En la madrugada de este jueves una picada entre motos y autos cerca del Aeropuerto Internacional de Córdoba, dejó como saldo la muerte de un joven de 19 años y a seis personas más heridas, dos de ellas en estado grave. Este fatal accidente reavivó el debate sobre las carreras ilegales, un fenómeno que, a pesar de los esfuerzos por erradicarlo, sigue siendo un desafío para las autoridades.
La tragedia se desencadenó alrededor de la 1.45 de la madrugada en la avenida La Voz del Interior, a la altura del 8.500. Testigos del hecho capturaron imágenes en video que mostraron a los vehículos involucrados en la carrera a alta velocidad, que culminó en un choque múltiple. Los autos involucrados fueron un Chevrolet Corsa, un Chevrolet Cruze, un Volkswagen Saveiro, un Celta, y dos motos, una Honda Wave y una Honda Biz.
La víctima fatal fue Fabián Facundo Donat, quien conducía el Chevrolet Corsa rojo. La carrera, iniciada entre motos culminó abruptamente cuando dos motociclistas cayeron y otros participantes, al intentar detenerse para auxiliarlos, fueron embestidos por los autos que circulaban a alta velocidad. El choque en cadena resultó en el fallecimiento de Donat, mientras que otros seis jóvenes fueron trasladados a diferentes hospitales de la ciudad.
Dos de los heridos, Jerónimo Maldonado, de 20 años, y Samira Pino, de la misma edad, están en estado crítico. Maldonado, que conducía un Chevrolet Celta rojo, se encuentra en terapia intensiva en un sanatorio de la zona norte, mientras que Pino, quien sufrió un grave traumatismo de cráneo, permanece en el Hospital Municipal de Urgencias con asistencia respiratoria mecánica.
La fiscal Patricia García Ramírez, encargada de la investigación, ordenó la detención de seis personas de entre 20 y 25 años, acusados por homicidio culposo agravado y lesiones, ya que la participación en carreras ilegales se considera un delito que pone en peligro la vida de todos los involucrados.
Frente al accionar de la Justicia, Marilina, tía de uno de los heridos y detenidos habló con diario Puntal y brindó su versión de los hechos. La mujer relató que su sobrino, Enzo Pfister, quien se conducía en una de las motocicletas antes de que largara la picada fatal, no habría estado participando de la misma y que en realidad estaba volviendo a su casa junto a su novia. Un auto los impactó desde atrás y cayeron a raíz del golpe. La mujer afirmó: “Mi sobrino estaba en el lugar en carácter de espectador. Se que es ilegal, pero no estaba corriendo”. A su vez aseguró contar con un video según el cual se lo ve a Enzo con el casco puesto por subirse al rodado al lado de su novia, con la intención de irse que es cuando se produjo el accidente de los autos que terminó impactando con ellos. Marilina se mostró preocupada porque al joven se lo llevaron esposado, con una orden de detención y permanece incomunicado a pesar de estar golpeado, sin poder recordar nada de lo ocurrido porque “tiene una laguna” y se muestra confundido, dijo.
Un fenómeno difícil de erradicar
Las carreras ilegales en las calles de Córdoba son un fenómeno recurrente. Estos eventos, generalmente organizados de manera clandestina a través de redes sociales, involucran a jóvenes que buscan experimentar la adrenalina de la velocidad sin importar los riesgos que ello conlleva. Si bien las autoridades de la Provincia han implementado varias medidas para reducir este tipo de actividades, las picadas siguen siendo un desafío importante.
A pesar de las sanciones severas para quienes participen en carreras ilegales, incluyendo la retención de vehículos, multas y la posibilidad de arresto, el fenómeno persiste debido a la naturaleza clandestina de las picadas, que suelen cambiar de lugar constantemente, lo que dificulta el trabajo de las autoridades.
Correr picadas es un delito penal, tipificado en el artículo 193 del Código Penal.
Si bien se han implementado una serie de medidas tales como operativos de control en rutas y avenidas de la ciudad, especialmente en aquellos puntos conocidos por ser frecuentados para este tipo de actividades, instalación de cámaras de seguridad y el uso de tecnología de monitoreo, como así también campañas de concientización, dirigida especialmente a los jóvenes, llevadas a cabo tanto por el gobierno como por organizaciones no gubernamentales, nada de esto parece dar frutos.
Este jueves, se escuchó y leyó recurrentemente “cerca de mi casa, en aquella avenida corren todas las noches”, “en ese acceso los ruidos a altas horas de la madrugada son muy comunes”, entre otras expresiones que dan cuenta de lo complejo que es combatir este delito.
Capítulo aparte merece el uso de las redes sociales, medio por el cual son convocadas y promocionadas este tipo de prácticas, con gran alcance entre los jóvenes. Las mismas redes en las que amigos y conocidos de Facundo expresaron su dolor ante la tragedia. “Volá alto compañero” y “Hasta pronto piloto”, eran algunas de las sentidas frases que se leían despidiendo al joven.
La complejidad del problema
El abogado Guillermo Pacharoni, Presidente de la Fundación «Visión 0» y asesor en seguridad vial, explicó en declaraciones a Puntal que correr picadas es un delito penal, tipificado en el artículo 193 del Código Penal como un delito autónomo doloso. Esto significa que el hecho de participar en una picada ya constituye un delito, independientemente de que haya un accidente fatal o no. Sin embargo, en caso de que haya una muerte, como en el caso de Fabián Facundo Donat, el delito se considera un agravante y se clasifica como homicidio culposo, lo que puede aumentar significativamente las penas. En este contexto, los imputados por la tragedia podrían enfrentarse a una pena de hasta 10 años de prisión.
Pacharoni también comentó sobre la dificultad de intervenir en estos casos, ya que las picadas suelen cambiar de locación rápidamente y muchas veces es complicado comprobar que se haya cometido un delito. “Si bien las filmaciones y las pruebas testimoniales son determinantes, muchas veces los participantes alegan que simplemente incurrieron en exceso de velocidad, y no en una carrera ilegal, salvo que otras pruebas contradigan esta versión”, explicó el especialista. Además, señaló que quienes participan en picadas, ya sea como conductores o espectadores, rara vez declaran en contra, lo que dificulta aún más las investigaciones.