La película 27 noches, dirigida por el cineasta uruguayo Daniel Hendler, inaugurará el 19 de septiembre la 73º edición del festival español de cine de San Sebastián. El filme se basa en la novela Veintisiete noche, de la escritora argentina Natalia Zito (Buenos Aires, 1977).

El certamen informó los detalles de las galas de apertura y clausura y la que servirá para entregar el Premio Donostia a la actriz estadounidense Jennifer Lawrence el 26 de septiembre.
En la ceremonia inaugural, se entregará el primer Premio Donostia de esta edición, que corresponde a Esther García, uno de los pilares de la productora El Deseo, firma que ha realizado las películas del español Pedro Almodóvar. También será presentado en esta gala el jurado oficial del festival, tras lo que se proyectará el filme inaugural 27 noches, que opta a la Concha de Oro.
Una historia real
El propio director, Daniel Hendler, protagoniza la película, que relata la historia de una millonaria octogenaria ingresada a la fuerza en una clínica psiquiátrica. La historia real en la que se inspiró Natalia Zito fue el puntapié de su libro Veintisiete noche, editado por Galerna en 2021.
Psicóloga además de escritora, la autora desnuda las tensiones familiares entre una mujer octogenaria (recreada a partir de la historia de la escritora y mecenas Natalia Kohen) y sus hijas cuando la anciana decide disponer de sus bienes de manera poco habitual.
Veintisiete noche narra la deriva de una mujer que, a sus 80 y tantos años, decide comenzar una relación con un hombre mucho más joven. El desequilibrio generacional se combina con otro desequilibro: el económico. Ella es la viuda de un hombre de negocios y él no tiene gran capital. La situación inquieta a las hijas de la mujer que terminan apelando a un neurólogo que las asiste para documentar una supuesta incapacidad que deriva en una hospitalización psiquiátrica.
“No creo que pensasen que estaba loca y había que internarla, pero veían que ese novio que ella tenía probablemente estaba con ella por interés. El asunto es por qué tan rápido asumimos que ella no lo sabe. Quizás lo sabía y estaba dispuesta a pagar ese costo. Pero desde el lado de las hijas puedo entender el pensamiento de ‘¿Qué hacemos, dejamos que esto ocurra o tenemos que hacer algo?’”, dijo Zito al diario El País.
La protagonista real fue rescatada de la institución de salud mental luego de conseguir contactar con un amigo que llevó la denuncia a los medios.
Ahora, la película actuada y dirigida por Daniel Hendler, cuenta con producción de Santiago Mitre y Agustina Llambi Campbell, y tiene a la actriz Marilú Marini interpretando a la protagonista. Y aquí, Natalia Zito le cuenta a Clarín cómo fue la transformación de esa historia de papel en filme.

–¿Cómo fue para vos la transposición de la novela en película? me refiero a si te consultaron, si fuiste siguiendo el trabajo y esas cosas.
–Hice un trabajo de asesoramiento que fue largo y muy interesante porque hubo un primer guion de Mariano Llinás, sobre el que luego trabajaron otros guionistas hasta llegar al que desarrollaron Daniel Hendler, Martín Mauregui y Agustina Liendo. En todas las etapas, tanto con Mariano Llinás como con los guionistas que trabajaron después, tuve reuniones en las que el texto no paraba de multiplicarse. Es decir, cada uno lo abordaba desde un punto de vista distinto y con eso, aumentaba el espesor de la historia. A diferencia de lo que se suele pensar, que los autores sufrimos con las diferencias libro-guion –si hay que sacar o agregar personajes–a mí me resulta interesantísimo porque me permite volver a pensar mi propia escritura, porque eso revela nuevos aspectos de la historia y porque me da alegría que una obra mía engendre nuevas obras. De algún modo eso es lo que ejercito también al enseñar. Por ejemplo, en la historia real y en mi libro, hay dos hijas. En el guion de Llinás se fundieron en una, cosa que me había parecido un hallazgo, pero luego en la película, vuelven a ser dos, cosa que también me pareció necesaria, dada la lógica de la trama. Es exactamente lo que enseño en mis talleres de escritura: hay que hacerle preguntas al texto, pensar por qué y para qué funciona cada personaje, cuál es la función narrativa y la potencia que le otorga a la historia, especialmente cuando uno puede permitirse el salto a la ficción. En esas reuniones y gracias a la comunicación permanente con Daniel Hendler y Agustina Llambi tuve la oportunidad también de hacer sugerencias sobre cuestiones técnicas acerca del diagnóstico de demencia fronto-temporal, de la naturaleza y funcionamiento de las internaciones psiquiátricas y diversas especificidades del mundo de la salud mental.
–¿Viste cómo quedó?
–La veré en los próximos días. Estuve en varias jornadas del rodaje y fue impactante para mí ver cómo lo que tuve que ir a buscar a la realidad mediante la investigación y traducir a palabras en la escritura, adquiría un nuevo cuerpo en la ficción. Parecido y al mismo distinto. Sé que hay diferencias en el tono con el libro, estoy expectante, siempre con la claridad y la alegría de que se trata de una obra nueva.
–La historia es delicada porque hay una persona real detrás de todo esto. Tu libro es profundamente cuidadoso sin perder la mirada crítica, ¿qué pasa con el registro cinematográfico en ese aspecto?
–Aun no lo sé porque no la vi todavía. Son idiomas diferentes que, como tales, trazan surcos distintos, pero hay algo en lo que estoy segura de que Daniel Hendler coincide conmigo, a ambos nos interesó la historia, no los nombres propios que la inspiraron. Siempre me interesó que el libro fuera un instrumento para pensar aspectos complejos, no solo de la salud mental sino de los funcionamientos familiares en situaciones grises como la que narra Veintisiete noches. Confío en que la película dará qué hablar en ese sentido.