La joven de la perla, de Johannes Vermeer, es uno de los cuadros más populares de la Historia. La protagonista de la pintura fue representada incontables veces en diferentes ámbitos de la cultura y reversionada hasta el hartazgo. Pero así como sabemos que la Mona Lisa es Lisa Gherardini, ¿se sabe quién es la chica con el turbante?
La joven de la perla es un óleo datado aproximadamente entre 1665 y 1667 y conservado en el Mauritshuis de La Haya. La obra mide 44,5 por 39 centímetros y destaca por un pendiente de perla que actúa como punto focal. El cuadro sintetiza la maestría del claroscuro en la producción de Vermeer.
Los mecenas principales fueron Maria de Knuijt y su esposo Pieter Claesz van Ruijven, que vivieron en una casa conocida como el Águila Dorada junto al canal Oude Delft, frente a la iglesia de los Remonstrantes. Ambos pertenecieron a esa comunidad religiosa.
Las pinturas colgadas en el Águila Dorada respondieron a sus creencias y, entre ellas, La joven de la perla aparece como la obra que mejor reflejó ese horizonte espiritual.
La identificación del personaje aclaró debates sobre la modelo y el sentido del cuadro. Varias lecturas propusieron que la figura era una sirvienta, un personaje mitológico o la hija mayor del pintor.

La documentación de subasta de 1696 registra que tres tronien salieron como lotes finales y que el lote 38, descrito como «un tronie con traje antiguo, excepcionalmente artístico», se identifica con seguridad como La joven de la perla.
Origen familiar y figura representada
En un reciente artículo para el UK Times, el historiador Andrew Graham-Dixon se aventuró a afirmar quién es la joven que posó para el pintor.
La hipótesis de Graham-Dixon vincula a la mujer con Magdalena van Ruijven, la hija de Vermeer, por la relación estrecha entre los mecenas y el pintor.
Magdalena nació en octubre de 1655 y, por tanto, tendría alrededor de 12 años en 1667, edad señalada en la tradición para ciertos ritos de paso religiosos. Es plausible que Vermeer pintara la obra para conmemorar un acto de compromiso religioso o un bautismo celebrado en la comunidad colegial.

La figura viste un turbante oriental y un «traje antiguo» propio de los estudios de época, elementos que los artistas neerlandeses usaron para representar personajes bíblicos o de inspiración histórica. En ese sentido, la joven aparece identificada con la figura de María Magdalena y encarna un momento de reconocimiento y devoción que la pintura quiso perpetuar.
El micro-relato humano detrás de la obra remite a Magdalena como niña vinculada a una familia que encargó obras para provocar y sostener la vida religiosa doméstica. Ese encargo conectó la experiencia privada de una niña y la liturgia visual de una comunidad religiosa.
Técnica, restauración y trayectoria
La obra muestra una paleta delicada realzada tras una restauración importante realizada en 1994, que subrayó la íntima mirada y el contraste entre fondo oscuro y figura iluminada. El tratamiento de la luz y los reflejos, especialmente en la perla y los ojos, subraya la pericia técnica de Vermeer y la calma propia de su producción en Delft.
En 1881 A. A. des Tombe compró la pintura en una subasta en La Haya por una suma modesta y la legó al Mauritshuis en 1902. Esa trayectoria preservó la obra dentro de los Países Bajos y facilitó su estudio y restauración posteriores.

En 1937 apareció en la National Gallery de Washington una obra similar entonces atribuida a Vermeer y más tarde considerada una falsificación; investigaciones posteriores relacionaron esa obra con el falsificador Theo van Wijngaarden y generaron debates sobre atribuciones en el siglo XX. La joven de la perla continúa en el Mauritshuis y sigue siendo objeto de estudio y exhibición.