Hemos comprobado que las redes sociales son reales e impactan en la vida cotidiana. Los intentos de engaño en el accionar político son comunes y el descreimiento crece. Pareciera que todo vale y no debería ser así. Un grito o un insulto se multiplican por miles o millones.
Para esclarecer esto es muy práctico rescatar lo que en un reciente comentario indicó el consultor de imagen y asesor político, Jaime Duran Barba, sobre las sociedades occidentales donde se incrementa la agresividad verbal y simbólica. Resalta que «la violencia tiene más de show que de agresión real, pero el espectáculo cansa cuando se repite demasiado y no tiene que ver con las demandas y los sueños de la gente. Lo grave no es que quien insiste en este juego pierde credibilidad, sino que llega a aburrir. El candidato o el presidente, cuando son predecibles, pierden encanto». No menor es lo que puede suceder con la voluntad en los resultados del proceso electoral. El consultor aborda las ventajas y peligros de atacar, como su transitoriedad: «En la teoría tradicional, solo se debe atacar si con eso se consiguen nuevos votos o adherentes, o si se logran objetivos estratégicos que ayuden a ganar las elecciones».
Duran Barba también se hace un par de preguntas fundamentales en el actual contexto: «¿Vale la pena seguir sumando adversarios? ¿Cuáles son las consecuencias de la iracundia en el mediano y largo plazo?»
El riesgo de enredarse con las redes
Las personas en edad de votar utilizan en un alto grado Instagram y Facebook, como también TikTok. Además está X, que aunque constituye un microclima, es la que en forma más eficiente cumple la función de usina para declaraciones y opiniones.
Es en esa maraña donde se encuentra presente la adicción a las redes sociales, el cual es un trastorno del comportamiento que se caracteriza por el uso compulsivo e incontrolable de plataformas digitales. Se manifiesta también con síntomas de abstinencia, pérdida de control, la interferencia en la vida diaria y el miedo a perderse algo.Sus consecuencias afectan la salud mental, llevan al aislamiento social y el deterioro en el rendimiento.
Se complica aún más cuando candidatos o referentes políticos utilizando las grandes posibilidades que brinda la comunicación digital, dejan de percibir los límites humanos. Caen en un espiral de ataques, conformas nada pacíficas,casi al borde de la violencia y creyendo que eso es algo para aplaudir.
No pasa desapercibido que la mayoría de los políticos disruptivos, con altos grados de visibilidad, se alimentan del amor y el odio, presentes en formas visibles o subyacentes en las comunidades.
Estas prácticas se dejan pasar y se justifican socialmente porque al estar en campaña su objetivo es el de conseguir votos, pero se convierten enfactores peligrosos, que como hábiles constructores de telarañas, atrapan la atención y la retienen.
Como conclusión, un llamado de atención: todo lo extremo y sin límites puede convertir a un ídolo de multitudes en un meme.