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lunes, febrero 10, 2025

¡Un León! el niño de 8 años que ya pedaleó 800 kilómetros, con su familia, por la Patagonia hasta Chile

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León López tiene ocho años y ya recorrió 800 kilómetros en un mes por la cordillera. Junto a sus papás, Gastón López (36) y Luciana Juárez (34), y son @3bicisviajando.

El viento silba entre los árboles milenarios, las hojas tiemblan y el sol dora las montañas. En este escenario de postal, una familia que pedalea con la determinación propia de quienes eligen vivir su propia historia. León López tiene ocho años y ya recorrió 800 kilómetros en un mes por la cordillera. Junto a sus papás, Gastón López (36) y Luciana Juárez (34) (@3bicisviajando), partieron de Mar del Plata en colectivo, llegaron a Bariloche, recorrieron parte de la Patagonia en bicicleta y cruzaron a Chile. Aman andar a todo pedal, los paisajes y las aventuras llenas de enseñanzas.

La idea de recorrer el sur en bici nació del espíritu aventurero. Esta es su tercera travesía, pero Luciana cuenta que comenzaron cuando eran solo dos y, con la llegada de León, redoblaron la apuesta. “Viajamos mucho en moto. Cuando éramos dos, hicimos un viaje de tres años desde Ushuaia hasta Colombia. Luego, cuando León tenía dos años, viajamos en un auto Ford Taunus 1984 durante seis meses y siempre admiramos a los cicloviajeros”.

Agradecen cada momento, porque están viviendo y conociendo la Patagonia.

En su ciudad usaban mucho la bicicleta, hasta que un día se preguntaron: “¿Por qué no hacer una aventura en bicicleta a uno de nuestros lugares preferidos: la Patagonia?”. Salieron de Mar del Plata el 21 de diciembre de 2024 y, en Bariloche, comenzó esta travesía que aún no termina, pero que ya les ha dejado aprendizajes y experiencias inolvidables.

“Descubrimos que llevábamos cosas innecesarias. Viajar con la casa a cuestas te hace reflexionar sobre lo que realmente es útil. Aunque llevamos algunos pequeños lujos, como una hamaca”, dice Luciana.
Pedalearon por los Siete Lagos, cruzaron ríos en los que se dieron un chapuzón y acamparon con permiso de los guardaparques.

“Nuestro primer objetivo era El Bolsón. Así hicimos los primeros 127 kilómetros en cinco días. Fue un gran esfuerzo, con muchas subidas y bajadas, ya veces tuvimos que caminar”. Desde Cholila planeaban llegar a Chile, y lo lograron. El viernes, desde allí, contaban “cruzamos la frontera con grandes amigos que nos dio el camino y que estábamos disfrutando de un descanso. ‘Estamos en Puerto Montt ahora. Hoy salió el sol, pero tuvimos muchos días de lluvia y pedaleando, fue agotador’”, relataban en un mensaje.

Viajar con la casa a cuestas los hace reflexionar sobre lo útil.

Un viaje en bici con niños


La Patagonia les regala noches estrelladas, amigos fugaces en los campings, fogatas y el aprendizaje de vivir con lo justo.

En cada parada, la familia refuerza su lema: “Dejar el lugar mejor de lo que lo encontramos”. Acampan en sitios habilitados, piden permiso a lugareños y bomberos, recogen su basura y respetan la naturaleza. “No hacemos fuego donde no está permitido. Es un compromiso con este paraíso que nos recibe”, asegura Luciana. “Llevamos nuestra basura siempre con nosotros”, agrega Gastón.

Los días de calor pedalean al atardecer. “Este viaje nos hace atravesar muchas emociones: cansancio, redescubrirnos como familia, ejercitar la paciencia y el compañerismo. Agradecemos todos los días y reflexionamos en el momento”, cuentan.

Salieron de Mar del Plata el 21 de diciembre de 2024

En lo económico, gestionan el viaje con ahorros y vendiendo artesanías. Además, Gastón hace astrotarot, algo que intercambian con las personas que conocen. “Una de las experiencias más lindas es conocer gente, compartir, hacer nuevos amigos. Y la sensación de llegar a nuestros objetivos. Por ejemplo, alcanzar el primer destino fue hermoso: mirar el camino recorrido y todo lo que logramos como familia nos enorgullece mucho”.

Destacan que los días pasan rápido, son intensos pero muy disfrutables. A su paso, se enamoran de los paisajes. Quedaron maravillados con el lago Mascardi y su belleza, con las montañas eternas y el agua cristalina.

La pregunta sobre cómo lo vive un niño surge inevitablemente. “León lleva el viaje sin mucha tecnología, disfruta los chapuzones en el agua, las noches de fogón, hacer nuevos amigos. Aprende a despedirse de quienes conoce en el camino y a volver a viajar los tres juntos. Se anima a contar su viaje en redes, cuando se puede”.

Cuentan que las subidas son su mayor desafío. “Vamos a su ritmo y, si hay que caminar, se camina”. Para viajar tranquilos, suelen hacer entre 15 y 30 kilómetros por día, dependiendo del terreno. Lo más difícil del viaje, sin dudas, fue salir y dejar la zona de confort. “Pero luego reflexionamos: cuando hay caídas, aprendemos a ver el lado positivo del día”, destacan.

Hay tiempo de calidad compartido. Momentos para jugar a las cartas, leer libros, detenerse a charlar con la gente. “Como mamá y papá, pensamos que no hay nada más lindo que llevar a nuestro hijo a conocer lugares y personas diferentes. Cada día surgen nuevas historias, aprendemos del otro y cultivamos la solidaridad y el compañerismo”.


Animarse a vivir aventuras


Tienen una frase que los inspira: “Nadie vivirá tu vida ni morirá tu muerte”. Por eso, escriben su propia historia mientras inspiran a otros. “En este viaje nos cruzamos con un seguidor de nuestras aventuras anteriores. Saber que podemos ser impulso para otras personas es un placer enorme”, dice Luciana.

Aunque confiesa que no es fácil soltar la rutina, los trabajos y las comodidades, se pregunta: “¿Quién te quita lo bailado? Confiar es clave, y siempre, hasta en los días malos, hay algo bueno. Lo más difícil es el primer día; después, todo fluye. Agradecemos cada momento, porque estamos viviendo y conociendo la Patagonia”.

Después de recorrer 800 kilómetros, Luciana reconoce que están sorprendidos de sí mismos y que, sin dudas, “León es un genio”. Han atravesado muchas subidas y bajadas, días muy duros. “Todavía nos quedan 400 kilómetros por delante, porque volveremos a Bariloche”, contaba el viernes desde Puerto Montt.

Pero todo es ganancia. En estos días, León aprende a cuidar la naturaleza, a cuidar al otro. Disfruta y es feliz. Pasan más tiempo juntos: él es el encargado de armar las camas, estirar el aislante, inflar el colchón. Todos colaboran. Sin dudas, ‘la unión hace la fuerza’, dice Luciana, y esa enseñanza, en los tiempos que corren, tiene un valor tan invaluable como los paisajes de la Patagonia.

Redacción

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