Cuando se cumple la mitad del actual mandato en el Ayuntamiento de Barcelona es un buen momento para reflexionar sobre lo que se ha hecho, lo que no se ha hecho y lo que se anuncia que se quiere hacer. Todo el mundo tiene opinión sobre Barcelona: un lujo, un orgullo, un sinsentido, un caos, una maravilla… No es fácil ser alcalde de esta ciudad y menos hacerlo con una mayoría tan exigua como tiene Jaume Collboni. Pero esta fue su apuesta y ahora le corresponde cargar con lo bueno y con lo malo de su decisión.
Este suplemento que tiene en sus manos es una aproximación a la Barcelona real, con sus luces y sus sombras. Desde la ciudad de los grandes proyectos que parece que nunca se acaban y que son presentados como los nuevos iconos hasta la urbe con reivindicaciones y problemas que merecen nuestra atención. ¿Qué le interesa más al barcelonés de a pie? ¿Que el 2026 Barcelona tenga tres etapas del Tour, el congreso mundial de arquitectura, la entrega de los premios Goya o que sus calles estén limpias, que haya seguridad y que sus hijos no tengan que irse a vivir lejos de la capital? La respuesta es que le interesa todo. Por eso, Collboni tiene el plan Endreça en una mano y los proyectos urbanísticos en la otra.
La ciudad está más viva que nunca con todos sus problemas y con sus grandes proyectos. Lo que va de la Casa Orsola a la Sagrada Família
De hecho, los barceloneses son de natural muy exigentes. Les encanta que la ciudad aparezca en películas, libros de culto o revistas de lujo, pero les molesta que esta fama atraiga a un mayor número de turistas. El aumento paulatino de más visitantes afecta a la movilidad, uno de los grandes déficits de la ciudad. Aprisionada, entre el mar y la montaña de Collserola, no es fácil entrar, ni salir, ni moverse por Barcelona. Si el transporte público no funciona bien y las mejoras en infraestructuras tardan más tiempo del previsto –aún seguimos esperando la inauguración de La Sagrera–, el resultado es insatisfactorio a la fuerza. Solo falta añadir las innumerables obras impulsadas por el Consistorio que recuerdan los días preolímpicos. Barcelona parece que esté en construcción permanente.

La Casa Orsola, al fondo, fue protagonista de un vvio debate en la ciudad hasta que el Ayuntamiento decidió comprarla por 9 millones de euros,
Xavier Cervera / Propias
Más contrastes. La ciudad aparece en la portada de The New York Times con la Casa Orsola en primer plano. La noticia causa estupor por lo que parece negativa publicidad, aunque, en realidad, debería provocar satisfacción: Barcelona está viva y, por eso, aborda y discute un problema que es el mismo que tienen hoy las grandes capitales europeas. Aquí, el debate existe. Quizás en el 2026 la portada del diario de Nueva York será la inauguración de la basílica de la Sagrada Família con sus obras ya terminadas. Será un hito tanto para los católicos como para los que no lo son. En eso, Barcelona no hace distinción. Por eso es una ciudad tan especial. Aquí les invitamos a hacer un paseo por su realidad actual. Bienvenidos.