La situación epidemiológica en la provincia de Formosa, con un aumento de casos de Covid y el triple de positividad que hace un mes, puso en evidencia un problema que hasta el momento no se conocía: la falta de vacunas contra el SARS-CoV-2 en gran parte del país. El déficit había comenzado en realidad hace algunas semanas y ahora salió a la luz. Las últimas dosis que quedaban en vacunatorios, además, vencían este 21 de noviembre.
Mientras un nuevo lote de vacunas de Pfizer se encuentra enredado en trámites burocráticos que se demoran, por lo que las dosis no pueden ser distribuidas, Clarín pudo confirmar que en al menos tres provincias recibirán en los próximos días la vacuna argentina ARVAC. La inesperada donación al parecer no resolverá el déficit, pero podría servir para satisfacer la demanda insatisfecha más inmediata.
Una de esas provincias es, precisamente, la primera que levantó la voz por la falta de dosis: Formosa. Esta próxima semana saldrá un lote hacia ese destino. En la provincia de Buenos Aires también confirmaron a este medio que en breve llegará una donación de la ARVAC para aplicar en algunos hospitales. Aunque insistieron en aclarar que “no es ni por cerca para resolver la demanda”.
En la Ciudad de Buenos Aires la iniciativa también existe pero no se instrumenta a nivel gubernamental, sino que el Ejecutivo prefirió hacerlo de manera descentralizada a través de los hospitales públicos. En algunos centros de salud el trámite para la donación de dosis -que requiere saldar una serie de requisitos técnicos- estaría avanzado.
Clarín pudo confirmar que, al igual que en otras provincias, en la Ciudad también faltan vacunas. Fuentes oficiales explicaron a este medio: “El stock actual contra el Covid alcanza para atender la demanda de la cantidad de turnos comprometidos hasta el momento. Por tal motivo no se encuentran disponibles nuevos turnos para la vacunación”.
Las fuentes porteñas consultadas agregaron: “Una vez que ingrese el nuevo stock de vacunas, que está en la finalización del proceso administrativo de desaduanización por parte del gobierno nacional, prevista para la semana próxima, se habilitarán nuevos turnos a través de los canales habituales del GCBA”.
Una prueba de adherencia
La ARVAC fue desarrollada por investigadores de la Universidad Nacional de San Martín, a cargo de Juliana Cassataro, con el apoyo de la Fundación Cassará. El registro de la vacuna fue aprobado por la ANMAT en 2023 y a diferencia del fármaco de Pfizer -cuyo acceso es posible sólo a través del Gobierno- se consigue en las farmacias.
En la provincia de Buenos Aires, al confirmar la inminente recepción de las nuevas dosis, dijeron también que esto servirá “para estudiar cuestiones de adherencia y avance de la vacuna”. Lo de la adherencia está fundado en que una de las supuestas ventajas del fármaco argentino -de una tecnología tradicional, de subunidades proteicas- es que según datos publicados genera menos efectos adversos leves que las vacunas de ARN mensajero.
Dentro de esa lógica, podría funcionar como una prueba piloto la forma que adquiera la demanda de estas dosis donadas, en un contexto en el que por diferentes motivos la inmunización contra el Covid ha caído abruptamente. El derrumbe se ha dado aun cuando el virus sigue siendo una amenaza, no tanto ya durante la fase aguda de la infección -semejante a una gripe-, sino por las secuelas que puede dejar en el largo plazo.
En ese escenario desfavorable, hasta ahora la ARVAC no ha logrado seducir al público de la manera en que sus creadores lo habían imaginado cuando los primeros ensayos para desarrollar la vacuna argentina comenzaban en 2022 imbuidos de épica nacional y el Covid era un monstruo bastante más temible que el actual.
Hoy, el desafío de convencer a la gente de que se vacune, cuando la percepción del peligro que representa el virus se ha devaluado, parece mayúsculo. En ese sentido, la falta transitoria de dosis del laboratorio estadounidense deriva en una acción de la industria local que en el mismo gesto combina cierto altruismo con la búsqueda de una oportunidad.
Esta caída de la cobertura vacunal -la recomendación oficial es una dosis anual, sobre todo para los grupos de riesgo- aunque suene paradójico se debe en parte al desaliento que reciben los pacientes de algunos profesionales de la salud cuando preguntan si les conviene aplicarse nuevos refuerzos contra el Covid. Eso estaría ocurriendo, por ejemplo, en hospitales porteños, según pudo saber Clarín a través de una alta fuente médica.
Un dato no menor es que la toma de conocimiento de la suba de casos de Covid en estos últimos días se debe a que la provincia de Formosa sigue haciendo testeos a todos los que concurren a las guardias con síntomas gripales. En el resto del país, en cambio, se ha adoptado el criterio de hisopar sólo a los pacientes internados. Eso impide tener una dimensión real de la circulación del Covid en el territorio, con su consiguiente subdiagnóstico.
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