En las elecciones para el Centro de Estudiantes del 30 y 31 de noviembre resultó ganadora la Lista Verde, oficialismo de influencia peronista que conduce el centro desde hace dos años, con 96 votos (46.4 %). Nuestra Lista Bordó (En Clave Roja + independientes) obtuvo 75 votos (36.2 %) y se consolidó como la principal oposición. La Lista Negra (MST/PO/Marabunta y Poder Popular) alcanzó 33 votos (15.9 %).
Aunque el oficialismo retuvo la conducción, el dato político más relevante es que más de la mitad de los votos (108 de 207) fueron para opciones de izquierda, lo que evidencia un crecimiento del sector combativo y una oportunidad para fortalecer una alternativa real frente a la pasividad peronista.
Las razones de esto serán desarrolladas más adelante, pero antes de eso, es necesario contextualizar el momento político y abordar algunas particularidades.
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1. Ajuste y Crisis Universitaria
La situación de la sede es atravesada por varias tangentes políticas, la primera y (que afecta no solo a la Facultad de Humanidades) es la falta de presupuesto universitario dictada primeramente por el superministro Sergio Massa en 2023 pero continuada de manera más acentuada por Javier Milei. Si bien se derrotó en las calles y el Congreso ratificó la ley contra el veto impuesto, el gobierno ya avisó hace unas semanas que no va a haber aplicación efectiva del presupuesto aprobado.
Para 2026, el presupuesto educativo proyecta apenas el 0,75 % del PBI, frente al 0,88 % de 2025 y al 1,48 % de 2023.
Según el informe de Argentinos por la Educación, en los últimos 15 años los gobiernos argentinos contrajeron una “deuda educativa” de 29.009 millones de dólares, al incumplir la inversión del 6 % del PBI establecida por ley (cumplida solo en tres años, el último en 2015).
Este ajuste se traduce en salarios docentes y no docentes cada vez más bajos, en el deterioro de la infraestructura, en la reducción de becas y financiamiento al CONICET, y en el recorte de actividades de extensión.
En la sede Trelew, pocas organizaciones se animan a señalar que —entre pandemia y desidia— se perdió el turno cena del comedor producto del ajuste. Las actuales gestiones del mismo (Lista Verde en Humanidades, Lógica Verde en Ingeniería y Azul al Centro en Jurídicas) a días de las elecciones hicieron jactancia de ser quienes ofrecen un servicio de almuerzo con migajas de presupuesto que le da la actual gestión (saliente). Es decir, una lógica de conciliación al ajuste y de rosca en los órganos de cogobierno como único medio para pelear algunas demandas.
Nosotrxs no hacemos silencio, ni minimizamos estas situaciones. Peleamos por una educación pública, laica, gratuita, científica y de calidad.
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2.Falta más democracia estudiantil
El reglamento establece que entre la oficialización de listas y los comicios transcurre aproximadamente un mes (o menos). Si bien los acuerdos electorales pueden pactarse antes, el padrón actualizado es la base para determinar quiénes están en condiciones de participar y quienes no. Antes de su publicación, el armado de listas es incierto.
Los tiempos de campaña, digitados por la FUP, resultan cortos y benefician a los oficialismos que cuentan con estructura y recursos. Esto representa una pérdida para la democracia estudiantil ya que no se habilitan debates entre listas, ni se informa adecuadamente al estudiantado sobre qué se vota y cuáles son las opciones (más allá de carteles o alguna que otra publicación en redes). Hay que cambiar el reglamento para garantizar una participación democrática real y un estudiantado informado.
3. Oficialismos y prácticas políticas
Las conducciones estudiantiles, referenciados en el peronismo y otras que sin hacerlo utilizan prácticas políticas similares, se sitúan, por fuera del “combate” al poder real, pelea que se concreta.
La unidad de acción de lxs estudiantes en lucha es contraproducente a las lógicas burocráticas y de mera gestión en las que insertan sus prácticas políticas sintetizando una situación más desfavorable para quienes en la universidad perdemos más derechos. Por eso, es necesaria una representación combativa que esté a la altura de las demandas colectivas de la clase trabajadora y ponga un centro de estudiantes como garantía y herramienta gremial para luchar contra todo tipo de injusticia.
4. Violencias y representación
Un tema que atraviesa la sede hoy en día es la posible reincorporación del docente B. Sancci, apartado años atrás por múltiples denuncias de violencia de género. Todos o la gran mayoría dice acordar en su no retorno a la universidad, pero algunas listas como la verde (conducción de CEHCSo) hizo alianza con AEI (agrupación estudiantil de Comodoro Rivadavia) cuyo consejero electo es amigo de B. Sancci. Entonces la contradicción es notable, se favorece la pelea por los cargos en contra de los criterios y principios políticos.
El oficialismo en vez de reconocer que este consejero electo era miembro de su lista, desvío la atención hacia el escrache a una estudiante que manifestó su repudio.
La expectativa sobre su regreso concentró la atención, desplazando discusiones de fondo. Incluso sectores que se reivindican de izquierda priorizaron disputar cargos en los órganos representativos y rosquear antes que organizarse desde abajo para impedir cualquier intento de retorno de docentes denunciados.
Desde La lista bordó sostenemos que la representación genuina sólo puede construirse sobre la base de una organización masiva, democrática, combativa y permanente en todas las sedes.
5. La autoorganización desde abajo, clave para resolver conflictos
Este año, lxs estudiantes de Historia lograron mantener su cursada de Prácticas (materia del último año) tras la licencia de su única docente, gracias a la autoorganización y la acción directa. Lo mismo ocurrió en Letras el año anterior con la cátedra de Lingüística cuando sus estudiantes se organizaron.
