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sábado, junio 21, 2025

Un sueño inexplicable

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Hubo una abuela -la mamá de mi mamá- que no conocí; murió en un accidente de tránsito mucho antes de que yo naciera. Mi primer contacto con ella fue una foto que estaba siempre en la mesita de luz en el dormitorio de mis padres. Tenía allí un gesto algo adusto pero decían que era una persona muy alegre. Creo que las fotografías de los años 40 no hacían justicia a los retratados: se posaba con demasiada seriedad y no se reflejaba tanto lo innato, lo que surge de lo natural.

Mi mamá, a quien nunca le entusiasmó demasiado la cocina, contaba una anécdota con elemento mágico (muchos años después escribí un cuento recreando esa historia). Aromas y misterio. Resulta que cuando mi abuela murió, sus dos hijas eran jóvenes -una aún adolescente- y no se había hecho el traspaso generacional de recetas. Aseguran que Matilde -así se llamaba- cocinaba un guiso de riñones al vino blanco -esos platos de otra época- que maravillaba con su sabor. Al tiempo de su fallecimiento, le pidieron a la señora que trabajaba en la casa si podía cocinarlo. Pero ella hacía poco que había entrado y mi abuela no había llegado a enseñárselo. Ahí quedó la historia, sin el guiso de riñones.

Pasan los días y, algo alterada, la señora cuenta que acababa de soñar con mi abuela: ella le transmitía la receta. Puso manos a la obra y según mi abuelo, mi tía, y mi mamá le salió igual. Cómo habrá sido de rotundo el impacto que pasó a la nueva generación: lo recuerdo como uno de los platos más sabrosos que se comían en casa.

Desconozco si esa tradición tuvo algún vínculo con mi gusto por la cocina. Me da placer, cierto, mezclar sabores y texturas que generan algo nuevo. Pero lo que más me motiva es compartirlo con mis hijos. Que disfruten del plato. Que les entusiasme me produce algo así como bienestar existencial; el universo funciona. Claro que para ser creativo debo ingeniármelas: su receta preferida es los spaghetti a la bolognesa. Pero igual algún detalle le sumo. Y no sólo transmito afecto sino una cierta incondicionalidad: siempre cerca tuyo, siempre con ganas de alimentar tu ilusión.

Redacción

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