Desde el 1 de agosto, EE.UU. aplicará un arancel del 50% a productos semiacabados de cobre. Chile, principal proveedor, entre los países más afectados.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó este miércoles una proclama que impone un arancel del 50% a las importaciones de productos semiacabados y derivados del cobre, a partir del 1 de agosto, bajo el argumento de motivos de seguridad nacional.
La medida se anunció tras una investigación realizada bajo la Sección 232, ordenada por el propio Trump en febrero. El decreto excluye de los aranceles a insumos como minerales de cobre, concentrados, matas, cátodos, ánodos y también a la chatarra de cobre, aunque esta última deberá destinar al menos un 25% al mercado interno.
Además, la orden ejecutiva contempla iniciativas para fortalecer la industria nacional del cobre, un recurso clave para sectores como la construcción y la automoción. Entre esas medidas se destaca la obligación de que parte de la chatarra de alta calidad generada en EE.UU. se venda dentro del país.
La reacción en los mercados no se hizo esperar: el precio del cobre cayó hasta un 18%, aunque luego recuperó parte del terreno perdido y se estabilizó en torno a los u$s5,13 la libra. Analistas señalan que el impacto será especialmente fuerte para países exportadores como Chile, que el año pasado vendió cobre a EE.UU. por más de u$s6.000 millones, y para Brasil, también afectado por nuevas restricciones.
Según datos del Departamento de Comercio estadounidense, EE.UU. importó cobre por más de u$s17.000 millones en 2024. El nuevo arancel genera un fuerte remezón en el comercio global del metal y aumenta las tensiones comerciales en la región, en medio de un contexto ya marcado por sanciones y disputas diplomáticas.