Se cumplió un año del derrumbe de la torre de diez pisos del hotel Dubrovnik, que en la madrugada del 29 de octubre del 2024 se derrumbó llevándose la vida de nueve personas. A un año del hecho, la causa judicial muestra pocos avances, y desde la Municipalidad no se hizo mención al triste aniversario.
Las primeras investigaciones apuntaron a las obras de refacción no autorizadas como el factor desencadenante del colapso. Según un informe pericial presentado en la causa, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) determinó que el hormigón original del edificio no presentaba fallas estructurales, lo que apunta a que las modificaciones realizadas en las últimas reformas pudieron haber debilitado la estructura.
Las reformas fueron inicialmente detenidas por el municipio en agosto de 2024, debido a irregularidades estructurales. Sin embargo, los trabajos continuaron sin la aprobación correspondiente, lo que ha sido citado como una de las principales líneas de investigación. La fiscal Verónica Zamboni, encargada del caso, caratuló la causa “Estrago culposo”, e imputó a más de una decena de personas, entre ellas los responsables de la obra y los nuevos propietarios del hotel.
A pesar de que un año ha transcurrido desde la tragedia, las respuestas judiciales siguen siendo limitadas. Los familiares de las víctimas, como Silvana, madre de Nahuel Stefanic, continúan luchando por obtener justicia.
“Hay culpables, pero nadie detenido”, reza un cartel que pegó la mujer sobre las chapas de los restos del edificio. En el mismo mensaje, agrega: “El dolor de una madre no se calla”.
En paralelo a la causa penal, se están llevando a cabo acciones civiles para determinar las responsabilidades de los profesionales involucrados en las reformas. La abogada Bravo destacó que los responsables de la intervención deben rendir cuentas y aseguró que lo que se busca es “esclarecer los hechos y que los responsables den las debidas explicaciones ante la Justicia”.
El recuerdo de los Bomberos
Hoy se cumple un año de un hecho que enlutó a toda la comunidad de Villa Gesell. Para nosotros, los bomberos, fue enfrentarnos con aquello para lo que nos preparamos desde el primer día que elegimos servir. Algunos con más años, otros con menos, pero todos con la misma entrega, la misma vocación y el mismo compromiso, fue un hecho que ninguno de los que integramos los equipos de emergencia podrá borrar de su retina ni de su mente.
Para muchos, aquel 29 de octubre comenzó un día que duró once. Once días en los que dimos todo, en los que dejamos cuerpo y alma, cuando por fin regresamos a nuestras casas, allí estaban nuestras familias, al pie del cañón desde el minuto cero, sosteniéndonos, escuchándonos, siendo ese hombro donde descargar las lágrimas y aliviar el peso de lo vivido. Fueron sus abrazos, sus besos y su apoyo incondicional los que nos dieron fuerza para volver al ruedo. Pasamos frío, calor y lluvia. Pero nunca se detuvo el trabajo. Seguimos adelante con una sola meta: llevar paz y esperanza a esas familias que esperaban una respuesta entre tanta tragedia.
Y en esa tarea no estuvimos solos. Estuvieron todas las fuerzas de seguridad, los empleados municipales, los comerciantes, los vecinos, los que pusieron su maquinaria o su tiempo al servicio de la emergencia.
No fueron solo los bomberos de Villa Gesell: fue un pueblo entero que se unió. Recuerdo a esa vecina que llegaba cada noche con una bolsa de caramelos para endulzarnos las madrugadas, a los bomberos que vinieron desde Córdoba, Santa Fe y tantos rincones de la provincia, al personal de Defensa Civil, a los policías, a todos los que trabajaron como si fuera su propio vecino el que estaba sufriendo. No hubo banderas políticas ni diferencias. Hubo humanidad, solidaridad y hermandad.
Porque como pueblo no solo nos unimos para festejar un mundial: también lo hacemos para llorar y acompañar en el dolor. Por todo lo que nos dejó esta tragedia, por las marcas imborrables que quedarán para siempre, por esas familias que perdieron a un hijo, un marido o un amigo, mantengamos viva la memoria.
No olvidemos lo sucedido, porque recordar es la forma más noble de honrar a quienes ya no están. Fabián Ciochini, Josefa Bonaza, María Rosa Estefanic, Dana Desimone, Ezequiel Chapsman, Mariano Troiano, Ezequiel Matu, Javier Gutiérrez y Nahuel Estefanic. Hoy miro al cielo y hago saludo uno, en honor y respeto a ellos, y a todos los que aún sufren su pérdida.





