allá de un sexting grosero con un político aún más grosero (o “El Político”, como ella lo llama pretenciosamente en sus memorias).

No quería saber nada de esto, pero es mi trabajo. Puedes decidir si seguir leyendo o no.

Pero primero déjame a Nuzzi, al menos brevemente. Conozco la mayoría de los tristes nombres en negrita en esta historia. La primera vez que me crucé con Lizza fue cuando escribí algunos artículos para La Nueva República en el siglo pasado, cuando él era sólo un niño y comenzaba allí, y lo vi regularmente durante las siguientes décadas, siendo vagamente amigable mientras se elevaba muy por encima de mí, social y profesionalmente. Me hice amigo de Nuzzi en Twitter después de defenderla del sexista director de comunicaciones de Weiner (quien resulta que se convirtió en uno de los amigos más cercanos de Nuzzi en la vida real, porque, por supuesto; su libro nos dice que también es amiga de las decanas malas Maureen Dowd y Sally Quinn), y ella siempre me saludaba semicálidamente en los eventos políticos.

Mientras defendía al (pensé) estudiante universitario indefenso contra la campaña de Weiner, resulta que Nuzzi estaba saliendo y/o viviendo con el entonces titán de MSNBC Keith Olbermann (34 años mayor que ella), a quien edité cuando era (brevemente) un Salón columnista. (Lizza habló sobre su relación en la primera parte de sus febriles publicaciones). Olbermann, lejos de su Cuenta atrás pico de fama, aprovechó la oportunidad para confirmar e incluso elaborar Las revelaciones de Lizza, asegurándose de que todos sepamos que le dio a Nuzzi decenas de miles de dólares en ropa y joyas costosas de diseñador, porque ¿qué más se suponía que debía hacer… “¿Conseguir sus certificados de regalo de Kmart?” No, no me lo estoy inventando. Él dijo eso.

Ah, también edité a Kennedy en un artículo (sobre el vínculo inexistente entre el autismo y las vacunas) que Salón terminó retrayéndose. uno de los peores experiencias en mi vida profesional. Una de las peores personas que he conocido.

A menudo me he sentido un poco repulsivo cuando pienso en conocer a alguna de esas personas, ya que las he visto actuar, a menudo de manera vergonzosa, en el escenario político, incluso antes de saber lo que hacían en sus vidas personales, a veces a espaldas de los demás. Me hubiera gustado que todo esto se hubiera quedado a mis espaldas.

Pero bueno, me pagan para ser duro con la depravación. Especialmente cuando se encuentra en los niveles más altos del periodismo y la política.

A pesar de todo esto, todavía siento un poco de lástima por Olivia.

Déjame retroceder un poco, a-Nuzzi yo mismo, por así decirlo. Permítanme empezar de nuevo con una historia antigua al estilo de una pirámide invertida. Si no eres un adicto a las noticias, como sabemos, Nuzzi no lo era, según un perfil adulador reciente en Los New York Times“A Nuzzi le importaban menos las noticias de última hora que exponer las debilidades y la vanidad de Trump y la gente dentro de su órbita”; una historia de pirámide invertida te dice lo que es grande e importante, en la parte superior, y luego entra en detalles más pequeños, como, por ejemplo, la poesía “erótica” que RFK Jr. le envió a Nuzzi, o su cerebro, mucho más tarde. (Estoy ignorando la poesía supuestamente erótica).

Así que si tuviera que empezar de nuevo, diría canto americano es una historia triste y extrañamente contada sobre una niña sin madre que técnicamente tuvo una madre hasta bien entrada la edad adulta, y una niña de papá cuyo padre, trabajador sanitario, hizo todo lo posible pero no pudo protegerla de su madre alcohólica y abusiva. Ambos murieron jóvenes. Esa es la historia. (Además, el abuelo paterno Tony dejó a su esposa por una chica de 16 años, dice). Nuzzi sale con hombres mayores espeluznantes porque todavía anhela la protección de papá, pero también los odia porque no pueden protegerla, ni siquiera de ella misma.

Ah, también: este es realmente un libro sobre Donald Trump, a quien ella perfilaba regularmente. Nueva York durante la última década, aunque los elementos de Trump son un lío, a veces literalmente un montón de cuadernos de viejas entrevistas que ella nunca publicó palabra por palabra. Pero Trump es la figura suprema de papá, y aunque no tengo evidencia, creencia, sospecha (o incluso curiosidad) sobre si hubo algo “romántico” entre ellos, uff, obtenemos muchos más detalles sobre sus muchas interacciones espeluznantes aunque castas que sobre su sexting (y consultoría de campaña, que es condenatoria) con Kennedy. A veces canto americanoun título casi auto satírico, parece decir: «Trump me obligó a hacerlo», todo el comportamiento vulgar, todas las poses sexuales (el libro hace que parezca que se identifica con Jon Benet Ramsey, Marilyn Monroe y Sharon Tate, y sabemos cómo terminaron). Nuzzi sabe claramente que ser una joven rubia atractiva llamó y mantuvo la atención de Trump, incluso cuando algo de lo que escribió sobre él no fue halagador. Aunque nada fue tan cruel como lo que escribió sobre el presidente Joe Biden, como su campaña, que describió como una Fin de semana en casa de Bernie esfuerzo, se estrelló y quemó.

Obviamente todavía siente debilidad por el violador juzgado, el estafador criminal convicto, el sedicionista que perdonó a los sediciosos violentos cuando, increíblemente, regresó a la Casa Blanca este año. En su última (conocida) entrevista con él, publicada con inexplicable extensión en el libro, ella halaga a Trump como un “artista” y señala que él “llevó el mundo del espectáculo a los negocios”. Tienen una gran relación entre ellos. Al leer el libro, mientras ella parece decir “Trump me obligó a hacer esto”, es posible que también pienses: “Pero Olivia, tú nos diste a Trump”. No solo, por supuesto. A muchos votantes estadounidenses les encanta ese Big Creepy Daddy; muchos otros periodistas se inclinaron por él, no por amor, a menos que se cuente el amor por el acceso y el dinero y la fama que conlleva.

