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domingo, marzo 16, 2025

Un experto cuenta cuál fue el pecado histórico por el que Bahía Blanca llegó al colapso total

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-Como experto en ingeniería civil hídrica (o hidráulica) y como residente histórico de Bahía Blanca, le pido que, del 1 al 10, siendo 1 “abandono total” y 10, “acción plena”, opine sobre el estado de la obra pública en su ciudad.

-Hídrica e hidráulica son lo mismo: aluden al agua. Yo le pondría un seis. El entubado del arroyo Napostá se hizo mal. El cierre para regular con un dique ese arroyo, aguas arriba, no se hizo nunca. No podemos esperar a que llueva en toda la cuenca para decidir construirlo. Lo que ocurrió fue una catástrofe, pero si se hubiese repetido lo que pasó en 1933 o 1944, es decir, si hubiera llovido en toda la cuenca del Napostá, la destrucción de la ciudad habría sido casi total. En lugar de 40 milímetros de agua en mi casa habría tenido 200.

-¿Qué medidas tomaría si la política hídrica de Bahía Blanca estuviera en sus manos?

-Ese dique aguas arriba hay que hacerlo y no demorar ni un minuto más. Y yo sería drástico con el tema del entubado del arroyo Napostá. Otros países han repensado el tema y han recuperado el cauce original de sus arroyos entubados. También buscaría alternativas para el canal Maldonado: hay que reconstruirlo. Cuando baje el agua, vamos a ver la losa en el fondo, destruida. Ya se había roto con una inundación menor que la del viernes, hace tres años. No fue reparada. Lo advertí en distintas oportunidades. El canal tiene un piso de losa de hormigón. Con las crecidas, los pedazos de losa se desplazan e interfieren en la circulación y escurrimiento del agua.

-Según dice, la losa rota hace que el Maldonado deje de ser un “vaso conductor” efectivo. Ahora bien, ¿por qué es tan importante el enlosado?

-Si no hubiera losa, se erosionarían el suelo y los bordes del canal, que se iría ensanchando y comiendo el terreno. El agua va a gran velocidad y tiene una fuerza tremenda. Correrían peligro las casas aledañas. En las próximas crecidas se van a seguir levantando más pedazos de losa.

-Mencionó el entubado del arroyo Napostá, soterrado por más de 2 km dentro de Bahía Blanca. ¿Por qué se debería liberar el arroyo?

-Después de la inundación de 1933, la entonces División de Irrigación propuso rectificar y limpiar el Napostá para que alcance una capacidad de 120 m3 por segundo (m3/s). También, construir un canal -que más tarde llamaron Maldonado- con un cauce de 180 m3/2, para que la descarga de la cuenca sea de 300 m3/s, el equivalente a la crecida que habían tenido. Pero las obras se iniciaron unos años después de la crecida de 1944 y lo que construyeron fue el canal Maldonado, con 260 m3/2 de capacidad, y limpiaron el Napostá, dejándolo en sólo 40 m3/s. La cuenca descargaba 300 m3/s, aun cuando sabían que la crecida de 1944 había sido mayor. Tenían la idea de, en una tercera etapa, sumar un dique en Puente Canessa para retener algo de agua. El dique nunca se hizo. En cambio, en 1979 entubaron una parte del Napostá, lo que limitó para siempre su cauce a 40 m3/s. Se desperdició el potencial de 120 m3/s estimado en 1933.

-Entonces, cuando hay crecidas se produce el típico “efecto embudo”…

-Sí. Sin contar que se acumula cantidad de barro y vegetales. Y, ante lluvias tan intensas, el estrechamiento en ese sector provoca inundaciones en otras zonas: el agua corre, se encuentra con el entubado y sube su nivel, aguas atrás.

«Muchas obras que debían hacerse para mantenimiento, no se hacen. Falta hace años un plan director», dice el experto. Foto: Juano Tesone

-¿Por qué lo entubaron?

-Había quejas por el olor. En lugar de controlar el arrojo de desechos, decidieron entubarlo.

-La inundación de Bahía Blanca se atribuye a, 1) el capricho meteorológico (en menos de medio día cayó la lluvia de todo un año); 2) el cambio climático (la tormenta del viernes 7 sería parte de una serie in crescendo y no un evento aislado); y, 3) el clásico déficit argentino en la obra pública. ¿Qué porcentaje del problema le atribuiría a cada variable?

