La gran Pinedo
Bartolomé Abdala firmó en las últimas horas ante el escribano mayor del Gobierno el protocolo para hacerse cargo del Poder Ejecutivo este lunes, como presidente provisional del Senado. Esa función lo reclama si finalmente Javier Milei viaja este lunes hacia Oslo para acompañar a Corina Machado cuando reciba el Premio Nobel de la Paz.
Si eso se verifica, Abdala ejercerá la presidencia por una noche, hasta la mañana del martes, cuando vuelva al país Victoria Villarruel, que se fue el fin de semana largo a Madrid a participar de una reunión de parlamentarios.
Pinedo, cuando le traspasó la banda a Macri, en 2015.Bartolo tendrá la lapicera por una noche, como Federico Pinedo en la transición de 2015. Éste pudo festejar que en ese mandato de medianoche no le declaró la guerra a nadie, no tomó deudas ni las defaulteó, ni declaró el estado de sitio.
Esta encrucijada burocrática de tres presidentes en ejercicio en 12 horas le da ánimo a una semana corta y de alistamiento para batallas en cuyo final confían mucho oficialismo y oposición.
¿Qué reforma? Cualquiera
El Gobierno pone en la góndola un proyecto proselitista de alto valor en la guerra cultural: la reforma laboral. Lo incluyó en el decreto de llamado a sesiones extraordinarias para discutir en el Senado, siguiendo el consejo que le dio hace una semana Miguel Pichetto a Martín Menem.
En materia laboral, el diputado de Encuentro Federal tiene un predicamento sobre todas las tribunas de la política. El Gobierno necesita mostrar una reforma laboral, cualquiera que sea, porque se la piden los organismos de crédito y los fondos inversores, que se quejan de que el país es medieval en esta materia.
Para probar la climatología, el Gobierno distribuyó un presunto borrador de proyecto que sirve de termómetro. No se mete con el derecho colectivo ni con los institutos sagrados del derecho laboral peronista -ultra-actividad, aportes sindicales, negociaciones colectivas y no por empresas, etc.-.
Ya lo describió Milei como “modernización” laboral, no “reforma”. No es esperable un rechazo en bloque al contenido de este borrador que, en una primera leída, es negociable en un 70% por la CGT y que propone modalidades para los nuevos empleos. También describe la situación de los empleados de las plataformas de delivery y desliza la posibilidad de plazos de eximición de aportes.
De nuevo “La piba” contra “Los gordos”
El Gobierno espera compensar la mansedumbre de este proyecto con el protagonismo que le dará a Patricia Bullrich como vocera de la iniciativa desde el Senado. Patricia será jefa del bloque de La Libertad Avanza, y ocupará seguramente la presidencia de la comisión de Trabajo, que hasta ahora ha tenido Cristina Álvarez Rivero, senadora del bullrichismo.
Recuerdo de 2001: la entonces ministra Bullrich, con Daer y Lorenzo Miguel.La bocina de Bullrich descalificando sindicalistas es un retablo ya conocido. Ocurrió en los años de la Alianza, cuando ella – entonces “La piba”- ocupó la cartera de Trabajo y la gestión se derrumbó por la denuncia de las Banelco, que la Justicia no pudo probar. Viene entrenada en atacar a sindicalistas y sus adversarios, que a su vez están entrenando para no caer en la trampa de la provocación.
Callada, la CGT arma su frente
En silencio, la CGT tiende un frente de aliados en el Congreso que ya cuenta con legisladores de Provincias Unidas, el MID, el socialismo y desde luego todo el peronismo. Con este acuerdo, el sindicalismo se siente en forma para frenar este tren en el que quiere embarcarlo el Gobierno, con el solo objeto de mostrar ante su clientela externa que limita a los gremios.
Los gobernadores que integran el ala de Provincias Unidas, hoy en el interbloque Unidos, se reunieron hace unos días con la cúpula sindical y se comprometieron a participar en la alerta para moderar los términos de la pelea. No quieren que si ese debate escala, se traslade a las provincias. Los gobernadores hoy son objeto de transacción calificada.
El Gobierno ha incluido en extraordinarias también un proyecto de Ley de Glaciares que puede ampliar las áreas dedicadas a la minería, hoy limitadas por normas vigentes y que les interesa mucho. Saben que en la transa que se hará con Nación, podrán cambiar figuritas (votos) entre esos dos proyectos.
