Un informe de empleo e informalidad en América Latina puso al indeseado tope del ranking a la Argentina, cuya economía -según esos datos- tiene al 36,4% de los trabajadores en esas condiciones.
Peor aún: según el mismo estudio, uno de cada tres asalariados formales cobra un sueldo que lo mantiene por debajo de la línea de la pobreza, lo que indicaría que la situación es aún peor en lo que respecta al trabajo en negro.
El documento, elaborado por la Fundación Empujar, establece que las medidas de reforma laboral implementadas a través de la Ley Bases en 2024 no sirvieron en lo concreto para mejorar estas situaciones que, por el contrario, se profundizaron.
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El pluriempleo no alcanza
Según el estudio, la precarización impacta profundamente en la capacidad de los hogares para afrontar gastos esenciales y las familias buscan compensar el deterioro de sus ingresos con más trabajo. El pluriempleo pasó a ser la norma.
Pero también significa una presión sobre el mercado laboral que se traduce en el crecimiento del desempleo, del empleo precario, del subempleo y de trabajos de subsistencia. Obviamente, esto significa una caída del empleo pleno.
Para la Fundación Empujar, los beneficios de la formalización de los trabajadores serían muchos y diversos para cualquier gobierno.
“Desde el aumento de la productividad al promover un ambiente sano, que permite un compromiso mayor de los empleados hasta el aumento de la credibilidad frente a clientes o mayor acceso a financiamientos. Informes del Banco Mundial dan cuenta que las empresas de alto crecimiento suelen ser las formales y representan más del 50% de todos los nuevos empleos”, remarcan.
Por otro lado, también da cuenta que tener a los trabajadores en regla “contribuye a reducir la vulnerabilidad social y a fortalecer la cohesión comunitaria”.
“Al formalizarse, las empresas se acercan más a la sociedad y se posicionan como un motor clave para el desarrollo sostenible. Es momento de entender que el futuro del trabajo no es solo tecnológico: es humano, y se construye con empleo digno”, reflejan en el trabajo.
Las pymes y el trabajo en negro
En lo referido a las pymes, se advierte que el reclamo de mayores facilidades para contratar y despedir personal -algo a lo que no son ajenas las grandes empresas- viene siendo el más importante de los últimos años junto con la baja de la presión impositiva.
Los empresarios, concluye el informe, deberían animarse a dar el paso hacia la formalización, generando entornos de trabajo más sostenibles, inclusivos y productivos.
Desde el punto de vista de los trabajadores, la formalización muchas veces es entendida como una baja en su salario, debido al desconocimiento de lo que significan los beneficios a corto y largo plazo respecto a la obra social, jubilación y otros puntos relacionados con la seguridad social.
En esto son claves los gremios. Porque son aquellos que deberían reflejar y denunciar aquellas situaciones irregulares en los ámbitos laborales.
En la actualidad, además de la informalidad que crece sin que se adviertan políticas oficiales que lo frene, las cifras marcan que el mercado laboral está en crisis: más de 2 millones de trabajadores en blanco viven en situación de pobreza y en 2024 terminó mal para los empleados: el 43% de los trabajadores ocupados fueron catalogados como pobres.