Estos ejemplos demuestran que solo la organización desde abajo puede resolver los conflictos y defender nuestros derechos, no las gestiones complacientes ni la pasividad institucional.
Es necesario que estemos presentes en las aulas, en las calles, en las asambleas, demostrando que el estudiantado puede enfrentar esta situación. No vamos a permitir que prime la pasividad y la despolitización en las universidades.
6. La potencialidad de la Lista Bordó. Llegamos para quedarnos
Desde hace dos años venimos organizando la resistencia al ajuste, tanto el aplicado por Milei como el que impulsó el gobierno de Fernández-Fernández bajo la tutela de Massa y el FMI siendo parte de las corrientes que pasan por los cursos, proponen asambleas y acompañan diversos reclamos.
La conformación de la Lista Bordó reflejó un crecimiento orgánico y militante, con estudiantes independientes de varias carreras que decidieron enfrentar al oficialismo con un programa claro y desde abajo. La apuesta es construir una corriente estudiantil combativa y representativa, que enfrente la pasividad y conciliación del peronismo enquistado en las sedes, contra el ajuste del gobierno de Milei pero también contra el ajuste de carácter provincial que lleva adelante I. Torres.
7. La tercera oposición: la Lista Negra
La primera lectura que los compañeros de la lista negra hacen de las elecciones es puramente cuantitativa, sin atender a los aspectos cualitativos que también deben ser parte de un balance político serio. Es cierto que la división de votos entre las listas favoreció al oficialismo, pero ese mismo argumento podría usarse al revés: si los votos dispersos de la Lista Negra hubieran confluido, la Bordó podría haber ganado. Sin embargo, no se trata de disputar el terreno de los números, sino de comprender en profundidad los procesos políticos que los explican.
Con la no presentación de FIE–Patria Grande, la polarización se expresó principalmente entre la izquierda y el oficialismo. Si sumamos los votos de las listas de izquierda, 108 de los 207 sufragios fueron hacia opciones antioficialistas. Ese es el dato cualitativo más relevante: la izquierda creció, y sobre esa base debe proyectarse lo que viene.
A la vez, hubo factores que incidieron en el resultado: la ausencia de FIE–Patria Grande en la contienda; la no obligatoriedad del voto, que desincentiva la participación estudiantil; la escasa visibilidad de la campaña oficialista y sus alianzas con sectores ligados a Sancci; el repudio generalizado al escrache en redes contra una compañera de Patria Grande; y la falta de debates políticos o asambleas regulares que promuevan la información y la participación. Por eso, el análisis de una elección no puede reducirse a lo numérico, sino que debe considerar también el contexto político e institucional en el que se desarrolla.
En contraposición con los compañeros del MST, PO, Marabunta y Poder Popular, creemos equivocada la estrategia de construcción basada más en el aparato que en la inserción real entre las masas estudiantiles.
La propia experiencia de la Lista Negra lo demuestra: enfrentaron dificultades para conformar la nómina y, de los más de 400 estudiantes empadronados, no lograron convocar ni a seis estudiantes independientes de la sede. A último momento presentaron una lista integrada por personas empadronadas pero que no cursan allí, publicando la nómina apenas horas antes de la elección. Ese hecho no expresa una voluntad real de construcción, sino una urgencia por figurar en la contienda electoral. En ese marco, acusar a la Bordó de “dividir la izquierda” resulta una excusa que encubre su propia falta de inserción política y organización real.
Sumado a la minimización explícita de la labor de las compañeras de nuestra lista, más su intento de silenciamiento y posterior intento de expulsión de espacios de lucha colectivos.
Desde En Clave Roja sostenemos que la representación real solo puede surgir de una organización amplia, democrática y permanente del estudiantado en todas las sedes. Apostamos a una construcción basada en un programa de lxs estudiantes trabajadores, que confronte con el peronismo y la pasividad de sus agrupaciones, y que avance en la unidad con los sectores en lucha mediante un diálogo político horizontal y transparente. La verdadera alternativa no se edifica desde arriba ni a último momento por conveniencia electoral, sino desde abajo, con militancia sostenida. Por eso, seguimos optando por la unidad representativa de estudiantes independientes, no con los aparatos burocráticos y partidarios que reproducen las lógicas de la universidad.
Una nueva etapa para la izquierda estudiantil
Aunque la Lista Verde haya ganado con una diferencia de 20 votos, su victoria refleja una pérdida de hegemonía representatividad real en la sede, pues su objetivo es garantizar diálogo abierto y formal con quienes concilian a puertas cerradas con las autoridades y gobiernos, mientras que por otro lado la izquierda emerge como alternativa real, aglutinado a un sector que no acepta respuestas tibias ante los continuos ataques a la universidad pública.
Esta nueva corriente si se pretende independiente, crítica y transformadora debe entender que lo cualitativo es factor de peso político y simbólico. Que se gana representatividad, legitimidad, confianza para lo que viene con construcción de abajo y horizontalidad y no con verticalismo ni mezquindades. No será un camino fácil pero queremos lograr la más amplia unidad con todos aquellos sectores combativos que no se resignan a perder.
La lista bordó quiere estar al pie del cañón en defensa de la Educación Pública y en defensa de todos los derechos conquistados por la clase trabajadora.
Ese es el desafío que queremos asumir, con organización, lucha pero también propuestas superadoras por y para el estudiantado laburante. Por eso y más nos queda más que agradecer la confianza que nos depositaron. ¡Adelante, compañeros y compañeras, ésto recién empieza!





