En la estepa patagónica, los guanacos en la alambrados son una barrera mortal que causa la muerte de aproximadamente 27.000 guanacos cada año.
Para combatir esta alarmante cifra, el equipo de conservación del Parque Patagonia, en Santa Cruz, ha implementado un plan para restaurar las rutas migratorias de esta especie emblemática.
Rutas milenarias interrumpidas 🏜️
Los alambrados, omnipresentes en el paisaje patagónico, marcan límites de propiedad para las personas, pero para la fauna silvestre son muros que interrumpen movimientos ancestrales. El guanaco, el herbívoro más grande de la región, evolucionó desplazándose entre las mesetas altas en verano y las zonas bajas en invierno para sobrevivir a los climas extremos.
Con la expansión de la ganadería y la construcción de rutas, estas migraciones masivas quedaron fragmentadas. «Muchos individuos perdieron la capacidad de moverse largas distancias para sobrevivir«, explica Emanuel Galetto, director del equipo de conservación de Parque Patagonia. «Por eso nuestro trabajo se centró primero en conocer esas rutas migratorias y luego en mantenerlas».

El problema se agrava en años de nevadas intensas. «Los guanacos quedan frenados por las barreras de alambre y mueren de hambre y frío, porque no logran llegar a las pasturas«, advierte Galetto. Los estudios confirman que la mayor concentración de accidentes ocurre durante los meses de migración: abril y mayo (cuando bajan de las mesetas) y agosto y septiembre (cuando vuelven a subir).
Una solución simple y efectiva 🛠️
Para abordar esta crisis, el equipo del Parque Patagonia ha tomado medidas concretas. En los últimos años, han logrado retirar 52 kilómetros de alambrados internos y han adaptado otros 48 kilómetros.
La adaptación es una medida sencilla pero vital: consiste en quitar la última hebra de alambre del cerco para que la altura final sea inferior a un metro veinte, permitiendo que los animales puedan pasar de forma más segura. «La magnitud del problema es alarmante», reitera Galetto, señalando que los cercos funcionan como muros invisibles que reducen las posibilidades de supervivencia de la especie.

Midiendo el impacto de los guanacos en los alambrados para el futuro 📊
Para validar la eficacia de estas adaptaciones, el equipo realiza un monitoreo científico. Una vez al mes, recorren 22,5 kilómetros de alambrados modificados y comparan los resultados con otros 22,5 kilómetros que permanecen intactos. Aunque el estudio está en curso, ya se percibe que estas acciones podrían estar reduciendo la mortalidad de guanacos por enganche en el parque.
El desafío ahora es sostener y ampliar el retiro de cercos en zonas críticas, ya que, como concluye Galetto, «los alambrados y las rutas no afectan solo al guanaco, son barreras para cientos de especies de mamíferos que necesitan moverse. Resolverlo es indispensable para el futuro de la fauna patagónica«.