-La meteorología se lleva el 50 por ciento. La cantidad de lluvia que cayó supera todo lo que uno podría haber previsto para esta zona. No soy experto en cambio climático pero entiendo que está muy ligado: nunca la ciudad registró una lluvia así, la peor de la historia. El que fue mi mentor y profesor, el ingeniero Manuel Muradas, siempre decía que «el ingeniero no proyecta para las catástrofes». Es cierto: no hay dinero para tantas obras. Se proyecta para atenuar daños, pero no se puede lograr un control total.

-¿Y el otro 50 por ciento?

-Parte es cambio climático. Pero no hablaría sólo de “inacción” en la obra pública sino de “acción”: acción mal hecha. Al entubamiento se suma el no haber construido la obra aguas arriba. De ese dique se habla hace más de 40 años.

-¿Cómo sería?

-Estaría a 16 km de Bahía, en la zona de Puente Canessa. Sería un cierre de la cuenca media y alta del Napostá. Es cierto que no hubiera sido muy útil en esta situación porque las lluvias ocurrieron en la cuenca inferior -sobre Bahía Blanca, propiamente-, pero sí serviría en otras situaciones, además de colaborar con el gran problema del abastecimiento de agua. Un dique multipropósito.

-Crecidas en las que el agua no escurre y déficit en la provisión de agua: ¿Están conectados estos problemas?

-El tema del agua en Bahía Blanca ha sido siempre de calidad del agua entregada; no de cantidad, asunto cubierto por muchos años con el Dique de las Piedras. Pero, como en cualquier lago, a veces aparecen floraciones algareas. La planta potabilizadora no está preparada para tratarlas, de modo que van derecho a los filtros, que terminan funcionando mal. Precisamos un decantador con carbón activado para neutralizar sabores y olores. Siempre he insistido en esa cuestión y el tema no fue resuelto. Mientras no hay algas, hay cierta provisión de agua, pero encima la planta no da abasto porque, de los tres módulos de filtración proyectados, sólo se hicieron dos. Las cisternas de agua potable no se amplían desde 1929 y no tienen buena producción. No hay dónde guardar el agua porque no alcanzan las cisternas. Y cuando crecen algas, es muy poco lo que se puede entregar porque se taponan los filtros.

«Vivimos a 600 kilómetros de La Plata. Vivimos postergardos. La provincia es muy grande y debería dividirse», asegura Scheffer.

-Todo conduce al factor humano.

-Sí. Habían prometido inaugurar este verano, no el tercer módulo pero sí uno más chiquito que tendría decantador. Le debería dar 10% a 15% más agua a la ciudad. También hay un acueducto viejo que se estaría rescatando del abandono. Eso podría ir directo a las cisternas.

-¿Quién paga estas obras?

-Son obras provinciales. Además están reemplazando kilómetros de cañería de la ciudad. Había caños de más de 100 años. En algunos no podías meter ni un dedo de la cantidad de sarro.

-¿Cómo evalúa estas políticas de infraestructura?

-Siento que se está recuperando lo que se perdió por falta de mantenimiento. Salvo contados casos, no es que tengamos obras nuevas. Se está haciendo lo que no se hizo.

-¿En qué período?

-Yo diría que en los últimos 30 años.

-Usted es un reconocido experto y suele reunirse con autoridades municipales. Esta mañana (12 de marzo) iba a tener un encuentro con autoridades provinciales. ¿Algún funcionario se comunicó con usted en estos días? ¿Qué le preguntaron y qué les aconsejó?

-Ninguna autoridad se comunicó conmigo. Integro lo que ellos llaman “Comisión de expertos por la provisión de agua”. La última fue en noviembre; justo no pude ir, pero voy a todas. Sé que hoy venía a Bahía Blanca el subsecretario de Recursos Hídricos (de la provincia de Buenos Aires, Néstor Álvarez) y que había intenciones de hablar conmigo. Por ahora no hubo comunicación (N. de la R.: al cierre de esta nota, viernes 14 de marzo, tampoco).

Bajo el agua. General Cerri fue una de las poblaciones más afectadas por la inundación. Foto Diego Izquierdo Bajo el agua. General Cerri fue una de las poblaciones más afectadas por la inundación. Foto Diego Izquierdo

-¿Cómo describiría la relación de la política y la obra pública?

