Rafael sorbe cabizbajo un café en el bar de la Filmoteca, en el Raval, a tiro de piedra del piso que comparte con otras tres personas sin techo atendidas por la fundación Arrels, mientras repasa como le ha ido en estos últimos años. “Ahora estoy de bajón, un poco deprimido, he discutido con mi pareja», comenta este hombre que nació y creció en una barraca en la montaña de Montjuïc, igual que la mayoría de sus once hermanos. Siendo niño escapó de la extrema crueldad de un padre delincuente y maltratador, trabajó de todo, tuvo dos hijos, dejó a la familia, dio mil vueltas, regresó a malvivir a Montjuïc, le asestaron un montón de puñaladas… La lista de adversidades a las que ha sobrevivido no tiene límites, quien no lo conoce piensa que atesora una descomunal inventiva cuando explica todo lo que le ha sucedido. Esboza media sonrisa para proclamar que tiene siete vidas. La Vanguardia ha seguido desde octubre del 2015 en una serie de artículos la evolución de Rafael Montserrat, uno de los ciudadanos que ha subsistido al raso y que cuenta con el apoyo de Arrels. Su caso ejemplifica la dificultad de encarrilar una vida sosegada por el doloroso lastre del pasado; su historia es digna de una película.
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Que siga vivo es un milagro. El lo sabe y enseña una foto en la que muestra su abdomen cosido a navajazos. Una noche mientras dormía al raso en Montjuïc unos conocidos lo agredieron para robarle. Lo dieron por muerto e incluso se llegó a publicar un recordatorio. La existencia de Rafael, de 59 años, es como una montaña rusa con vertiginosos altos y bajos. Cuenta que ahora no está en su mejor momento, la relación con sus compañeros de piso no es fácil y está triste por los desencuentros con su pareja. Pero disfruta de un techo que quiere conservar.
Casualmente Rafael se ha reencontrado con un hermano que había sido adoptado y que también vivía en la calle
Rafael es uno de los 236 ciudadanos que residen en viviendas proporcionadas por Arrels según el modelo housing first , es decir, un alojamiento de baja exigencia. El único requisito que se pone a los inquilinos es que faciliten la convivencia y eviten la violencia. De este grupo, 131, entre ellos Rafael, cobran prestaciones que les permiten aportar el 30% de sus ingresos para colaborar en el alquiler. Rafael ya había estado en el 2016 en un piso de Arrels. Pero a los pocos meses tuvo que dejarlo por incumplir las normas..
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Rafael Montserrat vive ahora en un piso de Arrels, en el Raval
Ana Jiménez
La cárcel me fue bien, di un giro, los educadores y psicólogos me ayudaron, ahora apenas consumo alcohol
Rafael Montserrat
Asegura que su comportamiento cambió radicalmente al salir de Quatre Camins, donde ingresó en el 2018 por malos tratos y otros delitos. “La cárcel me fue bien, di un giro, los educadores y psicólogos me ayudaron, ahora apenas consumo alcohol”. En un permiso sufrió un infarto, fue operado, pasó una etapa de convalecencia y al obtener el tercer grado penitenciario fue tutelado por Arrels. “Cada día iba a la Llar Pere Barnés a limpiar, también al taller ocupacional de Arrels”, recuerda.
Ha hecho un proceso admirable gracias a su esfuerzo, si las cosas le van mal reflexiona y pide ayuda
Mercè CardonaEducadora social de Arrels
“Consideramos que la evolución de Rafael es de súper éxito teniendo en cuenta su historia familiar, como estaba cuando lo conocimos y como está ahora. Pensamos que haber pasado por la prisión le ha ido bien. Las caídas son normales, antes eran al vacío y ahora son pequeños resbalones. Ha hecho un proceso admirable gracias a su esfuerzo, si las cosas le van mal reflexiona y pide ayuda”, afirma Mercè Cardona, educadora social de Arrels.
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En los últimos años ha perdido a un hermano, una persona sin hogar como el, y ha recuperado a otro, que también vive en un piso de Arrels. Cardona relata que sus dos hermanos pequeños fueron dados en adopción; de uno nada se sabe y el otro fue relacionado casualmente con Rafael. “Una educadora de calle sospechó que un hombre sin techo podía tener alguna relación con Rafael por su gran parecido y por lo que le contaba de su familia, los pusimos en contacto y el reencuentro fue muy emotivo. Durante un tiempo tuvieron mucho contacto, luego se distanciaron por los momentos vitales tan diferentes de cada uno”, añade Cardona. La aparición de un hermano del apenas recordaba su existencia evidencia que sí, que en el caso de Rafael, la realidad supera la ficción.