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domingo, octubre 5, 2025

Tolstói, Dostoievski y algunas voces olvidadas: llega una selección de relatos rusos esenciales

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Hubo en tiempo –no tan lejano– que toda biblioteca personal ostentaba alguna colección de clásicos, antologías, selecciones de cuentos como las que supo publicar desde fines de los años sesenta el emblemático Centro Editor de América Latina, de Boris Spivacow.

No hacía falta ser literato, ni intelectual, ni siquiera universitario, para cultivar y organizar esas lecturas: era parte de la cultura general propia de nuestras amplias clases medias, o si se quiere, un hilo de la conversación de la época. En tiempos digitales, el mundo de las antologías literarias dio muchas veces a lugar a ediciones con limitada curaduría, que se resuelven con materiales y traducciones en circulación.

Con estos diferentes precursores, desde hace un par de años, llamó la atención la aparición en vidrieras de los vistosos libros de la colección Palabras Mayores, publicada por Factotum Ediciones. Se trata de una serie de antologías de cuentos y relatos que abordan el formato literario breve desde distintas tradiciones –japonesas, brasileñas, latinoamericanos, medievales y renacentistas–, géneros –fantásticos, de terror, policiales– o temáticas –marinos, perversos, andinos–, entre otras propuestas, con buen diseño y una cuidada edición.

Según Fátima Nieves García, coordinadora de la serie, si bien en un primer momento, por su experiencia de libreros, pensaron en libros para el público adulto mayor, “que tuvieran tipografía extra cómoda”, pronto notaron que también los jóvenes apreciaban mucho ese detalle: “A los chicos, en la primaria, y en los primeros años de la secundaria, no les gusta que les den letras con cuerpo pequeño… ni textos demasiado largos”. Por lo demás, aclara, que las traducciones, cuando las hay, son todas originales, otro dato de cuidado editorial muy valorable.

Seleccionado literario ruso

Este año, se sumó a la colección una antología de Cuentos rusos, con prólogo y traducción de Alejandro Ariel González. En el libro, se reúne un racimo de relatos breves que buscan plantear un recorrido posible –no por pequeño, menos genial– de aquella gran tradición literaria. Además de los clásicos del siglo XIX, de Tolstói a Dostoievski o Andréiev, la serie busca rescatar figuras quizá menos conocidas en el mundo hispanoparlante.

“Además de los autores infaltables, quise extender un poco más el criterio, e incorporar cuentos inéditos, o que hayan circulado muy poco, como es el caso de ‘Nikita’, el relato incluido de Andréi Platonov, o Aleksander Bogdánov”, explica González.

A pedido de la editorial se sumaron también los nombres de Marina Tsvietáieva y NadiezhdaTeffi. “En el siglo XX verá una explosión de mujeres en la letras rusas, algunas de las cuales llegaron a ser grandeces voces”.

González señala que, como a la intelectualidad latinoamericana del siglo XX, a la literatura rusa también le tocó posicionarse en un lugar no central de la cultura mundial. Así, los vertiginosos y drásticos cambios que conoció Rusia entre mediados del siglo XIX y mediados del XX, «fueron un detonador de la ebullición creativa”, que apena si podía seguir el paso a los acontecimientos históricos, sociales y políticos.

Podría pensarse que una antología breve de semejante tradición literaria será casi siempre un ejercicio reduccionista. El tipo de recorte elegido para esta selección parece adecuado. Por un lado, un hilo hace foco en las vivencias infantiles, en tensión con las desigualdades sociales, el problema de la mirada y el tratamiento de la religiosidad desde la perspectiva infantil.

En “El niño en la fiesta de Navidad de Cristo” (F. Dostoievski) y “El Angelito” (Andréiev), unas infancias injustas y precarias, en un mundo de padres ausentes o sometidos en la pobreza, que acompaña el declive del discurso religioso, resultan, aún, profundamente conmovedoras.

Fiódor Dostoievski. Archivo Clarín.Fiódor Dostoievski. Archivo Clarín.

O Nikita, un fantasioso niño de cinco años tiene que cuidar la humilde vivienda rural (isba) en la que queda solo, mientras su madre trabaja, cuando su padre parte a la guerra. Su travesura y forma de supervivencia residirá, en buena medida, en su imaginación: “Creía que allí, en el fondo [del pozo], vivían pequeños hombres de agua. Sabía cómo eran, los veía en sueños y , cuando despertaba, quería atraparlos, pero escapaban de él por la hierba en dirección al pozo, a su hogar.”

Tema universal, la muerte

El otro eje que atraviesa la antología podría ser el de la muerte, tema universal, trabajado desde el clásico “Tres muertes” de Toltstói –con tres muertes supuestamente dispares, pero igualmente tristes y absurdas–, al abordaje prometeico y distópico de Bogdánov, en “La fiesta de la inmortalidad”. Durante los festejos del aniversario mil del descubrimiento de la juventud eterna, asistimos a la crisis del propio inventor, Fride, quien “no alentaba por sus nietos y por sus hijos ninguno de esos sentimientos parentales inherentes a los hombres del pasado”.

Las mujeres de la antología, por su parte, suman humor y experimentación en prosas sofisticadas.

León Tolstói. Archivo Clarín.León Tolstói. Archivo Clarín.

¿Se podría pensar algo que caracterice, una cifra o peculiaridad de la tradición literaria rusa? Para González, en Rusia sí habría una especificidad: es el lugar que tiene el escritor quien, a diferencia del occidental, hasta bien entrado el siglo XX, tenía antes que cualquier compromiso estético, un compromiso ético con su obra.

“El escritor era mirado como una serie de profeta, de maestro, de alguien que tiene algo más para decir y posicionarse ante la sociedad, no es solamente un escritor de ficciones y nada más. Quizás por ello, que la voz del escritor sea tan importante, también se explica por qué en Rusia los organismos de control, los servicios secretos, siempre han estado muy atentos a la producción literaria, y cuántos escritores rusos han sido asesinados, censurados, desterrados, porque se le da un valor a la palabra, un acento diferente al que se le dio ya en Occidente para la misma época”. Un asunto que atravesó épocas, sorteó revoluciones, conjuró vidas, y llega hasta el presente.

Cuentos rusos, traducido por Alejandro Ariel González (Factotum).

Redacción

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