Reformas, ya hubo
Dirigentes como Ricardo Pignanelli (SMATA) y en su momento Guillermo Pereyra (petroleros privados) hicieron convenios con las automotrices y las empresas petroleras por fuera de los convenios generales, sin modificar las leyes. Ocurrió en tiempos de Mauricio Macri, quien puede atribuirse haber avanzado algo en la modernización.
Igualmente, los sindicalistas se abroquelan para enfrentar a los “batatas” -para reflotar aquel apelativo que exhibía a los activistas más encendidos del menemismo- de la reforma laboral, entre quienes están Bullrich y también Federico Sturzenegger.
El Coloso brilla con el anuncio de que habrá negociaciones por empresas. Un argumento recursivo porque hace rato que hay convenios por empresa en sectores como el metalúrgico y el petrolero. En la UOM hay 39 acuerdos por empresa, le recuerdan los críticos de sus campañas.
Los socios del silencio
Quienes no quieren estos acuerdos son los empresarios, que prefieren no firmar convenios con las comisiones gremiales de sus establecimientos. Sí aceptan hacerlo con los gremios porque estos les aseguran estabilidad.
El sindicalismo ha justificado su tarea estabilizadora en que las comisiones gremiales de las empresas están sujetas a los excesos de sectores de izquierda, que se exceden en sus demandas, cuando los sindicatos son más razonables.
Se preguntan por qué Sturzenegger impone ese discurso y se refieren a una recomendación que le habría dado Kristalina Georgieva a Milei: que se deje aconsejar por “Fede” en las reformas que quiere hacer. Con ese aval al ministro desregulador, el Gobierno aumenta su capacidad negociadora y gana margen para cerrar acuerdos.
En todo Gobierno hay quienes hacen política y otros que juegan al estanciero. Gerardo Martínez, que está en todas las mesas donde se habla de reforma laboral, dedicó el fin de semana a estudiar junto a los asesores de la CGT y de su gremio, qué figuras del borrador del oficialismo pueden ser aceptadas o negociadas, y cuáles serán rechazadas.
Martínez es un adelantado en materia de reformas en su gremio, el de la construcción. Desde hace 20 años funciona un sistema de identificación de los trabajadores del sector que, a diferencia de otros países de la región, donde son nómades, se enmarcan en un modelo brasileño que identifica digitalmente a cada trabajador y organiza bancos de horas para los momentos de falta de empleo en el sector.
Estos sistemas se apartan y se complementan con los institutos de la Ley de Contrato de Trabajo, que ya funcionan para otras áreas y no necesitan de una nueva ley.
“Fede”: hay que sacarles la plata
Martínez se enfrascó con Sturzenegger en el llamado Consejo de Mayo, peña multipartidaria que atiende estas inquietudes. El ministro desregulador ha defendido la necesidad de cambiar el país desmontando el poder de los sindicatos, atacando sus rentas. La consigna se repite en muchas de sus intervenciones: hay que desarmar a los enemigos quitándoles sus fuentes de financiamiento.
Significa intervenir en la obligatoriedad de cuotas sindicales, y dinamitar la clave de bóveda del sistema, que es la obligación a las patronales de ser agentes de retención de los aportes sindicales. Sin esa función, el sistema se desmorona, en particular en ramas donde hay miles de empresas chicas a las que sería imposible a los gremios recaudar sin la asistencia de los empleadores.
Derecho de piso a Patricia
La inminencia de tratar la reforma laboral obliga a que el Senado haga una reunión de Labor Parlamentaria cuanto antes, para designar a los presidentes de las comisiones de Trabajo, Presupuesto y Hacienda y de Legislación General.
A Trabajo irá Bullrich, en Presupuesto y Hacienda seguirá a cargo Ezequiel Atauche y se les sumarán Agustín Monteverde, Bruno Olivera (San Juan) y Bartolomé Abdala, que además ha presidido hasta ahora Legislación General.
Ir a una reunión de Labor Parlamentaria es un camino de ida en el nuevo Senado. Patricia siente como que le quieren hacer pagar un derecho de piso. No la dejaron participar de la última reunión de Labor porque le dijeron que era con los senadores viejos. Eso permitió que Victoria Villarruel pudiera designar al nuevo secretario Administrativo.
Bullrich quería, además, adelantar a diciembre la reunión preparatoria de la Cámara. Se le atribuye aspirar a ocupar la presidencia provisional de la Cámara, que está en la línea de sucesión. No la dejaron y le recordaron que eso se discute el 24 de febrero, según el reglamento. Tampoco pudo aspirar a discutir el nombre del nuevo secretario Administrativo.
