China ha decidido elevar el pulso estratégico en el continente americano con el despliegue de su buque hospital transoceánico CNS SK R, que forma parte de la misión Harmony 2025. La iniciativa, presentada como una operación médica y cultural, ha despertado las alarmas en Washington, que ve en este movimiento una extensión de la influencia china a las puertas de su territorio.
El barco zarpó a principios de septiembre desde la provincia de Jiangsu y tiene programadas escalas en países como Nauru, Fiyi, Tonga, México, Jamaica, Barbados, Brasil, Perú, Chile y Papúa Nueva Guinea. Aún no está confirmado si atravesará el Canal de Panamá, un punto clave en la geoestrategia naval global.
La operación no se produce en un vacío. El Pentágono ha reforzado su presencia en el Caribe Sur con buques de guerra y aviones de combate, bajo el argumento de intensificar la lucha contra el narcoterrorismo. Sin embargo, el trasfondo es más amplio: la tensión con Venezuela, aliada de Pekín y Moscú, y la creciente pugna por la influencia en América Latina.
El mensaje es claro. Pekín busca consolidar su imagen como potencia global capaz de proyectar poder más allá de Asia. Washington, por su parte, responde con una política de contención que recuerda a los momentos más fríos de la Guerra Fría. En el tablero latinoamericano, los países receptores de la misión observan con atención: para algunos, la visita del buque chino representa una oportunidad de cooperación sanitaria y diplomática; para otros, un riesgo de verse atrapados en la rivalidad entre las dos superpotencias.
El despliegue del CNS SK R no es un episodio aislado. Forma parte de una estrategia más amplia de China por tejer lazos en regiones consideradas de influencia histórica de Estados Unidos. La pregunta que se abre es hasta qué punto Washington está dispuesto a tolerar esta incursión y qué coste tendrá para las relaciones con sus vecinos hemisféricos.
Lo que sí está claro es que el Pacífico y América Latina se han convertido en nuevas piezas del ajedrez geopolítico global, y que cada movimiento añade tensión a un equilibrio cada vez más frágil.