-Conflictiva. Muchas obras que debían hacerse para mantenimiento, no se hicieron. Falta, hace años, un plan director para cubrir las necesidades de la ciudad, y que se pongan detrás de él Nación, la provincia y el municipio, de forma firme. Un plan que se siga a rajatabla, por encima de los cambios de autoridades. Creo que el intendente (Federico Susbielles) solicitó un plan a la Universidad (Nacional del Sur) para abastecimiento del agua. Las obras deben ser consecuentes con las necesidades; no hacerlas a los ponchazos ni meter parches. Además, nunca se habla del escurrimiento del agua; sólo del abastecimiento.

-Parece sentirse poco escuchado.

-Sí. A veces me olvido, pero cuando recuerdo las veces que en seminarios y reuniones científicas plantee el tema del escurrimiento… todos lo veían como cuestión prioritaria, pero nunca hubo una respuesta. Fui vocal del directorio en la Autoridad del agua de la provincia, y cuando se creó el Consejo Hídrico Federal me mandaron como representante. Recuerdo que una vez vino el subsecretario de Recursos Hídricos y dijo que había dinero para licitar obras. Fui a ver al presidente de la Autoridad del Agua y le dije “tenemos una oportunidad para hacer el dique de Puente Canessa”. Me dijo “hay que buscar la forma de hacer el proyecto”. Lo hablé con una autoridad provincial. Me dijo que iba a hablar con la Dirección Provincial Hidráulica. Nación tenía el dinero; el proyecto lo tenían que hacer ellos. Nunca conseguí que lo hagan.

-¿En qué año fue? ¿Y que pasó? ¿Era muy caro?

-Debe haber sido en 2006. En 1989 se había hecho un análisis de un plan director relacionado con el abastecimiento del agua. Surgieron cuatro opciones. Una era el dique, considerado, como dije, multipropósito: hasta cierto nivel, servía para abastecer; y desde cierto nivel, para escurrir. En ese momento costaba 42 millones de dólares.

-¿Entonces?

-Creo no se hizo porque vivimos a 600 km de La Plata. Vivimos postergados. La provincia es muy grande y debería dividirse. Tenemos un diario llamado “La nueva provincia”. El que lo fundó pensaba que debía haber una división y yo cada vez tengo menos dudas. El interior está postergado con respecto al Conurbano, que requiere muchísima inversión y tiene muchísimos problemas. Y es la zona que más presiona a las autoridades. Vemos cómo muchas decisiones que no sirven sobre la planta potabilizadora de Bahía Blanca se toman desde La Plata sin consultarle a la universidad.

Autos amontonados luego de que bajara el agua. Foto Diego Izquierdo Autos amontonados luego de que bajara el agua. Foto Diego Izquierdo

-El costo del temporal se estimó en 400.000 millones de pesos y ya hubo tironeos entre la provincia y Nación. A la vez, se sabe que la actual gestión de Gobierno casi suspendió la obra pública. ¿Qué opina?

-Si no hay obra pública no hay destino. Es imposible una recuperación. Obras así para un lugar como Bahía Blanca no las va a hacer un privado. Sí o sí tiene que ser obra pública y planificada, consecuente con las necesidades locales y con planificación. Todo se hace por presión política o para ayudar amigos.

-¿Podría haber otro temporal con las consecuencias dramáticas que dejó este?

-Quiero, deseo y ruego que no. Fue extraordinario, pero creo que el cambio climático puede provocar otro en cualquier momento. Si la tormenta hubiera sido más grande, no quiero imaginar las consecuencias. Es fundamental hacer el dique Puente Canessa cuanto antes. Pero, mire: me dediqué toda la vida a trabajar y tardé cinco años en tramitar mi jubilación como ingeniero civil. Tiempo después presenté los papeles de la jubilación docente. Pasaron siete años y no logré que salga ese trámite. Más allá de la gestión, esperanza de que la provincia resuelva estas cosas rápidamente, no tengo.

Entre la lucha contra la burocracia corriente y el arte de gobernar el agua

“Si me había olvidado lo que vive la gente cuando le quitan todo, me lo recordó esta inundación”. Sea que el agua falte -por problemas de provisión- o que, al revés, sobre -por las crecidas de los ríos-, es lógico que los medios de Bahía Blanca corran a buscar a Juan Carlos Scheffer, ingeniero civil especializado en hidráulica al que más de una vez los funcionarios de turno ubicaron -oficial o extraoficialmente- en el rol de “consultor” en materia de agua. Razones, hay: estuvo a cargo de la construcción y el mantenimiento del dique que le da de beber a la ciudad (en Paso de las Piedras) y dirigió la carrera de Ingeniería en la Universidad Nacional del Sur, institución con sede en esa localidad del sureste bonaerense

Su casa no zafó del temporal que el 7 de marzo provocó 16 muertes, obligó a miles a evacuarse, generó destrozos millonarios y desnudó -lanza Scheffer, tras hora y pico de charla- la desidia de décadas en materia de obra pública.

