Una alianza entre Brasil y China está dando forma a uno de los proyectos más ambiciosos de infraestructura de las últimas décadas. Se trata de una vía ferroviaria bioceánica que busca unir el Atlántico con el Pacífico a través de América del Sur, facilitando un nuevo corredor comercial con Asia y marcando un nuevo capítulo en la relación entre ambos países.
Un puente terrestre entre dos océanos

La Ferrovía Transoceánica conectaría la costa atlántica brasileña con el puerto de Chancay, en Perú, permitiendo que productos como soja, carne y minerales se exporten directamente a Asia sin pasar por el Canal de Panamá. El memorando de entendimiento entre el Ministerio de Transporte brasileño e instituciones estratégicas chinas marca el inicio de una planificación técnica conjunta, con un costo estimado de 10.000 millones de dólares.
La obra se alinea con los planes de expansión logística de China en América Latina, donde el gigante asiático consolida su influencia a través de megaproyectos. El puerto de Chancay, operado por Cosco Shipping, se perfila como eje central de esta nueva red comercial, con una reducción del 30 % al 40 % en los tiempos de tránsito hacia Asia.
Obstáculos que podrían ralentizar el impulso

A pesar de su promesa económica, el trazado previsto atraviesa regiones ambientalmente sensibles como la Amazonía y el Cerrado. Las licencias ambientales, advierten expertos, podrían convertirse en el principal freno del proyecto. La viabilidad depende no solo del diseño técnico, sino también de un equilibrio entre progreso logístico y sostenibilidad.
El debate ambiental coincide con otro de carácter estructural: la necesidad de fortalecer el transporte ferroviario en Brasil, históricamente dominado por las rutas por carretera. La apuesta por esta obra también responde al deseo de diversificar los destinos y medios de transporte de las exportaciones brasileñas, haciéndolas más competitivas en el mercado asiático.
Un nuevo capítulo en las relaciones entre Brasil y China
La colaboración para este megaproyecto refuerza la relación entre dos potencias emergentes con medio siglo de vínculos diplomáticos. China es ya el principal socio comercial de Brasil, mientras que el país sudamericano lidera las exportaciones agropecuarias hacia el gigante asiático.
Aunque existen desequilibrios en la balanza comercial —Brasil exporta principalmente materias primas mientras que China vende productos con alto valor agregado—, el proyecto ferroviario podría abrir una nueva etapa de cooperación. Para algunos analistas, se trata de una oportunidad para que China apoye la reindustrialización de Brasil y para que ambos países redefinan su rol en el tablero económico global.