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viernes, marzo 14, 2025

Uruguayos y argentinos tenemos el sueño más tardío que en otras regiones, independientemente de la edad

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Si hay algo que caracteriza a los habitantes de Argentina y Uruguay es su amor por la noche. No es solo una cuestión de costumbre o cultura: la ciencia confirma que en esta región del mundo las personas tienden a dormirse más tarde que en otros lugares. Pero este cronotipo tardío, que podría parecer inofensivo, trae consigo consecuencias preocupantes: déficits de sueño, menor rendimiento cognitivo y un desajuste constante entre el reloj biológico interno y las exigencias sociales.

Estas son algunas de las conclusiones del artículo «Noctámbulos del Río de la Plata: escenarios reales para comprender el reloj biológico«, publicado por las investigadoras Bettina Tassino (Uruguay) y María Juliana Leone (Argentina). Tassino es bióloga e investigadora, y junto con Ana Silva dirige el grupo de cronobiología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República. Leone, por su parte, es licenciada en Biotecnología por la Universidad Nacional de Quilmes.

Según su estudio, el cronotipo tardío se observa en todas las edades, desde la infancia hasta la adultez. En otras palabras, los rioplatenses ubicamos el sueño más tarde, lo que los enfrenta a un problema diario: la desconexión entre el reloj interno y los horarios impuestos por la sociedad. Este desfase es particularmente crítico en adolescentes y jóvenes adultos, quienes suelen sufrir una privación severa del sueño.

El impacto de esta desincronización se evidencia claramente en los estudiantes. Aquellos que asisten al turno matutino son los más afectados, ya que deben despertarse antes de lo que su cuerpo les permite, acumulando cansancio y afectando su rendimiento. En cambio, los alumnos que estudian en los turnos vespertino o nocturno muestran patrones de sueño más saludables, ya que sus horarios están más alineados con su biología.

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Uruguayos y argentinos tenemos el sueño más tardío que en otras regiones, independientemente de la edad.

En diálogo con El País, Bettina Tassino explicó que el artículo publicado es una revisión de estudios previos realizados tanto en Uruguay como en Argentina. “Lo que encontramos en todos estos estudios es que las poblaciones rioplatenses, tanto de niños como adolescentes y adultos, presentan cronotipos tardíos. Esto significa que, independientemente de la edad, las personas en esta región tienden a acostarse y despertarse más tarde que en otras partes del mundo”, comentó.

Además, Tassino destacó la importancia de los cuestionarios utilizados para determinar el cronotipo, los cuales estiman el punto medio del sueño, el cual es un buen indicador de las preferencias circadianas de una persona. “En nuestros estudios, tanto en Uruguay como en Argentina, encontramos que los valores de cronotipos de niños, adolescentes y adultos son consistentemente más tardías, en comparación con las poblaciones de referencia de centro Europa, que cuentan con más de 200.000 personas encuestadas”.

El sistema educativo y el desajuste del ritmo biológico

Tassino también subrayó cómo el sistema educativo contribuye al desajuste entre los ritmos biológicos y los horarios sociales. “El modelo educativo en Argentina y Uruguay, con sus turnos escolares muy tempranos, representa una diferencia significativa. Los adolescentes, cuyas necesidades biológicas los empujan a dormir más tarde, se ven obligados a despertarse temprano para asistir a la escuela, lo que genera lo que en la literatura se llama la ‘tormenta perfecta’, que afecta tanto a su bienestar como a su rendimiento académico”.

A pesar de los desafíos, la investigadora consideró que la solución pasa por repensar las políticas públicas. “Se puede mejorar el rendimiento y el bienestar de los estudiantes simplemente ajustando el horario de ingreso escolar. En algunos estados de Estados Unidos ya se ha demostrado que retrasar el horario escolar mejora el desempeño, el humor y la duración del sueño de los jóvenes”, aseguró.

Por último, la investigadora también sugirió que no solo los horarios escolares deben ser reconsiderados, sino también otras actividades sociales, como los deportes. “Por ejemplo, muchos adolescentes entrenan fútbol a las 9 de la noche, lo cual retrasa aún más su ciclo de sueño. Es esencial que pensemos cómo sincronizar mejor los horarios para promover hábitos de vida saludables«, concluyó.

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Una persona durmiendo.

Foto: Pixabay.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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