En el cruce entre el arte y el público, de la curadora Melisa Boratyn encuentra su propósito y presenta Bitácora de arte, un libro que aspira a derribar barreras y tender puentes hacia el universo cultural. Con un enfoque interactivo y accesible, esta guía invita a quienes alguna vez sintieron curiosidad por el arte, pero no supieron cómo acercarse, a explorar museos, galerías y espacios culturales sin prejuicios ni temores. Desde preguntas iniciales hasta actividades prácticas, el libro se convierte en una herramienta que transforma la experiencia artística en algo cotidiano y cercano.
El proyecto, respaldado por las editoras de Fera, Mara Parra y Victoria Benaim, propone democratizar el arte al involucrar a las personas activamente con sus contenidos. Boratyn, que es crítica de arte en Clarín y revista Ñ, intercala reflexiones personales con historias de artistas y coleccionistas, construyendo un relato que va más allá de lo teórico para acercar las artes visuales a un público diverso. Con ilustraciones de Juliana Vido, Bitácora de arte invita a repensar el vínculo entre creatividad y vida cotidiana, trascendiendo fronteras culturales y geográficas.
El libro empieza con preguntas: ¿qué artistas conocés o admirás?, ¿qué frases del mundo del arte conocés?, ¿frecuentás algún espacio de arte? Y sigue con las 10 obras fundamentales del arte y la arquitectura del mundo.
“El libro nació como un debate interno que tengo desde hace años y que exteriorizo en el encuentro con amigos y colegas en relación al vínculo que tenemos con el universo cultural, en especial el de las artes visuales, que a veces se cierra en sí misma, a pesar de qué en los últimos años espacios como los museos han aplicado nuevos paradigmas y formas de percibirse, habilitando el famoso «abrir las puertas», explica a Clarín la curadora, gestora y escritora, que, además, dice que armó esta bitácora para contribuir a tender puentes entre el arte y los públicos.
En ese propósito, claro, aún hay mucho por hacer. Una de esas deudas es tender muchos puentes entre el arte y los públicos para que consuman arte en todos los sentidos y sea una herramienta en sus vidas, algo con lo que puedan vincularse de manera cómoda, amigable y cotidiana: “Este debate atraviesa toda mí práctica como curadora, crítica y gestora. El libro es un resultado frente a la incomodidad y la necesidad por hacer las cosas de otra manera”, puntualiza.

–¿Por qué lo pensaste interactivo?
–La idea de que fuera interactivo estuvo desde el primer momento, pero en ese aspecto, mis editoras de Fera, Victoria Benaim y Mara Parra, aportaron mucho porque entienden a la perfección cómo llevar estudio de nicho, si se quiere, a un terreno más democrático. Ellas ya habían hecho bitácoras para introducir a las personas en el universo del tarot y la literatura, por lo que el arte fue un siguiente paso. El recurso interactivo es uno de los aspectos más valiosos y una herramienta clave que te invita a devorarla. Usar, tachar, llevar a todos lados, consignas que a veces cuestan porque la gente no quiere «que se arruine», pero es todo lo contrario. La bitácora cobra vida gracias a la persona que la tiene en sus manos. De esta manera logramos destrabar muchas de las limitaciones que como adultos tenemos: salir del «no me animo, no es para mí, no sé si puedo».
–¿Desde qué perspectivas pensaste las actividades?
–Las actividades están pensadas para que sean cortas, fáciles de realizar, que no requieran de mucho más que un lápiz, además de que están enfocadas a todo tipo de público, desde el que habita galerías, museos, talleres hasta las personas que jamás lo hacen y no entienden por dónde empezar. También ayuda a que la parte más teórica sea más fácil de masticar.
–¿De qué manera lo fuiste llevando adelante?
–Intercalo experiencias personales con relatos históricos y de artistas, galeristas, coleccionistas (en especial mujeres). Tratamos de hacer una mezcla entre personas más reconocidas y otras menos conocidas. Es una bitácora actual, que se puede usar en cualquier parte del mundo. La premisa fundante es: si no acercamos el arte a la gente nada de esto va a funcionar. Las ilustraciones son de Juliana Vido que hizo un trabajo increíble que, aunque nunca nos conocimos, a través de mis textos entendió perfectamente lo que el libro necesitaba.

–¿Qué respuestas estás teniendo de los y las lectoras?
–Tengo una tienda de arte –Quorum– en San Telmo, donde por supuesto está el libro y lo que más me gusta es escuchar a la gente cuando lo agarra y se pone a debatir con algún amigo. La bitácora es bastante única en su género y además es muy atractiva visualmente, por lo que gusta. Apenas salió, a fines del 2022, la recepción fue increíble y desde entonces me llegan mensajes en Instagram de gente que la compró en muchos países del continente, desde Perú hasta México e incluso en España, donde Fera se mueve mucho. La anécdota que más me sorprendió fue cuando en un mismo día mis primas y una amiga me contaron que habían visto la bitácora en la tienda del Reina Sofía.
Bitácora de arte, de Melisa Boratyn (Fera).