Rachel es licenciada en Comunicación Visual por la FAAP de San Pablo y está acreditada como soferet stam por el Seminario Rabínico Latinoamericano de Buenos Aires. También estudió caligrafía judía en el Instituto Pardes, de Jerusalén, donde escribió su primer rollo, el de Ester.
Según recuerdan desde el gigante sudamericano, la experta trabajó durante quince años en la Congregación Judía de Brasil, junto al rabino Nilton Bonder, «impartiendo clases de judaísmo y coordinando un grupo de estudio para mujeres». En Shalom, coordina el departamento de educación juvenil e impartiendo cursos de Torá para adultos.
Una colaboración de sofrot
Una de las etapas clave de la formación de Rachel tiene que ver con un programa completado en el 2010 por la comunidad reconstruccionista Kadima de Seattle, en Estados Unidos, llamado Women’s Torah Project (Proyecto Torá de Mujeres), una colaboración de escribas femeninas (sofrot) para preparar un ejemplar del libro sagrado.
Reichhardt fue parte de ese proyecto (estuvo a cargo del libro del Éxodo) y habló de su trabajo con el portal Times of Israel en el 2017. Escribir a mano con plumas, tinta y pergamino es «un trabajo muy, muy antiguo», destacó.
Es un trabajo intenso y comprometido: «cuando escribo cada letra, tengo que tener la intención de escribir cada letra», enfatizó la brasileña. Y no solo eso: «cuando escribo, tengo que pronunciar cada palabra en voz alta, comprender el significado del texto».
Además, existe la fuerte presión del temor a equivocarse. «Estoy trabajando con un texto sagrado. Si me equivoco, cometo un error sagrado… Si te equivocas, tienes que enterrar el pergamino y empezar de nuevo», describió en aquella oportunidad.
También le puede interesar: La Biblia más cara del mundo ya está en su casa, en Israel
Ahora, cuando la Comunidade Shalom recibió «su» Torá, Rachel escribió en Instagram que «un sueño que solo existe en sueños es solamente un sueño».
Por eso, «gracias por soñar juntos y hacer realidad esta primera Torá escrita por mujeres en América Latina», y que «esta realidad sea, en efecto, la de la primera Torá, y no la única», completó esta pionera latinoamericana.





