Sin ascensor, sin wifi, sin señalización de las salidas de emergencia, con filtraciones de agua, con climatización estropeada, mal olor y con una plaga de ratas. El estreno del nuevo edificio de la escuela para adultos Palau de Mar, del distrito barcelonés de Sant Martí, no ha podido ir peor.
A toda esta ristra de despropósitos se suma una más preocupante no identificada, pero que causa las bajas de los profesores que en este mes y medio han presentado problemas de salud como picores en la piel, dolores de cabeza, náuseas, mareos y hemorragias nasales. Atribuyen el origen a posibles tóxicos volátiles de la planta vecina de tratamiento de residuos. Actualmente, hay un profesor de baja.
El Consorci d’Educació de Barcelona explica que técnicos de previsión de riesgos comprobaron si el problema podía tener origen en los materiales de construcción y en el mobiliario. O bien en la humedad y el nivel de C02. Encontraron que todo estaba en parámetros normales.
Así que han encargado a una empresa externa que examine si hay posibles tóxicos volátiles como amoniaco dada la proximidad de un centro potencialmente contaminador del aire. Fuentes del consorcio han indicado que se solicitó a la planta de residuos qué de tipo de partículas o gases podrían estar liberando al ambiente.
La actividad de la planta podría ser también la causante del mal olor que con frecuencia invade el centro escolar.
Los profesores se han disculpado con sus alumnos por carta esta semana por todos los incidentes, Fuentes del Consorci d’Educació de Barcelona informan que “todos los elementos están subsanados o en proceso de resolverse”.
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Jesús Sancho

El Palau de Mar se trasladó a este nuevo edificio, una construcción modular de tres pisos que ocupa unos 1.000 m2, el pasado septiembre. Hasta entonces y desde 2010 había ocupado un espacio cedido por Can Batlló (de titularidad municipal), en la Escola Industrial.
El traslado estaba previsto en junio, pero se retrasó a septiembre. El centro no estaba acabado del todo y durante días no tuvieron conserje. Se han arreglado las filtraciones de agua, pero falta un último permiso administrativo para poder acceder al ascensor por lo que está cerrado. No hay barreras antipánico para abrir las puertas de emergencia por lo que están cerradas con llave, y la climatización no funciona en todas las aulas. “Siempre faltan cosas por acabar en las obras e instalaciones de centros”, justifica el Consorci.
El Consorci ha encargado a una empresa que mida el nivel de emisiones contaminantes
Tampoco estaba prevista la conexión a fibra óptica, pese a que una de las formaciones que dan es informática y que cuentan con alumnos que reciben formación online o semipresencial. A la compañía telefónica se le había denegado el acceso de la línea por la acera porque se acababa de renovar el pavimento de la calle.
El Consorci envió al centro unos routers que cumplen su función provisional aunque no tienen capacidad para sostener el funcionamiento normal de la escuela, incluido el trabajo del profesorado y del personal administrativo. De este modo, las clases se dan a trancas y barrancas. Según la administración, la compañía ya ha encontrado una solución que no pasa por abrir la acera y en un plazo medio se implementará.
Las penalidades no acaban aquí. Días después del inicio de curso, se encontraron excrementos de roedores en el suelo lo que había sospechar la presencia de ratas o ratones. Los profesores acabaron por verlos en su sala.
La administración contrató “de inmediato” una empresa de desratización que colocó trampas (que funcionaron) y, el pasado sábado, tapó los agujeros y pegó burletes en las puertas. La medida parece efectiva pues desde el lunes no hay rastros de roedores en el interior del centro.
El centro, ubicado en Sant Martí junto a una planta de residuos, estrenó el edificio en septiembre
Palau de Mar es una de las 157 escuelas de adulto de Catalunya. Atiende a unos 300 alumnos que se irán incrementando a lo largo del curso con la matrícula viva. Son adolescentes que no han terminado la ESO, jóvenes y adultos que van a formarse en lenguas, a capacitarse en determinadas competencias, como informática, o estudios de acceso a la universidad para mayores de 25 años.