Bien, ¿qué más necesitas saber sobre este triste libro? Si bien Lizza recibe «crédito» por revelar algunas de las peores fechorías de Nuzzi en nombre de Kennedy, como avisarle de algunas de las malas historias (oh, ese pobre osezno) que surgen sobre él, en realidad ella misma cuenta muchas de ellas, en su estilo vago y aparentemente ligeramente drogado. No, no admite haber tenido un romance con el exgobernador de Carolina del Sur, Mark Sanford, como alegó Lizza, el famoso Lotario del Sendero de los Apalaches, mientras cubría su campaña presidencial en 2019 (admítelo, parpadeaste y te lo perdiste, lo sé). Esa es la gran revelación de Lizza en la Parte I de su legendario (espera) algún día “Cómo me enteré”. Aunque confiesa haber hecho mucho trabajo de apoyo a Kennedy en su libro, Lizza revela mucho más, y me temo que su gira de rehabilitación, centrada no sólo en el libro sino también en un nuevo trabajo como editora de la Costa Oeste para Feria de la vanidadpuede encallar en algunos de los detalles.

Escribo ese “tengo miedo” como si ella me importara. Realmente no lo hago, pero claro, sí lo hago. Aunque sigo pensando que debería perder este último trabajo.

Mientras todavía asimilamos el horror revelado en muchos de los correos electrónicos de Jeffrey Epstein (todavía no tenemos los “archivos” del Departamento de Justicia), mientras todavía entendemos la despreciable cultura lolita de nuestras élites, es difícil ver a esta joven (todavía tiene sólo 32 años) atacada por hombres mayores cuando tenía 19 o 20 años. Olbermann admite que no está seguro de qué tan joven era cuando comenzaron a salir. (Amigos, ella publicó su propio video de «rap», llamado «cebo de cárcel«, en MySpace cuando tenía 15 años. Bajo el nombre «Livvy», como la llamaban todos, desde su padre hasta Bobby Jr.) Comenzó a salir con Lizza, 19 años mayor que ella cuando comenzaron, a los 22; RFK Jr. era 34 años mayor. Pero parece que ella tenía más de 30 años cuando eso comenzó, así que a pesar de que él estaba casado y aparentemente también es un sociópata, ¿quizás eso no fue tan abusivo? No lo sé.

Ciertamente no se puede perdonar a Nuzzi todo su mal juicio. Ella apoya a Kennedy para que sea confirmado como secretario del HHS; tiene un extraño relato, en un sueño despierto, de haber visto su audiencia de confirmación desde lejos, mientras ora por él. Kennedy es, en el antiguo lenguaje de Olbermann, una de las “peores personas del mundo”. Es mezquino, vengativo y un enfermo mental, y causará la enfermedad y la muerte de muchos estadounidenses, si no lo ha hecho ya. Nuzzi es lo suficientemente mayor e inteligente como para saberlo. O debería serlo. Ella se preocupa por su gusano cerebral reportado y se consuela con su promesa de que nunca tuvo un gusano cerebral. “Bebé, no te preocupes, no es un gusano”, le aseguró.

Está bien, genial, pero recuerde, sus abogados inventaron su historia para engañar a su esposa (que luego se suicidó) con las ganancias que creía que le debían en su divorcio. El gusano cerebral supuestamente redujo su potencial de ingresos como abogado talentoso. No, de verdad, y esa historia es tan ridícula como cualquier otra cosa en el libro de Nuzzi. Ella se siente muy aliviada al saber que él no tenía un gusano cerebral, ignorando por qué lo inventó en primer lugar. (Además, ¿qué carajo era, si no un gusano cerebral?)

Pero claro, ¿por qué le importaría a ella que él intentara engañar a su difunta ex esposa? Ella transmite terribles acusaciones (que nunca he visto confirmadas) sobre ella. Al igual que en la imagen de sus padres, afirma que Bobby intentó proteger a sus hijos de su madre abusiva, pero fracasó. Nuzzi es demasiado mayor para ser absuelto de estos pecados morales, políticos y periodísticos.

Y Lizza revela algunos supuestos pecados periodísticos que no revela. Cerró su sin aliento Substack Part III con una insinuación de que ella aprendió algo (los detalles son demasiado aburridos e intrincados) sobre el presunto intento de asesinato de Trump en Butler, Pensilvania, en agosto de 2024, “algo explosivo que, si estuviera en lo cierto , destruiría nuestra comprensión de la historia reciente”. La última historia publicada de Nuzzi para Nueva York presentó su visita a Trump para inspeccionar su oreja supuestamente herida (y más, por supuesto). En la Parte IV, no cumple su promesa: supuestamente había una grabación de Trump hecha por un colega de Nuzzi en la que el presidente planteaba dudas sobre la historia oficial del intento. Pero cuando Lizza escucha la cinta, dice, es de tan mala calidad que no puede estar seguro de qué revela, si es que revela algo, y Nuzzi finalmente la borra.

Si ella tenía algo tan «explosivo» y no lo reveló, sería horrible. Pero como tantas de las revelaciones de Lizza: si es cierta, se podría argumentar que él mismo tenía la obligación periodística de presentarse. Así que realmente no sé qué creer. Y en algún momento tengo que dejar de intentar resolverlo.

Amigos míos, estas personas profundamente perturbadas son nuestras élites periodísticas. ¿Y te preguntas por qué nuestra democracia pende de un hilo?