El próximo mes de octubre se cumplirán los 25 años de la restitución a África de los restos del hombre que fue conocido como El Negre de Banyoles . Ha pasado ya un cuarto de siglo desde que el gobierno de Botsuana organizara un funeral de Estado que ponía fin a una historia siniestra: fallecido a principios del siglo XIX en la actual Sudáfrica, el jefe de aldea africano fue disecado por naturalistas franceses –los hermanos Jules y Edouard Verreaux– y, a continuación, exhibido en París, Barcelona y, finalmente, Banyoles, hasta el año 1997.
El documentalista Fèlix Colomer Vallès ha indagado a fondo en aquella historia y el resultado es el documental El Negre té nom , que se presenta hoy en el Festival Internacional de Cinema en Català, (FIC-CAT), en Roda de Berà, y que podrá verse en 3Cat el próximo 17 de junio. La película ha sido producida por 3Cat y Producciones del KO.
Molowa VIII, antiguo jefe de la aldea de Dithakong, encaja con el perfil de ‘El Negro’
El documental analiza todos los ángulos de la historia, desde el momento en que se diseca el cadáver en un lugar indeterminado del sur de África hasta su repatriación a Botsuana, pasando por todos los episodios de la agria polémica que durante los años noventa del siglo pasado se vivió en Banyoles en torno a su restitución a África.
Colomer bucea en los archivos de imágenes de hace tres décadas para mostrar hasta qué punto muchos vecinos de la población del Pla de l’Estany se involucraron en defensa de la permanencia del cuerpo disecado en la ciudad. Y va en busca de algunos de aquellos vecinos para que, tantos años después, respondan a la pregunta de si volverían a expresar las mismas opiniones que entonces.
Hélène Arcelin, junto a Joan Solana. En la urna de madera están las cenizas de Alphonse Arcelin.
FÈLIX COLOMER
La película utiliza como hilos conductores a dos personajes antagónicos: el que era entonces alcalde de Banyoles, el socialista Joan Solana, que defendía que el cuerpo se quedara en la ciudad, y Hélène Arcelin, hija de Alphonse Arcelin, el médico de origen haitiano residente en Cambrils que lideró el frente internacional para lograr que el hombre disecado abandonara el museo y tuviera un entierro digno en África. En un momento del documental, ambos personajes se reúnen y conversan, con las cenizas de Arcelin presentes en una urna.
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En el tramo final de la película, Colomer sigue la pista apuntada por algunos investigadores, que situaban en la aldea de Dithakong, en el norte de la actual Sudáfrica, el origen del personaje. El director de cine viaja hasta allí y comprueba, con la ayuda del jefe (equivalente al alcalde) local, que los datos vitales de que se dispone sobre El Negre (un hombre nacido hacia 1800 que era jefe) coinciden con la figura real de Molowa VIII, cuyo cadáver es, significativamente, el único de la dinastía de jefes que está en paradero desconocido.
La investigación de Colomer reforzaría así la tesis de que el hombre disecado no era un bosquimano del Kalahari, como tozudamente se empeñaron en sostener tanto el Museu Darder de Banyoles como algunos medios de comunicación.