Esa designación se aprobó en la sesión de jura de los senadores. Villarruel lo habló con José Mayans, jefe del bloque de Unión por la Patria, y no con Patricia. «Quiero proponer a Alejandro Fitzgerald», consultó Victoria con Mayans. «Hacelo ahora porque en febrero no se sabe qué va a pasar», respondió Mayans.
Cuando Fitzgerald juró, miró con agradecimiento a la vicepresidenta, y saludó a Mayans, a Anabel Fernández Sagasti y a Juliana Di Tullio, de UP. No hizo gestos hacia Patricia. Era obvio, Fitzgerald es un funcionario de la casa, y del espectro del peronismo.
Hoy un juramento, mañana una traición
Villarruel se fue a Madrid horas después de esa jura y eludió los efectos de la guerra de los despachos, una serie de picardías por la trivialidad de ocupar espacios. Villarruel autorizó pases de oficinas de quienes se van a quienes se quedan, pero le quitó el despacho que le había prometido su anterior inquilino a la fueguina Cristina López, del peronismo cristinista.
Le fajó el despacho y le mandó el personal de seguridad. López tomó el teléfono para que interviniera Mayans. Pero éste estaba merendando con Cristina de Kirchner en San José 1111 junto a Anabel y a Juliana. Mayans minimizó el hecho y le pidió tiempo.
En esta semana que se inicia habrá alguna reparación. Quienes ven visiones se preguntan: ¿acaso López no se descolocó ante Villarruel cuando juró su banca, mirándola a Victoria, en nombre de los 30.000 desaparecidos?
Por ahora, no tan juntos
En la madrugada del viernes, Mauricio Macri tensó hasta último momento la relación con el Gobierno, como adelantó «Entretelas de la política». Dudó hasta último momento en acompañar a Javier Milei en el viaje a Oslo por el Premio Nobel. Mauricio aparecerá este jueves y viernes en un maratón de fin de año de la Fundación Pensar en el Abasto Hotel de CABA.
Este think tank del PRO es el santuario del macrismo puro. Está en manos de María Eugenia Vidal, Silvia Lospennato y Francisco Quintana. Expondrán un balance de lo hecho en el año y lo que prometen para el 2026. Pero lo más importante será el debate sobre la idea de acercarse o no al arco de Provincias Unidas, como propone el gobernador del Chubut, Nacho Torres.
La iniciativa de armar un interbloque entre el pacto PRO-UCR que preside Cristian Ritondo con el de Unidos (en donde está Provincias Unidas) navegó con suerte hasta el mismo día de la sesión preparatoria en Diputados. Si lograban esa unidad en un interbloque, estarían ya en las 40/42 bancas. Un cañonazo al espejismo del Gobierno: que en este bienio las cosas les van a ser más fáciles.
¿Qué los dividió? El enojo de Ritondo con Torres, a quien le reprocha haber hecho campaña en Buenos Aires y CABA por candidatos de otros partidos, contra los del PRO que estaban en alianza con LLA. No debió, cree Cristian, meterse en distritos ajenos. También Mauricio reprocha la participación en Unidos del ala radical Yacobitti-Lousteau como una inconsistencia a reparar.
Burguesía malhumorada
Mauricio cree que para 2027 ese arco de opinión, que se construye con lo que fue Juntos por el Cambio, debe tener una propuesta nacional que sea una alternativa al proyecto reeleccionario de Milei. Cree, como la mesa del PRO, que ese objetivo necesita del concierto entre esos dos interbloques de 40/42 diputados, que pueden aumentar con el paso de los meses.
Lo difícil es encontrar un liderazgo que encarne ese proyecto nacional sin que Macri se avenga a ser candidato en 2027, aunque sea a diputado nacional o a jefe de Gobierno de la CABA. Es el líder natural de ese entendimiento multipartidario que gobernó entre 2015 y 2019 y que retuvo 40% de los votos en todas las elecciones, aun perdiendo en 2019 o respaldando a Milei en 2023.
Macri se guarda las opiniones de coyuntura para charlas entre cuatro paredes y a cuatro ojos. No confía mucho en la capacidad del Gobierno de salir de la endogamia que lo achica cada vez más, y en la capacidad de poner al programa económico en un camino sustentable. Es un seguidor de expertos en consumo, que llevan el barómetro implacable de las esperanzas e infelicidades de la burguesía criolla.
Esos analistas describen la frustración de quienes se sienten excluidos del modelo, y derraman sus demonios en jugosos focus groups que son un testimonio de la desesperanza. Esa percepción es la que hace pensar que Macri está cerca de acercarse a los opositores críticos de Provincias Unidas, antes que acercarse más al Gobierno.

