El costo relativo de la salud cambia a medida que el contexto económico se acomoda. El Indice de Precios al Consumidor (IPC) ha sido en el último tiempo superior a la inflación específica del rubro salud. Con el dato conocido este jueves, el escenario se invirtió y por primera vez en varios meses el IPC de la salud sobrepasó al general.
Parte de la explicación de este cambio tiene que ver con que, en lo que llevaba de transcurrido el año, los medicamentos nunca habían aumentado más que la inflación. Ahora, esa suba fue del 2,3 por ciento contra el IPC general del 1,5. El promedio de mayo del ajuste de las prepagas, en tanto, fue del 3,1 por ciento. La inflación en salud redondeó, en síntesis, el 2,7 por ciento.
El dato abre un interrogante en cuanto a la referencia que tomarán esta vez las prepagas para comunicar los inminentes aumentos de julio. Por ley tienen cinco días desde conocido el último IPC para enviar las cartas a los afiliados con la comunicación del aumento. Se estima que esos avisos comenzarán a llegar en las próximas horas.
Hay que remontarse a los meses de octubre y noviembre del año pasado para identificar el momento en que el IPC de la salud todavía era bastante más alto que el general. En octubre, fue del 3,6 por ciento, contra el 2,7 general. En noviembre, 2,9 contra 2,4, respectivamente.
A partir de diciembre de 2024 la tendencia cambió: mientras el IPC de la salud fue del 2,1 por ciento, el general llegó al 2,7. En enero hubo un mínimo rebote del primero, aunque se mantuvo casi una paridad (2,4 contra 2,2); y en febrero, salud quedó otra vez algo por debajo (2,1 versus 2,4), aunque entonces las principales prepagas del país anunciaron, como gesto al Gobierno, que en marzo no aumentarían las cuotas.

El derrotero inflacionario del sector salud se mantuvo a partir de ese momento siempre por debajo de la inflación general: marzo registró el 1,8 por ciento contra el 3,7; abril, 2,5 contra 2,8. Hasta llegar al dato conocido en la víspera, que ubicó el IPC de la salud 1,2 puntos porcentuales por encima del general.
El valor de referencia
El dato resulta delicado en función del reciente episodio en el que el Gobierno les reclamó a las principales prepagas que redujeran sus aumentos. Fue en la segunda quincena de abril, cuando las cartas a los afiliados ya habían sido enviadas con subas que equiparaban el IPC general o en algunos casos lo superaban por unos puntos.
En aquella situación, el mensaje oficial para disuadir a las empresas de que dieran marcha atrás fue que el nuevo contexto económico ameritaba un incremento menor de las cuotas, teniendo en cuenta que los precios de los medicamentos seguían en baja y que tras la salida del cepo cambiario el dólar se había mantenido estable o incluso había mostrado un leve descenso.

De manera que el valor de referencia al que el Gobierno aspiró entonces para que las prepagas tomaran en cuenta a la hora de fijar sus aumentos fue el IPC de la salud y no el general. Naturalmente, como se explicó, en ese momento había una diferencia importante por la que el segundo de estos dos índices se ubicaba por encima.
Con esa misma lógica, ahora dicho valor sería por primera vez en varios meses el que al Gobierno (y obviamente a los usuarios) menos le convendría, en el caso de que los ajustes que apliquen las empresas se ubiquen por encima de la inflación general. Es decir, fieles al IPC de la salud.
Un primer sondeo provisorio entre las empresas indica que, entre un polo y otro, la balanza se inclinaría por la mesura. Los bolsillos y la competencia no dejan gran margen hoy -salvo en prepagas de volumen marginal y afiliados cautivos que parecen quedar fuera del radar oficial– para excesos siquiera nimios. La incógnita terminará de develarse en lo inmediato, con un nuevo capítulo de la saga “me llegó la carta de la prepaga”.
PS