Cerrando sus setentas, bien sabe lo que es quedarse sin nada. Un recuerdo que no lo entusiasma, ya que linkea directo a una vivencia familiar traumática: cuando el agua siniestra avanzó tanto que invadió las casas y las personas. Scheffer era un bebé: “Mis padres se inundaron en 1948”.

Desolación. Después de la inundación. Foto Diego Izquierdo Desolación. Después de la inundación. Foto Diego Izquierdo

“Yo había nacido en el 47. Se tuvieron que mudar de General Cerri a Bahía Blanca, y ahí mi padre debió cambiar de trabajo. En mi casa no se hablaba del tema. No lo tenían como un recuerdo digno de ser repetido. Habían perdido todo y salieron con lo puesto. Se habían casado hacía poco y tenían pocos muebles. Alquilaron una vivienda. Siempre fue un recuerdo doloroso”, esbozó.

“Del frigorífico de Cerri, mi padre pasó a trabajar de albañil. Después fue contratista de obra y al final le pedían viviendas enteras. En las vacaciones de la secundaria tenía que colaborar con él como ayudante de albañil. Así nació mi vocación de ingeniero civil. Mi papá me decía ‘o trabajás o estudiás‘”, recordó.

Hizo las dos cosas y con un mismo horizonte: gobernar el agua indomable. Tan escurridiza como los funcionarios cuando eluden “la obra pública planificada en base a las necesidades de la gente”. Remar contra esa corriente es el puerto al que va Scheffer, un exigente -de esos que hacen falta-, que en su tierra natal supo construir bastante: “Tuve la suerte de siempre tener dos trabajos. Además de mi carrera de ingeniero, siempre fui docente. Mi jubilación como ingeniero tardó cinco años en salir. Por suerte tenía el cargo en la universidad. En 2016 fui designado decano”.

“Ahora hace siete años espero que salga mi jubilación docente”, aclaró. Tiene la paciencia del buen constructor: sin bases firmes, nada saldrá bien. Y con eso tira.

Porque la verdadera felicidad está en otra parte: “Mi señora, ingeniera también, ¡me superó! Se recibió estando embarazada, dejó la profesión para criar a mis hijos y años después retomó la carrera. Hizo el doctorado a los 50 y crió a tres hermosos varones. No me alcanzan los días de la vida para devolverle todo lo que me ha aportado”.

Le alcanzan, sin embargo, para seguir con los proyectos: “Hoy mi actividad es escribir sobre estos 50 años con el agua. Mi libro se va a llamar La eterna crisis del agua en Bahía Blanca. Esto que pasó me da para un capítulo más”.

Itinerario

Juan Carlos Scheffer es un ingeniero civil de Bahía Blanca especializado en hidráulica, que fue docente y director-decano del Departamento de Ingeniería de la Universidad Nacional del Sur. Nació en 1947, en Gral. Daniel Cerri, localidad afectada por las inundaciones recientes. Dirigió la construcción del dique Paso de las Piedras (fuente de agua clave para Bahía Blanca), donde fue Operaciones y Mantenimiento. Entre 2000 y 2008, tuvo el cargo de director vocal de la Autoridad del Agua de la provincia de Buenos Aires. Hoy tiene en marcha su tercer libro. Los primeros dos fueron Los recursos hídricos y el abastecimiento de agua. Región de Bahía Blanca e Hidráulica Fluvial (en coautoría con S. Fernández).

Al toque

Un referente: Arturo Umberto Illia.

Un libro: El agua, de Seth M. Siegel.

Una película: El exorcista.

Un músico: André Rieu.

Una comida: Lomo a la pimienta con papas a la crema.

Un hobby: Leer todo lo relacionado con la hidráulica de los ríos.

Un equipo: Boca Juniors.

Un lugar: Miami.

Un recuerdo: El del día cuando mi esposa se me cruzó por primera vez.

Una pasión: Hacer y comer el asado de los domingos junto a mis hijos.

Un deseo: Que en nuestro país, los políticos -sin distinción de signo- se reúnan para resolver los problemas que aquejan a la gente y terminen con las discusiones que sólo a ellos les interesan.

Un desafío: Terminar mi libro La eterna crisis del agua en Bahía Blanca.

PS

Redacción

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Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

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